cuarenta y dos

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─ ¡Priscila! ¡Prisci! ─me susurra el Damián para despertarme y me zamarrea─. ¿Qué estai soñando? ¿Estai bien?

─Sí oh, déjame dormir ─le respondo aún adormilada, tapándome la cara con la almohada.

Pasan algunos minutos y yo no puedo volver a conciliar el sueño, aparte el Damián se pone a whatsappear con no sé quién chucha, y donde tiene el celular con sonido mete más bulla que la cresta.

─Maldito madafacka, te voy a matar ─le tiro la almohada en la cara y a él le da un taldo, pero el culiao no suelta el celular en ningún momento─. ¡Cómo se te ocurre despertarme!

─Te estabai quejando po, me preocupé.

─Fue una pesadilla no más. ¿Y tú con quién hablai tanto?

─ ¿Qué soñaste?

─Yo pregunté primero.

─Con la Adri. Me preguntó cómo estaba no más. ¿Qué pesadilla tuviste?

─ ¿Ya te habló esa pelá? Uy, te juro que la odio.

El Damián no me pesca porque está concentrado hablando con la "Adri", así que me voy al baño a hacer mis necesidades y a lavarme todo. Cuando vuelvo a mi pieza, mi pololo sigue pegado al celular.

─Llegué ─le aviso, porque parece no haberse dado cuenta de mi presencia.

No recibo respuesta de él.

─El Roberto me mandó un mensaje.

Ahí por fin me mira y bloquea el celular concentrando toda su atención en mí.

─ ¿Qué te puso ese hueón?

Le muestro el mensaje y él lo lee unas diez veces más o menos.

─ ¿Qué le vai a poner? ─pregunta.

─Nada. Le voy a dejar el visto.

─Ah...

Me acuesto a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro, pa' sapear lo que habla con la "Adri", pero él bloquea el celular pa' que no lo vea.

─ ¿Qué me estai escondiendo? ─le pregunto.

─Nada.

─ ¿Cómo que nada? A ver entonces ─estiro la mano para que me pase su celular, pero no lo hace.

─No te estoy escondiendo nada, Priscila, y no te tengo por qué pasar el celular.

─Ya, como querai.

No lo pesco más y me meto a mi celular. «Algo me está escondiendo este hueón, estoy segura.»

─Prisci...

No lo pesco.

─Prisci po, ¿te enojaste?

─Sigue hablando con la "Adri" no más.

─Ya, la celosita ─me empieza a hacer cosquillas en el cuello, pero no me da cosquillas. Cuando estoy enojá las cosquillas no funcionan en mí─. Ya po, Prisci... Si no estaba hablando con ella.

─Pásame tu celu entonces ─vuelvo a estirar mi mano.

─ ¿Confíai en mí?

─No sé.

Me mira entrecerrando los ojos.

─Sí oh ─le digo.

─A la Adri le dejé el visto hace rato. Estaba hablando con otra persona sobre algo para ti.

─No quiero na...

─Shh ─me dice y me interrumpe con un beso.

En eso tocan la puerta de mi pieza.

─ ¿Qué? ─pregunto.

Mi mamá abre la puerta de mi pieza y nos inspecciona.

─ ¿Cómo durmieron? ─pregunta.

─Yo bien, tía, gracias por preguntar ─le responde el Damián.

─Qué bueno. ¿Y tú, hija?

─Bien. ¿Y tú mamá?

─Bien también. Bajen a tomar desayuno ─dicho eso, sale de mi pieza pero deja la puerta abierta.

─Voy al baño ─me avisa mi pololo y me da un beso en la frente.

─Ya, yo voy a bajar.

Ayudo a mi mamá a poner la mesa y le aprovecho de contar mi sueño, pesadilla mejor dicho, donde moría el Damián.

─Tranquila, hija, son sueños no más.

─Pero igual quedé traumá, mamá.

─Lo que va a pasar es que no te voy a dar más permiso para ver películas de terror, Priscila.

Pongo los ojos en blanco.

─Oye, supongo que... no pasó nada anoche, ¿o no? ─me pregunta.

─ ¿En el cine? ─le pregunto de lo más inocente.

─No, entre... el Damián y tú...

─ ¡Aaaah! ¡No, mamá! ¡Qué perso que me preguntí eso! ¡Córtala!

─ ¿Segura?

─Sí, mamá. Yo no hago esas cosas...

«Todavía...»

─Sí sé ─suspira con alivio y me abraza.

Cuando el Damián baja, dejamos de hablar esas cosas íntimas y lo agradezco mentalmente.

Nos sentamos los tres en la mesa a tomar desayuno, menos mi hermano, que debe seguir raja durmiendo.

─Prisci, ¿te tinca ir a almorzar a mi casa? ─me pregunta mi pololo en un momento de silencio.

Miro a mi mamá.

─ ¿Me dai permiso?

─Sí po, anda no más. Me la traes temprano eso sí ─le advierte al Damiansito.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora