veinte

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A las nueve justas llega el Damián a mi casa. Estoy esperándolo en la terraza para que mis papás no cachen que él viene a buscarme, y creo que mi plan resulta.

─Te veí linda ─es lo primero que me dice después de saludarme con un beso en la mejilla.

─Para porfa...

─ ¿Qué tiene? Si te veí linda po.

─Sí sé, pero igual... aaaah ─me río─. No, si... gracias, pero no me digai más esas cosas.

─ ¿Por qué? ¿Te pasan cosas?

─Ya po, Damián, para. Los primos no hablan esas cosas...

─Ya oh, mejor no hablo más.

Se quedó callado varios minutos y yo no le hablé tampoco po. ¿Qué le iba a andar rogando a hueones? Cuando llegamos al paradero justo pasó la micro así que nos subimos al tiro.

─ ¿Dónde es el carrete? ─me pregunta el Damián.

─ ¿Y tú no ibai a dejar de hablarme?

─No puedo quedarme callao.

Niego con la cabeza.

─No sé, pero es un carrete masivo. Había hasta un evento en Facebook ─le respondo.

Él me mira con pánico.

─ ¿No es peligroso? ─me pregunta.

─Demás que sí.

Multiplica su cara de pánico.

─Relájate oh. No aceptí copete de nadie y era.

─Priscila, no creo que sea buena idea ir. Pensé que era un carrete piola...

─Mira, mientras permanezcamos juntos, no nos va a pasar nada.

─ ¿Juntos?

─Todo el grupo, no solamente nosotros ─aclaro.

─ ¿Y cuál es todo el grupo?

─Mis amigas y demás que el Hueilo con alguien más. Ese hueón se invita solo.

─Está loco ese hueón ─el Damián se ríe.

─No lo soporto.

─Tú no soportai a nadie.

─A ti tampoco.

─Ya, voy a hacer como que te creo.

─Pensé que teníai claro que te odio, así que créelo nomás.

─No me odiai.

─Sí te odio.

─Nop.

─Sí.

─Nou.

─Yes.

─No.

─Sí.

Creo que estuvimos peleando sobre si lo odiaba o no hasta que llegamos a la casa de la Antonia.

─ ¿Aquí es el súper carrete? Está súper prendío ─comenta el Damián con sarcasmo.

─-Aquí no es, gil. Es la casa de la Antonia, la polola del Hueilo.

─ ¿Y por qué estamos en su casa?

─Porque nos iremos todos juntos al carrete. ¡Tan preguntón, Damián!

─No puedo evitarlo. No puedo evitar nada.

─ ¿Qué? ─lo miro con cara de "ké hueá".

─Nada ─se ríe.

No dejo de mirarlo como si estuviera loco, hasta que la Anto por fin nos abre la puerta.

─ ¿El Hueilo no venía con ustedes? ─nos pregunta mi amiga después de saludarnos con un beso en la mejilla a cada uno.

─ ¿Qué te hizo pensar que venía con nosotros? ─le pregunto obvia.

─ ¿Me estai?

─No, Antonia. No sé qué te hizo pensar que venía con nosotros.

─Puta, este hueón ─sacó su celular enojá y lo llamó─. ¿Dónde estai?... Ah, ya. Apúrate. Chao... Ya viene ─nos avisa.

─En dos horas más demás llega ─se burla la Camila.

─Esperémoslo 10 minutos, si no llega nos vamos nomás ─dice la Anto decidía.

Miro a la Cami interrogándola con la mirada por la actitud de la Antonia hacia el Hueilo y ella me susurra que después me cuenta.

Afortunada y sorpresivamente, el Hueilo llega en terrible poco rato. Pero no viene solo, viene con tres hueones y dos minas. Y una de las minas, es la Adriana Andrea.


Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora