Duro y rápido
Abro mis ojos de repente para encontrarme sola en mi cama. Miro hacia la ventana y la luz natural se filtra embelleciendo mi habitación con tonos naranjas y más claros. Me levanto de la cama con lentitud y voy directo al baño con pasos flojos y cansados.
Ayer fue un día algo raro, con muchas sorpresas. Entre ellas, la vergüenza de tener un ataque de ansiedad delante de Harry, sé que no fue un sueño, pero qué más da. Sé que él es capaz de guardar ese secreto, ¿Por qué? No lo sé, sólo lo intuyo.
Salgo al pasillo dando un bostezo y me dirijo a la última habitación. Toco la puerta pero él no me contesta, abro la puerta y no está dentro.
― ¿Dónde estará? ―me pregunto haciendo una mueca y me paso las manos por la cara para desperezarme un poco. Aún siento un leve dolor en el brazo.
¿Qué se supone que tengo que hacer? Si me quedo sin hacer nada no tendré más remedio que ponerme a pensar, y no creo que sea buena idea quemarme el cerebro con mis pensamientos repetitivos. Algo tengo que hacer.
Decido lavar. En realidad, no es la gran cosa. La lavadora hace todo, lava, seca, todo. Luego de lavar empiezo a despolvar los estantes de la biblioteca. Coloqué música a todo volumen, sólo así evito pensar en lo que no debo.
Joder, lo peor de la caída fue que no aprendí a manejar. El golpe no valió la pena, y eso que ya me había resignado que por lo menos me llevaría un golpecito. Pero para nada.
Horas después Harry no se ha reportado en todo el día y no es como si estuviese en la obligación de reportarse, pero no sé qué me pueda decir después de lo sucedido anoche, sé que él estaba allí, las imágenes parecen irreales pero yo sé qué pasó por más que parezca un sueño, sé que fue real. Me cargó y me llevó a mi habitación, me cantó una canción que no recuerdo y... me quedé dormida. Claro que fue real.
Mientras estoy repasando la clase de Matemáticas escucho un ruido sordo gracias a que dejé mi puerta abierta a todo dar, viene de la sala. Cierro mi cuaderno y salgo de la habitación, camino por el pasillo y bajo las escaleras sigilosamente. Llevo el cabestrillo en la mano, no sé si ponérmelo o seguir paseándolo como he hecho todo el día. Me dirijo hacia la cocina con pasos lentos y me detengo al oír que Harry está hablando con alguien más.
― Yo no soy la niñera de nadie. ―él está hablando por teléfono―. ¿Crees que me gusta estar pendiente de todo lo que hace Grace?
¿Con quién está hablando? ¿Será con su madre? ¿Por qué parece enojado?
― No puedo salir porque tengo que ver que no se meta en problemas como si tuviera catorce años. ―farfulla en voz baja y ruedo los ojo, yo no doy problemas de ese tipo―. Todo esto me está afectando y no sé por qué. ―silencio por algunos segundos―. Ella no me gusta, ¿Qué demonios te pasa?
Oh, qué bien. En mis riñones.
― Escucha, mi madre me obligó a tratarla como si... como si fuera mi hermana. ―susurra y hago un mohín―. Yo no quiero que ella sea mi hermana porque simplemente no lo es ni quiero que se comporte como eso. ―masculla rápidamente y luego más silencio―. La he tratado bien últimamente, no hemos discutido más, creo que no hemos tenido razones. ―él dice algo más pero lo dijo en voz muy baja y no pude oírlo.
¿Tiene Psicólogo personal o qué?
Creo que mejor dejo de oír, esto de ser chismosa no va conmigo. No tanto.
ESTÁS LEYENDO
Aléjate
Narrativa generale[EN EDICIÓN] Desde el principio siempre tuvieron razones para no mirarse ni hablarse, pero ambos saben que lo prohibido y lo peligroso siempre es codiciado por todos y ellos no serán la excepción. Romper las reglas siempre fue y será elección de amb...