(Priscila).
Al escuchar y ver al Damián ahí, en la calle, mojándose, siento que el corazón se me sale de la garganta y se detiene junto con mi respiración. También siento mariposas en la guata y sonrío porque hace tiempo no las sentía.
Me quedo mirando al Damián como una hueona babosa.
Tiene un abrigo negro y un chaleco debajo de este, ceñido al cuerpo. Su pelo está mojado por la lluvia y puta qué se ve sexy.
─ ¿Q-qué estai haciendo aquí? ─tartamudeo al preguntarle.
« ¡Disimula, hueona! ».
El Damián sonríe y se me contagia su sonrisa. Luego mira la bolsa del Líder que tiene en la mano y que está toda mojada, y la levanta hacia a mí.
─Te traje dulces.
No puedo evitar reírme de su respuesta y él se ríe conmigo. Lo vuelvo a mirar y cacho que se sigue mojando por la lluvia.
─Súbete a la vereda que te estai mojando ─lo agarro del abrigo y él justo me agarra la mano y me empuja hacia la calle, pero me afirma de la cintura.
Suelto el paraguas pa' poder afirmarme del Damián y la lluvia me empieza a mojar el pelo y la ropa.
« ¡Mi alisado, conchetumare! ¡Mi make up, conchetumare! ».
Trago saliva y subo la vista a los ojos del Damián. Ahí me importa un pico todo, solo me importa y anhelo sentir los labios del Damián de nuevo sobre los míos.
La bocina de un auto nos obliga a separar nuestros labios abruptamente. Me asusto más que la chucha, y resulta que la cagá de auto tocó la bocina pa' puro huearnos, porque tenía toda la calle pa' pasar. Si nosotros estábamos a la orillita de la calle no más.
«Australianos culiaos».─ ¿Qué tal el beso bajo la lluvia? ─me pregunta mi amor enarcando la ceja.
─ ¡Bacán, la raja, un manjar! No estoy soñando, ¿cierto? ─empiezo a tocarle la cara y termino acariciándosela.
─No, mi amor. Vine a buscarte ─pone sus manos encima de las mías, que aún están en su cara.
─ ¡Mi Damiansito! ─lo abrazo con fuerzas─. ¡Perdóname por todo! ¡Por haber ido con el Daniel a la parcela de los tíos! ¡Por haberme quedado tantos años acá! ¡Por haber perdido el contacto contigo! ¡Por no haberme ido a Chile contigo!
─ ¡Shhh, shhh! ─me hace callar y me acaricia el pelo─. No tení que pedirme perdón por nada, mi amor.
Me separo de él para mirarlo a los ojos y lo vuelvo a abrazar.
─ ¡Ay, Damián! ¡Te echaba tanto de menos! ─le digo entre besos.
─Yo igual, mi Priscilove ─él recoge el paraguas y la bolsa del Líder que están tirados en la vereda.
─Ven, vamos a secarnos ─lo agarro de la mano y empiezo a caminar adentro de mi edificio─. ¿Cómo llegaste hasta acá? ¿Viniste solo?
─Vine con la Camila.
─ ¡¿Mi Cami?! ─le pregunto impaktá─. Ah, con razón quería que me quedara acá hasta fin de mes... ¿Y mi mamá sabe? ¿Cómo están todos allá?
─Sí, tu Cami. Mi suegra no sabe. Están todos bien, echándote de menos no más.
Busco la llave en mi abrigo y abro el depa.
─Pasa. Está un poco... muy desordenado. Con cuea está el sillón y unas sillas, lo demás está todo empacado.
Él entra y empieza a examinar el lugar.
─Está la raja ─comenta─. ¿Y qué andabai haciendo afuera? ¿Estabai comprando algo?
─Puchos ─sueno como una vieja culiá.
─ ¿Estai fumando? ─me pregunta como si fuera mi papá y hace que me sienta cabra chica.
─Sí, es que... he estado con estrés con todo lo que ha pasado últimamente y... no me mirí así, que ya estoy bastante grande pa' hacer lo que se me dá la gana ─me cruzo de brazos.
─Tú no cambiai ─niega con la cabeza─. No fumí tanto sí, porque tu salud es lo más importante pa' mí y...
─Sí, por eso me empujaste a la calle y ahora estoy toda mojada ─lo interrumpo y me miro la ropa.
Me saco el abrigo y lo cuelgo en una silla. Luego entro al baño y saco unas toallas.
─ ¡Fue por una buena causa! ─me responde desde atrás.
Vuelvo al living y le paso una toalla, mientras me seco el pelo con otra.
El Damián me observa durante unos segundos y después se saca el abrigo, luego el chaleco y por último la musculosa negra, quedando a cuero pelao'.
«Omaigosh, omaigosh, omai... Conchetumare, mejor dicho. ¡Conchetumare, puta qué está rico este hueón!».
─ ¿Qué te pasó? ¿Te comieron la lengua los ratones? ─me pregunta con una sonrisa pícara.
Trago saliva e intento comportarme normal.
─ ¿Dónde te estai quedando? ¿Cuándo llegaste? ─le pregunto, cambiando el tema y alejando mis ojos de su six pack.
─Llegué hace... unas dos horas, creo. Y me estoy quedando en un hotel... ¿Por?
No lo pesco y entro a mi pieza. Abro mi maleta pa' sacar ropa seca. Me cambio a la velocidad de la luz y luego abro el clóset del Daniel, que aún tiene algunas prendas de ropa que no se ha llevado, y saco algo pa'l Damián.
Cuando vuelvo al living, lo encuentro mirando por el ventanal.
─Damián, ponte esto ─le muestro la ropa del australiano y él niega con la cabeza.
─Prefiero andar en pelota.
─Créeme que yo también prefiero eso, pero no podí salir así ─me acerco a él y le pongo la camiseta del Daniel, que le queda perfecta.
─ ¿Salir a dónde? ─me pregunta.
─A tu hotel. Esta cama está... ─no termino la frase, porque sé que él entiende lo que quiero decir, que está prohibida porque la ocupaba con el Daniel─. Y necesitamos una cama urgente.
Él me sonríe y se lame los labios mientras mira los míos. Nos damos otro beso y yo saco autocontrol de no sé dónde pa' separarme de él.
─Vámonos al toque al hotel ─le digo.
« ¡Ay, conchetumare! ¡Pulento, perdóname por los pensamientos impuros! ».
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Vira de mi vida, culiao.
RomanceNada más penca que tener que pasar el dieciocho de septiembre junto al ahueonao primo de tus primos... Aunque con unos cuantos terremotos cambia toda la perspectiva. La pregunta es; ¿se vira o no se vira de mi vida el culiao?