Capítulo 14

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Bofetada


Espero a que entre la jodida camioneta y que el portón se cierre porque no quiero que nadie vea si me caigo o no. Resoplo al ver que se baja de la camioneta una rubia con un vestido demasiado corto y dos morenas, una de ellas lleva el cabello un poco alborotado que le queda bien; la otra tiene un piercing en el labio y otro en la ceja. Ellas se acercan con cautela, mirándome con disimulo fatal.

― ¿Tú? ―me pregunta una de las morenas cruzándose de brazos mirándome de arriba abajo.

Resoplo y miro hacia la casa disimuladamente. Sin señales del Grinch.

― ¿Qué haces aquí? ―pregunta la rubia, tal vez debería decirle que casi se le ve un pezón con ese escote.

― ¿Tienen algún problema conmigo o qué? ―espeto y ellas se miran con asombro.

― No puedo creer que estés aquí, claro está, que tú no eres muy apreciada por Miranda. ―sigue hablando la rubia.

― ¿Miranda? ―pregunto con arrogancia y suelto una carcajada―. Miranda me puede lamer las botas, estoy aquí y puedo ir y venir cuando se me antoje. ―suelto y ellas se sorprenden.

― Esta es la casa de Harry no entiendo qué haces aquí.

― ¿Ah sí? ¿La casa de Harry?―susurro observando disimuladamente mi alrededor por enésima vez―. ¿Eso fue lo que les dijo? ―les pregunto y ellas asienten con indiferencia.

Es un mentiroso, ¿Cómo pudo decir que esta es su casa?

Claro, al inicio me dijo que no quería que nadie supiera que somos hermanastros, eso explica por qué me ordenó que me encerrará. Qué inteligente es, esconderme para que nadie sospeche que compartimos la casa. Y la saliva. Pero no puedo creer que invitó a todos sus amigos aquí sabiendo que yo podía bajar y ser vista por todos. O es idiota o ya no le interesa que todos sepan que vivimos en la misma casa.

― Bueno, me aburrí hasta los tuétanos, ya me voy de esta fiesta de idiotas. ―les digo y sigo mi camino hacia el portón.

― ¿Esa moto es tuya? ―me pregunta la morena.

― ¿Por qué lo preguntas? ―no me giro.

― No sé, tal vez te la estés robando, como no la has encendido.

― Sí es de ella. Miranda dijo que sufrió un accidente en una moto y que por desgracia había quedado viva. ―dicen y no les presto atención.

― Usen condón. ―hablo sin mucha importancia.

Ellas se van murmurando hacia el patio trasero, aprieto el botón del control de seguridad del portón y empieza a abrirse. Salgo a la calle y sin perder tiempo me monto en la moto y noto que en realidad es grande pero me debo ver sexy o algo parecido.

Me coloco el casco con manos temblorosas por lo que se avecina, debo reconocer que tengo miedo, quién no.

Respiro hondo y recuerdo la lección de Andrés al pie de la letra.

― Ya sabes, Grace. Es fácil. ―me animo y enciendo la moto. Siento la adrenalina empezando a correr por mis venas y respiro hondo sin molestarme en calmar los latidos de mi corazón porque si lo pienso mucho voy a retractarme.

― ¡Oye, mueve ese culo! ―me gritan a toda voz desde atrás, me giro con cara de pocos amigos.

Un Aveo gris está estacionado atrás de mí. El portón empieza a abrirse de nuevo y justo en ese momento le doy rienda suelta a la moto sin titubeos.

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