Capítulo 15

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No olvides seguirme

Él no puede irse.

― Harry, sal de allí ahora mismo, deja a Grace en paz. ―lo regaña su madre desde afuera―. Le pedirás disculpas a Antonio y luego iras a limpiar toda esa basura.

― Anda. ―le digo y él se pone de pie con dudas.

― Gracias. ―dice y sale de la habitación, puedo oír como discute con Elena mientras se alejan por el pasillo.

Él asumió su culpa y de hecho él iba a golpear a mi padre por haberme golpeado eso es... impresionante. Me ha confundido un poco. Además, él salió a buscarme anoche.

Después de pensar y pensar, tomo la decisión de ir a ayudar a Harry a limpiar. Sé que es una estúpida decisión pero no quiero que mi padre entre a pedirme disculpas. Él ha mantenido en secreto lo del accidente y lo de mis ataques así que...

Bajo las escaleras sobándome la mejilla, aun me arde. Echo un vistazo hacia la sala para ver si mi padre está allí pero, no está gracias a Dios.

Camino hacia el patio trasero y no veo a Harry por ningún lado. Rodeo la casa y lo encuentro de pie amarrando una bolsa de basura, al parecer ya la llenó completamente. Tiene una fina capa de sudor y miro cómo se pasa la punta de la lengua por el labio inferior.

Carraspeo.

― ¿En qué te puedo ayudar? ―le pregunto deteniéndome a unos cinco metro de él.

Él da un respingo y me ignora.

― ¿Qué pretendes hacer? ―me pregunta a la defensiva.

― Sólo quiero ayudarte.

Él me mira fijamente por algunos segundos y rompe el contacto visual.

― No puedes. ―dice en voz baja mientras agarra otra bolsa.

― ¿Por qué no?

Él se da la vuelta ignorándome y se dispone a seguir recogiendo otras porquerías pero, lejos de mí.

¡Me está evadiendo!

― Espera. ―le pido siguiéndolo―. Sólo quiero estar contigo. ―digo y frunzo el ceño al escuchar lo que acaba de salir de mi propia boca―. Quise decir...

― No quiero que me ayudes. ―dice dándose la vuelta―. No quiero verte con la mejilla de ese color.

― Bueno.

Debo irme y no quedarme aquí tratando de ayudarlo a recoger toda la basura que él se merece recoger solo. Pero...

― En estos momentos no quisiera verle la cara a mi papá. ―balbuceo y él exhala.

― Está bien, si es porque no quieres ver a ese desgraciado ayúdame entonces.

― Me iré a limpiar hacia el otro lado si quieres. ―le digo y le arrebato una bolsa negra de la mano. Él resopla.

― No. ―me toma del brazo con cuidado―. Si me vas a ayudar lo harás cerca de mí.

― No quiero estresarte con mi cardenal en la cara. ―hablo en serio.

― Pues ya es tarde. ―me dice―. Si no quieres estresarme más entonces, permanece por aquí, donde yo te pueda ver. ―me explica.

― Está bien. ―me encojo de hombros y me voy caminando hacia el patio trasero.

Sonrío para mí misma y mi sonrisa desaparece al ver unos vasos desechables que están amontonados en el suelo lleno de no sé qué. Sólo los miro con asco.

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