cincuenta y uno

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Todo el resto del día martes y todo el día miércoles estoy que me cago entera. Ni siquiera el hecho de saber que voy a estar de vacaciones me anima.

─Hueona, ¿querí tranquilizarte y dejar de mover mi silla? ─me reta la Cami.

─Sí, Prisci, respira profundo ─la Anto inhala y exhala─. Respira conmigo.

─Ya, paren de huearme ─se me sale todo lo flaite cuando me choreo.

─No te estamos huebiando, tení que tranquilizarte en serio.

─ ¿Y si me cagó con otra?

─No creo que sea capaz ─opina la Antonia.

─Yo sí. No hay que poner las manos al fuego por ningún hombre, ni siquiera por nuestros papás.

─Sí, tení razón, Cami ─concuerdo con mi amiga─. Si me cagó lo mando a la conchesumare.

─O a lo mejor te va a contar que tiene SIDA.

─Ay, Camila, qué erí hueona ─la reta la Anto─. Yo cacho que te va a pedir disculpas por la hueá del viernes no más.

─Ojalá sea eso no más... Pero no voy a estar tranquila hasta saber lo que me tiene que decir.

\\

Cuando veo al Damián parado afuera del colegio siento que se aceleran todas las funciones de mi cuerpo.

Me acerco a él lentamente, con la mirada fija en sus ojos, y me detengo a un metro de distancia.

─Hola ─me dice.

─Hola.

Rompe el metro de distancia y me da un beso, un largo beso, que hace que me olvide que sigo en la entrada del colegio.

─Perdón ─me dice─, por cagarte el carrete y por desaparecer tantos días.

─Hablemos en otro lado mejor ─le digo cuando nos separamos─. ¿Vamos a mi casa?

─Al mall mejor.

Me toma la mano y empezamos a caminar.

Toda la tarde la pasamos en la plaza del mall comiendo helado y más hueás. En ningún momento mencionamos la hueá del viernes, ni mi ida a la playa. Yo cacho que ninguno quiere llegar al tema importante que él tiene que contarme.

Lamentablemente se oscurece temprano y él tiene que ir a dejarme a mi casa.

─ ¿Vai a entrar? ─le pregunto al abrir la reja.

─No... ─suspira─. Parece que llegó el momento de contarte esa cosa importante...

Yo me quedo en silencio mirándolo, y trago saliva. « ¡CON CHE TU MA RE! ¡Yo sabía que la cosa importante no eran las disculpas por arruinar mi carrete! ¿Qué hueá será? ».

─Priscilove... Mi papá se fue de la casa.

─ ¡¿Me estai?! ¡¿Cuándo?!

─El jueves, después de que te vine a dejar. Llegué a mi casa y mi mamá estaba pa' la cagá... Se fue con otra el maricón ─suelta una risa seca─. Y... ─suspira─, mi mamá se quiere ir de la casa... Se quiere ir a donde mis abuelos... porque tú cachai que ella no trabaja y no creo que mi papá le pase plata, y está mi hermanito...

─ ¡Pucha, qué lata! ¿Y dónde viven tus abuelos?

─Fuera de Santiago... pa'l norte.

─ ¿Y cuándo se quiere ir?

─Mañana...

─ ¡¿Mañana?!

─Tenemos los pasajes comprados...

─ ¡¿Tú también te vai?!

─Sí. Tengo que irme con ella po, si soy menor de edad.

Me quedo sin habla durante unos segundos. Quiero hacerle una pregunta, pero me da miedo saber la respuesta.

─Entonces... ─respiro profundo. Le tengo que hacer la pregunta sí o sí─. ¿Eso significa que... te vai para siempre?

Sus ojos llorosos me miran con tristeza cuando asiente.

─"Para siempre" es como si nunca más nos volviéramos a ver ─le digo con un nudo en la garganta.

─No creo que vuelva a Santiago, Priscilove.

Justo la respuesta que no quiero escuchar.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora