(Damián).
Estoy estresao' porque estoy tapao' en pega, cuando suena mi celular cortándome toda la inspiración. Como estoy solo, contesto no más. Es un número desconocido.
─ ¿Aló? ─respondo, un poco mala onda.
«Si me llaman pa' cobrarme hueás, de las chuchás no se salvarán...».
─Hola, Damián. ¿Cómo estai?
«¿Quién chucha es?».
─ ¿Quién habla? ─pregunto extrañado, enderezándome un poco en la silla.
─Yo po. ¿Ya te olvidaste de mí? ¡Qué feo!
«¿Me quieren hacer el cuento del tío o qué chucha? Tan hueón no soy...».
─ ¿Clotilde? ─pregunto.
«No conozco a nadie que se llame así, aparte de doña Clotilde, alias la bruja del 71, así que a mí no me vienen con cuentos del tío».
─ ¿Quién chucha? ─pregunta la mina, riéndose─. Soy la Camila, agilao.
─ ¿Camila cuánto?
«Solo una Camila puede ser...».
─Tu socia ─responde.
« ¡Es la Camila que pensé! ».
─ ¡Wena, Cami! ¿Cómo estai?
─Bien po. ¿Y tú?
─Tapao' en pega.
─Pucha... qué lata... y justo te quería pedir que nos juntáramos...
─ ¿Pa' qué?
─Necesito hablar contigo urgente sobre tú sabí qué.
« ¡Chucha! ».
─Ya, mira, me intentaré desocupar temprano y... ahí te aviso ─me rasco la nuca.
─Ya, pero es urgente. ¿Nos juntamos donde la otra vez?
─Sí, ahí mismo.
─Ya, dale. Chao. See you there ─me corta.
Apenas termino la pega, suspiro con alivio y le mando un WhatsApp a la Cami. Nos juntamos donde la otra vez, donde nos juntamos hace años... El árbol que aquel entonces era una hueá diminuta, ya está terrible grande. «Cómo pasa el tiempo, hueón...».
Llego al parquesito y ella está sentada en la misma banca de cinco años atrás. Despega los ojos del celular y me sonríe. Está con el pelo azul la loquilla.
─ ¡Wena, Damián! ─se para y me da un abrazo corto.
─ ¡Tantas lunas, Camiloka!
Toma asiento nuevamente y yo la imito. Ella cruza sus piernas como india y fija su vista en el árbol.
─ ¡La cagó lo grande que está ese árbol! ─lo apunta y yo lo vuelvo a mirar─. ¿Tantos años han pasado?
─Así parece... ─comento─. Cinco, más o menos.
─Caleta... Supongo que sabí porqué te llamé.
La miro pa' evaluar su cara.
─Creo que sí... ─le digo─. ¿Está bien? ¿Le pasó algo?
Ella me mira con una sonrisa.
─Está perfect la Prisci.
Escuchar su nombre de nuevo me provoca nostalgia y hace que mi corazón dé un salto, todavía...
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Vira de mi vida, culiao.
RomanceNada más penca que tener que pasar el dieciocho de septiembre junto al ahueonao primo de tus primos... Aunque con unos cuantos terremotos cambia toda la perspectiva. La pregunta es; ¿se vira o no se vira de mi vida el culiao?