cuarenta y ocho

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Pasa media hora desde que tocan pa' entrar a clases y la Camila todavía no llega. Apuesto mi vida a que se quedó dormida.

La Antonia llega justo un segundo antes del toque del timbre, y lo primero que hago es pasarle sus llaves. Mi amiga es tan sacrificada, que se quedó a dormir en la casa de sus abuelos pa' prestarnos toda la tarde su casa, al Damián y a mí.

El profe apenas llega, hace la maldita lectura silenciosa, así que no podemos ni copuchar. Un par de minutos después el profe sale de la sala y por fin podemos tener un momento pa' hablar con la Anto.

─ ¡Hueona! Ayer no me contaste nada por WhatsApp. ¿Qué hicieron? ¡Cuéntame todo ahora!

Le cuento lo del picnic y el collar con la letra D.

─ ¿Y fueron a mi casa?

─Eh... ─me río nerviosa.

Ella hace un gesto de impresión y varios compañeros sapean hacia nuestro puesto.

─ ¿Me estai?

─No...

─ ¿Y cómo fue? ¿Te dolió? ¿Él se depiló? ¿Tú te depilaste? ¿Usaron protección? ¿Cuánto duró? ¿Llegaste al orgasmo? ─susurra todas esas preguntas.

─ ¡Antonia! ─me cago de la risa─. Fue... raro, no sé. Sí me dolió. Los dos depilados. Usamos el condón que echaste a mi mochila, grax, nos salvaste la vid...

─ ¡Lo echó la Cami!

─Ah, lo sabía ─me río.

Ella me queda mirando con cara de pervertida, pa' que siga contándole, pero yo me quedo callada, mirándola con la misma cara. Nos parecemos a los emojis de luna y sol, que se quedan mirando.

─ ¡Sigue po! ¿Llegaste al orgasmo?

─No sé, hueona, no tengo experiencia.

─ ¿Pero te gustó?

─Sí po.

─ ¿Te excitó?

─Sí po.

─Ya. Y la pregunta más importante... ¿Lo tenía chic...?

─ ¡Grande! ─la interrumpo─. ¿Por qué creí que me dolió tanto?

─Pidamos la silla con ruedas que está en enfermería entonces ─se caga de la risa─. ¿Te arde ahora? Porque si te arde ponte hipoglós. O... una bolsa con hielo. Todo lo helado sirve, créeme.

─Uy, ¿cómo sabí tanto si...? ¡Antonia!

Pienso que me mintió cuando me dijo que ella y el Hueilo todavía no culiaban.

─No quiero saber que lo que estoy pensando es verdad ─le digo─. ¿Me mentiste, maraca culiá?

─ ¿Sobre qué?

─ ¡No te hagai la hueona! ¿Culiaste con el Hueilo?

─... ¿qué esperabai? ¡Llevamos un año cinco meses po!

Ahora soy yo la que hace el gesto de impresión.

El profe llega y todos nos callamos.

No sé si enojarme con la Antonia en ese momento. O sea, sé que ella no tiene derecho a andar contando su vida sexual, pero me duele que no me haya contado a mí, que soy su mejor amiga. Y varias veces le pregunté y me lo negaba. Yo soy hueona también po, que le creo que es virgen cuando lleva más de un año de pololeo.

─Hay una razón de por qué no te lo dije ─me dice pa' callao─, que es ahueoná, pero... para mí es importante...

─ ¿Cuál?

─Tú cachai que en mi religión tenemos que llegar vírgenes hasta el matrimonio, ¿cierto? ─asiento y ella continúa─. Ya po, por eso como que admitirlo en voz alta me da cosa... Como que siento que Dios lo va a escuchar y ante sus ojos voy a quedar como una pecadora. Así de ahueoná.

─Ya oh, si igual te entiendo... Pero igual ná que ver lo que pensai. Pecado sería matar a una persona, no culiar, si todos culean po.

─Mmm ─ella asiente.

─ ¿Y la Cami sabe que no erí virgen?

─No, no sabe. Nadie sabía hasta ahora. Erí la primera en saber, siéntete especial.

─ ¿Y tú mamá no sabe tampoco?

─No sé, si no hablamos de eso, pero demás que cacha... ¿Y tú le vai a contar a tu mamá?

─No, por ahora no.

\\

La Cami llega en el recreo al colegio y mi hipótesis se comprueba: se había quedado dormida.
También me interroga sobre la tarde de pasión, y yo le agradezco por el condón.
A la salida, nos vamos todas pa' mi casa, porque esa noche es el carrete de mis diecisiete años. ¡Éjale!

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora