─Pero podemos tener una relación a distancia... Yo puedo decirle a mi papá que me vaya a dejar a la casa de tus abuelos los fines de semana, o te podemos ir a buscar a ti y tú vení a mi cas...
─Prisci, no, no puedo hacerte esto... Tú merecí a alguien que esté contigo siempre que lo necesití, y yo no voy a poder hacer eso estando lejos de ti...
─Pero yo no necesito a nadie más que a ti, Damián ─lo abrazo con fuerzas─. Te amo.
En otras circunstancias me habría dado vergüenza admitir que lo amaba, pero en ese momento la vergüenza me importa un pico. Mi mayor prioridad es que él no se vaya.
Él se queda sin habla después de escuchar esas dos palabras que nunca en la vida pensó que iban a salir de mi boca.
─Yo también te amo, por eso te dejo libre ─se separa de mí con los ojos llorosos.
Se me nubla la vista por las lágrimas que se acumulan en mis ojos, y que luego caen por mis mejillas sin parar.
El Damián me da la espalda y avanza como dos pasos lejos de mí, pero se vuelve a dar vuelta dándome la cara. Él también está llorando. Vuelve a avanzar hacia mí y me da un beso en los labios. «Nuestro último beso». Después me mira a los ojos, me da un beso en la frente, me seca las lágrimas y se va. «Se va para siempre».
Me seco las lágrimas con fuerza para poder cerrar la reja, y achuntarle al hoyito de la cerradura de la puerta pa' entrar a mi casa. Están todos tomando once en el comedor y me quedan mirando mientras yo corro a mi pieza a llorar.
« ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Qué te hice, Pulento?, ¿por qué me castigai de esta forma? ».
De impotencia empiezo a tirar todo lo que está encima de mi cama a la chucha: mi ropa, mis cojines, el cubrecama lo tiro con fuerza, junto con las sábanas. Me saco los zapatos del colegio y también los tiro a la chucha, y después me acuesto encima de mi cama toda desordenada para seguir llorando.
─ ¡Hija! ¡¿Qué te pasó?! ─mi mamá entra a mi pieza preocupada.
─ ¡Déjame sola!
Se sienta en mi cama y yo la abrazo con fuerzas y sigo llorando.
─ ¡El Damián, mamá!
─ ¡¿Te hizo algo?!
─ ¡Se va de Santiago para siempre!
Veo que mi papá y el Martín están asomados en el marco de la puerta.
─ ¡Déjenme sola con la Priscila! ─les grita mi mamá─. Ya, mi niñita, ya va a pasar─ me acaricia la espalda.
─ ¡Mamita, que el Damián no se vaya, por favor, dile que no se vaya! ─le pido en medio de mi histeria.
En un momento me tranquilizo pero me quedan los sollozos. Mi cabeza está apoyada en las piernas de mi mamá mientras ella me acaricia el pelo en silencio.
«A lo mejor si hablo con la mamá del Damián la puedo convencer de que no se vaya...».
Mi papá entra a mi pieza con una taza.
─Agüita de melisa ─me la ofrece.
Niego con la cabeza.
Él mira a mi mamá y segundos después deja la taza en mi velador y se va de mi pieza.
Levanto mi cabeza y me siento en la cama.
─ ¿A dónde vas? ─me pregunta mi mamá.
─Al baño.
Aprovecho de mandarle un WhatsApp a la mamá del Damián mientras estoy sentada en el wáter.
Yo: Tía... Entiendo por lo que está pasando, pero tiene que pensar con la cabeza fría. Al Damián le queda un poco más de un año para salir de IV medio y acá en Santiago están las mejores universidades. Piense en el futuro de su hijo antes de tomar cualquier decisión.
No se me ocurre otra excusa para convencerla, más que esa, que va en contra de todo lo que pienso. Yo, que siempre he dicho que Santiago no es Chile, ahora estaba usando una excusa muy Santiago es Chile, pero era por una buena causa: no quería que mi pololo se fuera lejos de mí.
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Vira de mi vida, culiao.
RomanceNada más penca que tener que pasar el dieciocho de septiembre junto al ahueonao primo de tus primos... Aunque con unos cuantos terremotos cambia toda la perspectiva. La pregunta es; ¿se vira o no se vira de mi vida el culiao?