setenta y seis

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Pololear con un familiar de tus familiares es peor que pololear con un compañero de curso, definitivamente.

«Pulento, te empeñai en hacerme pasar por hueás cuáticas... Pero igual te agradezco que tengo salud».

El Damián... cada año se pone más rico. «¡Santa cachucha! ¿Estuvo yendo al gym? Sus brazos no eran tan musculosos».

Anda con una polera blanca con un logo de no sé qué hueá, unos pitillos negros, Converse negras y... chaqueta de cuero: mi debilidad.

«Pulento, tú me odiai, ya te caché...».

Su pelo está parado y medio húmedo. Tiene una barba de pocos días que lo hace ver más grande, maduro y sexy.

Empieza a saludar desde el extremo opuesto a mí de la mesa.

Con mi mamá nos dedicamos una mirada que solo nosotras entendemos.

Who are they? * ─me pregunta pa' callao el Daniel, refiriéndose al Damián y su papá.

*(¿Quiénes son ellos?).

La pienso bien y al final le respondo:

The cousin of my cousins and his dad.*

*(El primo de mis primos y su papá).

Traductor Ladysoft: mi ex y mi ex suegro. Ah, ná que ver Ladysoft en esta hueá.

Cuando el Damián llega a mi lado pa' saludarme, yo me paro y paso a botar mi vaso con Coca-Cola.

«Pulento, ¿vai a seguir con las humillaciones?».

Todos se quedan callados y observan la escena en silencio: el Damián y el Daniel intentan limpiar la cagá que dejé, mientras yo me quedo como señorita viéndolos limpiar por mí.
Nadie hace ninguna talla, ni nada, ni siquiera el Gonza. «Familia culiá, se hacen los hueones no más...».

─Gracias ─le respondo al Damián mirándolo a los ojos por primera vez.

─De nada. Y hola ─me da un beso en la mejilla y su perfume inunda mis fosas nasales trayéndome de vuelta mis más preciados recuerdos.

«Sigue usando el mismo perfume de siempre...».

El Damián mira al Daniel con cara de interrogación y después me mira a mí.

«No puedo negar al Daniel po, hueón, toy frita...».

─Mi pololo ─le explico a mi ex─, se llama Daniel. Daniel, he is Damián.

Ellos se dan la mano y luego el Daniel se vuelve a sentar y yo lo imito.

La tensión es muy notoria en el ambiente. «Familia culiá poco disimulá».

El Damián se saca la chaqueta de cuero y la cuelga en su silla. «Conchetumare, ¡esos medios brazos!». La polera blanca es sin mangas, así como si se las hubieran cortado con tijera, pero obviamente la hueá venía así. Su tatuaje de cohete queda a la vista y yo automáticamente miro el mío de Saturno, en mi muñeca. Sonrío al acordarme de lo que el tatuador nos había dicho, y me echo una hoja de lechuga a la boca pa' disimular y no parecer una hueona loca que se ríe sola.

« ¿El Damián estará en algo con alguna mina?... ¡Priscila!, esa hueá no es de tu incumbencia, así que stop... ».

El resto de la cena es soportable. Cuando terminamos, ayudo a levantar los platos y después salgo al exterior pa' acompañar a mi mamá a buscar las hueás pa' las cábalas que están en el maletero del auto.

─Hija, de verdad perdóname. Yo juraba que el Damián iba a pasar el año nuevo con su mamá... Nunca fue mi intención ponerte en esta situación tan incómoda ─se disculpa mi mami.

─Tranqui, mamá. Tení cara de bruja, pero no lo erí. No teníai cómo saber que el Damián venía pa' acá...

─ ¡Tu abuela tendrá cara de bruja! ─me reta─. Esperamos las doce para los abrazos y las cábalas y nos vamos. Por último seguimos tomando algo en la casa. No quiero que estí incómoda.

─Ya, mamá.

Mi mami me abraza y entramos. En el patio están todos tomando, incluso mi papá.

─Voy a tener que manejar yo ─comenta mi mamá choreá─. Por lo menos me tomé una pura copa de vino.

Me río y luego diviso al Daniel recibiendo un vaso de cola de mono.

─Tómatelo luego que después te voy a dar una piscola ─le dice mi tío, como si el Daniel cachara lo que le dice.

─Gracias ─le responde mi boyfriend. Le explico al Daniel lo que contiene el cola de mono, mientras él toma unos sorbos─. It's so sweet... like you, honey. *

*(Es terrible dulce... como tú cariño).

Le sonrío y él me da un beso.

El Daniel se ve tan tierno con su pelo rubio desordenado, sus ojos azules, sus mejillas medias rosaditas, sus labios carnosos rosados también, con la polera de la selección, jeans medios rotos y sus Vans rojas... Pero por el otro lado está el Damián, que se ve tan sexy que me llega a mover el piso, de nuevo. En el fondo de mi corazón, pensaba que yéndome a Australia lo iba a olvidar y que después si lo volvía a ver no me iba a pasar nada, pero me equivoqué caleta; el Damián me sigue moviendo el piso.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora