cuarenta y seis

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Me lanzo a sus brazos y me lo como a besos... ah, la hueona caníbal.

─Hay personas que nos están mirando... ─me avisa mi pololo cuando hacemos una pausa.

─ ¿La dura? ─le pregunto mordiéndome el labio.

Él asiente.

Agarro su mano y me doy vuelta, empujándolo hacia el gimnasio, mientras mi familia, mis amigas y unos cuantos hueones más que son irrelevantes nos siguen con la mirada. Enteros sapos.

El Damián los saluda a todos y nos quedamos a ver la final de la hueá de presentación donde salen dos cursos más. Las últimas presentaciones son en el otro bloque.

─ ¿Cómo viniste?, ¿quién te trajo? ─lo interrogo al salir del gimnasio durante el mini-recreo que dan cuando termina el antepenúltimo bloque del acto.

─Vine en bus po. Mi viejo me mandó plata pa' los pasajes...

─ ¿Ah sí? Wena... ¡Feliz cumple de nuevo, pero ahora en persona! ─lo abrazo.

─Gracias de nuevo, pero ahora en persona, Priscilove... Bailaste súper lindo.

─ ¿Me alcanzaste a ver?

Él asiente y me queda mirando.

─ ¿Qué? ─le pregunto─. ¿Tengo un moco?

─No, ná que ver ─el Damián se ríe─. Dos mocos.

No le creo, pero igual me tapo la nariz.

─ ¿Me estai huebiando? ─le pregunto insegura.

─Sí... ─traga saliva─. Tení tres mocos ─agrega cuando ve que saco mi mano─. No, si no tení mocos, loquilla.

─Soy pesao ─le pego en el brazo─. ¿Por qué no me avisaste que veníai?

─Era sorpresa.

─ ¡Niños! Sáquemonos una selfie ─mi mami nos interrumpe─. Ya, posen.

Nos sacamos caleta de fotos más, y después volvemos al gimnasio a ver el último bloque del acto, porque baila mi hermano, y cuando termina nos vamos al toque pa' mi casa.
Apenas me bajo del auto, el Damián me agarra del brazo.

─ ¿Te tinca si vamos a una plaza? ─me pregunta.

─Sí, dale, pero me voy a cambiar ropa primero, nica voy con este traje.

Él asiente.

─Te voy a estar esperando en la plaza sí... ─se rasca la nuca.

─ ¿Por qué?

Me queda mirando, no pesca mi pregunta y se va.

«Algo le pasa a este...».

Cuando llego a la plaza, el Damián me hace señas sentado en el pasto, pa' que me siente a su lado.

─ ¿No hay caca? ─le pregunto.

Él le echa una mirá rápida al pasto y niega con la cabeza. Finalmente me siento en el pastito y suspiro.

─ ¿Te pasa algo? ─le pregunto acariciando su espalda.

─Priscila... Es que... No podemos seguir así... con esta relación a distancia...

Mi corazón empieza a latir como loco después de escuchar eso.

«Va a terminar conmigo...».

─ ¿Por qué? ─le pregunto en un susurro. Apenas me sale la voz.

─Porque... deberíai seguir tu vida con otro hueón, Prisci, alguien que pueda estar contigo físicamente, cuidánd...

─Ya hablamos de eso, Damián, córtala ─lo interrumpo─. Yo te quiero a ti, no a otro mino. Te amo a ti, entiéndelo ─me hinco en el pasto y le empiezo a dar besos.

─Prisci, de verdad ─se separa de mí después de comernos durante un tiempo que no mido─. Cuando estabai bailando con este gil, el Rodrigo, caché que ustedes tienen onda y...

─ ¿Por eso ibai saliendo del gimnasio? ¡Entiende que no tenemos onda con el Rodrigo, así se baila la cueca, Damián! ¡No seai agilao! ─me altero pero intento calmarme─. ¿Te gusta otra mina? Porque si es así, no me veng...

─ ¡No, Priscila! ─me interrumpe─. Yo te amo a ti, y nunca te cagaría con otra.

─ ¿Entonces por qué poní tanto atado?

─ ¡Porque ni siquiera nos podemos ver! Yo me pongo celoso estando lejos de ti... pienso en todos los hueones que sí pueden estar contigo... que pueden mirarte a los ojos, tocarte el pelo, abrazarte, darte besos y yo... no puedo seguir así, me hace mal.

─Si confiarai un poquito más en mí...

─Obvio que confío en ti, en los que no confío son en esos maricones del Roberto y el Rodrigo.

─El Roberto sale de cuarto este año, y no lo voy a ver más. Ni siquiera lo he visto en este tiempo. Y el Rodrigo es mi amigo solamente, y si bailé con él fue porque el profe de educación física lo eligió...

─Priscila, no me hagai esto más difícil... Tenemos que terminar ─susurra.

Las lágrimas caen por mis mejillas sin parar, y me las seco con rabia.

─Bueno, terminamos entonces ─le respondo seca, poniéndome de pie.

Él me imita y me agarra las manos.

─Quiero que sepai que siempre vai a ser mi primer amor, y que te amo.

Levanto la vista y veo que también se le caen las lágrimas. Yo me quedo inmóvil, mientras él me da un beso en la frente, me abraza y se va... y ahora sí que se va pa' siempre.

Vira de mi vida, culiao.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora