Capítulo 21

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Siento que unos brazos cálidos me abrazan y me traen de vuelta al mundo poco a poco. Ese perfume que tanto me gusta, varonil y amaderado.

― Grace, por favor... ―me susurran mientras me toman la muñeca con suavidad.

― Suéltame. ―amenazo lentamente.

― Dame el arma...

Abro los ojos y aprieto mi mano derecha, siento el 9mm entre mis dedos. Alzo la cabeza y miro los ojos verdes de Harry, los cuales se han oscurecido.

Permanecí acurrucada aquí en este rincón, abrazando mis piernas como si se fueran a despegar de mi anatomía, pensando en que iba a hacer si esa puerta se abría y entraba un hombre que no fuera mi padre o Harry. Mi mente me abandonó por unos minutos, ni siquiera me di cuenta cuando Harry entró.

― Grace... ―dice y me saca de mis pensamientos. Él me quita el arma con cautela.

― No iba a hacer nada. ―murmuro sin mirarlo.

― ¿Por qué tenías el arma? ―me pregunta sacando el cargador. Bajo la mirada avergonzada de mí misma.

― No iba a matarme, si eso es lo que piensas. ―balbuceo y me pongo de pie, él se queda de cuclillas en el piso pero, sin apartar la vista de mí.

― La guardaré. ―le digo extendiendo la mano para que me entregue el arma.

Él sólo me mira sin expresión en el rostro.

― Si no me la das no tendré con que defenderme.

― ¿De quién?

El silencio invade la habitación y ya no me importa nada.

Pareces una desquiciada con esa arma. Habla la vocecita que tanto odio.

― Eso no importa ya.

― A mí sí me importa. ―afirma.

― Algún día lo sabrás. ―le digo y espero que sea suficiente.

― Me estás volviendo loco. ―exaspera poniéndose de pie.

Lo observo y realmente no me gusta ver a Harry con un arma.

― ¡No entiendo por qué coño tienes un arma! ―exclama enojado―. ¿Es por mí, Grace? ―pregunta y parece dolido.

― No, claro que no. ―me apresuro a decir.

― ¿Entonces? ―pregunta y no respondo―. ¿Por qué la tienes?

― Ya, Harry.

― Dime, Grace. Me importas, y no quiero que te hagas daño ni que nadie te haga daño. Quiero protegerte. ―agrega y no sé qué decir.

Joder.

― Me importas ―afirma de nuevo―, demasiado.

― Yo... ―niego con la cabeza. Soy un lío.

― No dejaré que te hagas daño. ―me promete y lo miro. Respiro hondo y trago.

― No me haré daño. ―digo en voz baja―. No puedo dejar a mi papá... ―él ya no está solo, Grace. Tú estás sola ahora.

― Sabes que es peligroso que tengas un arma.

― Tengo licencia para poseerla. ―miento y el sacude la cabeza―. No voy a pegarme un tiro.

Deja caer el arma y se aproxima a mí. No me muevo de mi lugar, sólo estiro las manos para que no se acerque pero, no es suficiente, aparta mis manos y yo retrocedo. Me hala hacia él y me obliga a mirarlo a los ojos.

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