ochenta y ocho

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Aproximadamente siete meses después.

Tengo seis meses de embarazo y estoy terrible bien. Un poco (muy) guatona, pero eso es indicio de que nuestra pequeña Sofi está creciendo sanita.

El lunes después de enterarme de que estaba embarazada, con el Damián fuimos al médico. Me hice un exámen por si las moscas, y arrojaron, tal como yo creía, que la Sofi era del Damián, no del australiano.
Antes de el examen, el Damián me dijo:
«Capaz que nuestra Sofi tenga dos papás». A lo que yo le respondí que dejara de hablar hueás, porque estaba segura de que es de él.

Ahora todas las cosas están como deben estar...

El Daniel sigue con la Giselle.

La Anto se casa dentro de un mes con un profe, colega suyo. Tenían la relación escondida los culiaos y resultó ser más seria de lo que ellos y todos creíamos.

La Cami está cumpliendo su sueño de viajar por el mundo, sin amarrarse de ningún hueón, y siendo libre.

Mi hermano entró a trabajar apenas terminó la U. Está feliz y tiene ganas de independizarse e irse a vivir solo.

El Andrés fue papá hace años, y con las chiquillas nos enteramos hace poco, porque nos llegó la copucha no más, ya que perdimos el contacto hace caleta con él. Supuestamente se separó de la mamá de su hija, o eso dicen las malas lenguas.

Mis primos; están cada uno por su lado. Mis primas terminando sus estudios. El Gonza, todo un hombre de familia ya. Fue papá hace unos tres meses. Nuestra Sofi va a tener un buen partner como primo: el Albertito.

La mamá del Damián, mi suegrita, está feliz de ser abuela, al igual que mi suegro. Cada uno feliz por su lado, con distintas parejas.

Mis papás están esperando que nazca su nieta, pa' tener su mini-Priscilita y volás. Y luego de eso, se quieren ir de luna de miel, por... décima vez, creo. Perdí la cuenta ya.

Y con el Damián, estamos ansiosos esperando que nazca nuestra nuestra Sofi, y así continuar con nuestro "felices por siempre"...

Fin.

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─ ¡Uff! ─comenté con alivio, apoyando mi espalda en el respaldo de la silla y secándome gotas de transpiración inexistentes─. ¡Por fin terminé de escribir la cagá de novela, conchetumare! Si el profe no me pone los sietes, te juro que lo castro.

La Anto, que estaba echá en mi cama, la muy patúa, bloqueó su celular y lo dejó a un lado. Luego se puso de pie y caminó hacia mí, posando su vista en la pantalla de mi notebook.

─A ver, deja leer el final ─me hizo un gesto con la mano pa' que le prestara la silla con ruedas.

Me puse de pie y dejé la silla libre pa' que la ocupara. Caminé hacia mi cama y me tiré encima de esta, cayendo de espalda sobre el suave cubrecama.

El trabajo que dio el profe de lenguaje consistía en inspirarnos en la más mínima situación o hecho cualquiera de nuestra vida cotidiana, pa' empezar a escribir una historia. Yo elegí una novela rosa porque me pareció más fácil que escribir sobre apocalipsis, fantasmas o alguna otra hueá fantástica.
La novela podía contener sexo, garabatos y todas esas hueás. La idea era que quedara lo más real posible, weno, pa' los que escribimos novelas rosas o situadas en el mundo real.
El profe dijo que nosotros podíamos ser los protagonistas pa' no craneárnosla con crear personajes.
La nota era coeficiente dos, y la novela debía tener mínimo cien páginas y yo me había ido un poquito al chancho con eso y con los garabatos. Qué el Pulento se apiade del alma y de los ojos del profe, al tener que leer tantas hueás... Aunque a él no más se le ocurrió dar este trabajo culiao. No iba a terminar nunca de revisar los cuentos de todos los culiaos de mi curso, lo presentía.
Ah, y el pequeño detalle era que debía ser escrita a la chilena. Al profe le daba lo mismo las puteás, porque él era joven, de mente abierta y la hueá.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora