cuarenta y siete

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Sí, la segunda sorpresa también incluía al Damián...

A la hora de almuerzo mi pololo va a buscarme al colegio. En mi colegio nos autorizan a ir a almorzar a nuestras casas, así que no me ponen atados pa' dejarme salir. Corro a los brazos del Damián, que trae un ramo de flores, y le doy las gracias por los mariachis y toda la volá.
Me fijo en lo rico que se ve con el uniforme de su colegio, con la camisa media abierta. Ay, mientras más años cumplía, más caliente me ponía... « Quizá la Camila tenía razón y tengo cara de caliente... ».

─ ¿Lista pa' la segunda sorpresa, mi amor? ─me sonríe y me derrito.

─ ¡Esperen! ─nos interrumpe la Anto.

─Te la robaremos un segundo ─le dice la Cami al Damián, agarrándome el brazo y alejándome un poco de él.

─Prisci, no hay nadie en mi casa ─me avisa la Antonia─. Mi mamá llega en la noche, y yo no voy a ir pa' allá en todo el día...

─Ya, ¿y?

─Y yo te eché las llaves de la Antonia en la mochila ─me informa la Camila.

─Per...

─Por fa ─me interrumpe la Anto─, ocupen la cama de mi mamá, no la mía.

─Ay, qué son hueonas ─me río.

─Seguro no vai a aprovechar po.

─Es solo por si acaso querí ─la Anto me explica─. No te sintai obligada, ni nad...

─Sí, ya sé ─la interrumpo con una risa─. Ya chao, mi príncipe me espera ─me despido de ellas con un beso en la mejilla y un abrazo, y dejo que el Damián me lleve hacia la segunda sorpresa.

\\

El Damián me lleva al Parque Metropolitano de Santiago, donde hacemos un picnic al más estilo gringo. Mi pololo saca de su mochila una manta y toda la hueá. Yo me cago de la risa, pero de lo tierno que es. Lleva el medio bufé en la canastita. Bufé en la mañana, bufé en la tarde... Si me seguían alimentando así iba a terminar como bolita al final del día.

─Me siento como Gabriella Montez ─le comento al Damián entre risas.

─ ¿Quién es esa?

─Nadie, Troy, olvídalo ─me río de mi propia talla.

─ ¿Troy? ¡Aaah! ¿Son los culiaos de Rock Camp, una hueá así?

─ ¡Caaaasi! ─me cago de la risa─. Es Camp Rock, agilao ─me llega a doler la guata de la risa, hueón, y el Damián se ríe de mi risa, porque está más perdío que el Teniente Bello con mi talla de Disney old school─. Y hablaba de High School Musical.

─ ¡Aaah!

─Falta que se enciendan las hueás pa' regar el pasto no más ─me vuelvo a reír.

─Tenemos que ver esa película porque no cacho nada.

─ ¿La veríai?

─Por ti sí.

De repente sale el tema de cuando nos conocimos, o sea, de cuando nos reencontramos después de tantas lunas.

─Me acuerdo cuando me dijiste que yo te gustaba desde siempre ─le recuerdo─. ¿Me psicopateabai en Facebook o qué onda? ─me río.

─De repente te psicopateaba... Es que una vez el Gonzalo subió una foto contigo y ahí encontré tu Facebook, y me dije a mí mismo "sigue igual de linda que cuando éramos chicos".

─Sí, claro. Cuentero.

─Es verdad oh. Siempre te encontré linda, pero erai tan pesá...

─Tú erai el pesao. Me quitaste a mi primo incluso.

─Supéralo. Acepta que erai terrible mala jugando Super Nintendo.

─Sí, lo acepto. Pero me quitaste a mi primo po, eso no se perdona fácilmente.

─También es mi primo el Gonzalo, hay que compartirlo... Puta qué soné fleto.

Me río.

─Un poco fleto ─reconozco.

─Todavía me acuerdo que el año pasado, pa'l dieciocho, te dije "si querí, podí dormir conmigo". Después me arrepentí tanto de habértelo dicho. Pensé que me ibai a mandar una cachetá o algo.

─ ¿Por qué te arrepentiste de habérmelo dicho?

─Por haber sido tan lanzao, si era la primera vez, en años, que nos veíamos.

─Tonto ─me río.

Después de comer, el Damián saca una cajita de su mochila.

─Feliz cumpleaños como por milésima vez, mi amor.

─Gracias como por milésima vez, Damiansito ─le doy un beso.

Abro la cajita y adentro viene un collar HERMOSO, que tiene escrita la letra D.

─ ¡Ay, qué hermoso! ¡Siempre quise un collar con la inicial de mi pololo! ¡Gracias, Damiansito! ─lo lleno de besos.

─Y yo tengo uno con la letra P ─se mete la mano dentro del cuello de la camisa y me muestra su collar.

─No te lo saquí ni pa' bañarte ─le advierto.

─Nunca me lo voy a sacar.

Recorremos el parque, hasta que nos cansamos.

─ ¿Qué querí hacer ahora? ─me pregunta mi pololo.

─ ¿Vámonos?

─ ¿A dónde?

─A la casa de la Anto... me prestó sus llaves. No hay nadie... Podemos... ver una película. High School Musical, ¿te tinca?

« Sí, claro, ver una película ».

Lo de ver una película es la excusa más trillá que existe.

─ ¿Estai segura? ─me pregunta el Damián agarrándome las manos y mirándome a los ojos.

Cacha al toque a lo que me refiero. Darle su merecido, ah la hueá.

─Sí, segura, ¿y tú?

─Sí. Aunque siento que me va a dar un ataque de no sé qué hueá. No sabí lo nervioso que estoy.

─Sí sé, yo estoy igual de nerviosa po.

─Chucha, verdad.

« ¡Ambos vamos a perder la hueaíta juntos, conchetumare, qué nervios! ».

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora