veinticuatro

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Después que el Damián se va, mis papás todavía no llegan. Me cuesta caleta que mi hermano me haga caso y se vaya a acostar, pero tengo que aceptar los términos y condiciones. Tengo que acompañarlo en su pieza mientras se pone pijama, pero no puedo mirarlo mientras se lo pone. Y tengo que quedarme con él hasta que se quede dormido, porque la película le dio miedo.

─Ya po, duérmete ─lo reto porque está jugando con el celular.

Sorpresivamente me hace caso. Se da vuelta a modo de quedar dándome la cara.

─ ¿Te gusta el Damián?

No me espero esa pregunta. Lo único que atino a hacer es un gesto de asco.

─ ¡No! ¡Obvio que no! Aparte me cae mal ─le respondo rápidamente.

─ ¿Entonces tú le gustai?

─ ¡No! Tampoco.

─Yo creo que sí. Deberíai pololear con él. Me cae bien.

Después de decir eso me da la espalda y se queda dormido.

\\

El domingo despierto a la hora del pico y me doy cuenta de que no estoy en mi pieza. Estoy en la pieza de mi hermano. Veo que estoy tapada con unas frazadas, que supongo que me pusieron mis viejos encima cuando llegaron. Es un milagro que mi hermano no tenga sus patas o brazos encima de mí.

Voy a mear y me aprovecho de meter en el celu. Reviso mi Facebook y cacho que tengo notificaciones. El Damián me etiquetó en un estado hace caleta de horas:

Camino al supuesto mejor carrete de mi vida :) ─con Priscila C.

Psicopateo los likes y veo el de la maraca de la Adriana. Ahí es cuando todo me calza. La hueona no sé cómo mierda supo que íbamos al mismo carrete, pero lo supo. Era mucha coincidencia encontrarla ahí.
No le comento ni una hueá al Damián por gil. Pero después le pongo una carita enojá. Después le respondo los WhatsApp's a mis amigas. Las culiás se enojaron caleta porque me fui del carrete sin ellas.

\\

El mismo domingo, después de almuerzo, el Damián vuelve a venir a mi casa. Esta vez quiere que le enseñe matemáticas, pero así en serio. Se nota que está urgido por la prueba que tiene el lunes, porque no me tira los corríos. Eso sí, lo cacho varias veces mirándome como si yo fuera una de esas hueás pa' hiptonizar, pero lo reto y se vuelve a concentrar en lo que le estoy explicando. Cuando termino de enseñarle me devuelve las plata que le presté pal' taxi a modo de "paga". Y se va de mi casa sin haberme dicho nada fuera de lugar, lo que me deja un sentimiento raro y me dan ganas de cachetearme a mí misma.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora