Capítulo 48

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     Él me besa con fuerza y le respondo de la misma manera, o tal vez con más intensidad. Mi corazón se acelera más al saber que lo único que me cubre es la toalla. Eso lo va a hacer más fácil, pero... ¿Qué sé yo? Nunca he estado con nadie, me refiero a... alguien que me gusta, pero Harry no sólo me gusta, es mucho más que eso. Lo amo.

― No sabes cómo estoy... ―susurra contra mis labios y respiro hondo sin abrir los ojos―. No quiero perder el control, Grace. ―en su voz se nota la tensión.

― Harry... ―jadeo―. Confío en ti. Punto.

― Eso es suficiente. ―dice y vuelve a besarme. Nuestros labios se acercan y se alejan con vehemencia.

Él baja sus manos y me acaricia la cintura... caderas... muslos... eso me está gustando y él parece saberlo. Me besa el cuello y me muerdo el labio. Sin saber cómo, le quito la camiseta y él queda viendo hacia mi clavícula, sus pupilas se han dilatado y su respiración es un poco regular «Igual que la mía».

― ¿Hasta dónde llega la toalla? ―me pregunta y luego me mira. Frunzo el ceño―. Me refiero... ¿Cuánto tiempo la llevarás puesta?

― Creo que... ―me callo al ver que acerca su mano para despojarme de la toalla―. Espera. ―digo con rapidez―. ¿Qué me dices de ti? ―le digo y él me regala una media sonrisa.

― Eso puede esperar. ―dice y me hala hacia él. Joder.

Mi pecho choca con el suyo, se inclina un poco y me besa. Me lleva hacía la cama sin dejar de besarme y mi corazón se acelera mucho más.

― Esto llega hasta dónde tú quieras. ―me susurra y al sentir la cama detrás de mí, caigo sentada en la misma, él se sube encima de mí y me besa. Me deslizo hacia atrás cuando veo que él se inclina hacia adelante sin interrumpir el beso.

Oigo su respiración y luego siento su boca en mi cuello, empieza a besarme, a morderme... chuparme. Me muerdo el labio, las sensaciones llegan directamente hasta mi entrepierna y es cuando empiezo a jadear, mi cuerpo vibra con sus caricias. Sigue besando, mordiendo... hasta llegar a mis senos. Hago puños con las manos y me clavo las uñas en mis palmas, no me importa el dolor.

― Harry. ―musito sin querer. Demonios, como hace que me descontrole.

Respiro hondo y entrecortadamente cuando él me quita la toalla, en un movimiento rápido él se despoja del pantalón de chándal, luego se coloca entre mis piernas. Escucho un sonido raro, él tiene algo entre sus manos...

― ¿Estás... bien?

― Sí, no preguntes eso. ―jadeo. Entiendo... su preocupación.

Él lleva su boca a mis senos y cierro los ojos con fuerza. Oh, santa mi...

― Abre los ojos. ―me ordena y lo miro. Dios, esto es más intenso de lo que pensé que sería―. Quisiera ir más lento.

― No.

― Debería, pero las ganas que tengo de ti no me dejan. ―él parece estar luchando con él mismo porque su voz está cargada de ansiedad y enojo.

Sus ojos se han oscurecido, trago con fuerza y no evito gemir cuando él rodea con su boca mi pezón izquierdo. Chupa con fuerza y se me escapa otro gemido más fuerte. Contrólate, Grace.

― Harry... ―jadeo y él gruñe―. Oh... Carajo.

Doblo más las piernas y siento algo duro que roza con mi muslo. Llevo mis manos a sus cabellos cuando él se enfoca en el otro pezón. Mi grito ahogado se escucha en la habitación cuando él empieza a tocar mí clítoris con movimientos circulares. Cierro los ojos con fuerza y escucho que algo se rasga. Condón...

― Estás más que lista... ―dice―. Así me gusta.

Él me besa y se acomoda bien entre mis piernas. Sólo ahora me doy cuenta que cuando se quitó el pantalón de chándal también se deshizo del bóxer. Maldición.

― Harry...

― ¿Quieres que pare, Grace? ―me pregunta y su respiración es irregular. Trago con fuerza para poder articular alguna palabra sabia.

― Estoy bien.

― Oh... bien. ―dice y escucho que traga―. Escucha, llevo mucho tiempo queriendo hacer esto y probablemente no pueda tener el control que debería...

― Harry.

Por un instante me pierdo en su mirada ferviente, cuando lo conocí jamás imaginé que podríamos llegar hasta este punto.

― Dios... ―susurra y me penetra lentamente. Me aferro a sus bíceps con fuerza y él se apoya en sus codos―. Maldición...

Oh.

― Grace...

Él sale y entra otra vez pero más rápido, como si no quisiese dejar de estar dentro de mí. Oh por Dios, me gusta esto. Es diferente, es... sensacional.

― Mírame, Grace. ―ordena con voz ronca y obedezco al instante.

Empieza a moverse y poco a poco aumenta la velocidad. Me besa bruscamente y mis manos recorren su espalda. Él gime cuando entrelazo mis dedos en sus cabellos y tiro un poco de ellos. Empiezo a tensarme lentamente y él se detiene para empezar entrar y salir lentamente. ¡No!

― Despacio, Grace. ―me susurra―. Porque... joder.

Él me besa el cuello y chupa con fuerza. Sé que pretende dejarme una marca. Su frente tiene una fina capa de sudor... sé que se está conteniendo por como aprieta sus puños.

― Me perteneces. ―afirma con voz ronca―. Desde hace mucho, ahora y para siempre...

― Ay, sí... ―hablo entrecortadamente y él acelera sus embestidas―. Oh... ―lo miro y en este instante no me importa mi timidez... empiezo a gemir y a deslizar mis manos por toda su espalda, por su cabeza, bíceps... nos besamos con fuerza y un poco de brusquedad. El roce de mi clítoris con él... ¡Santo Dios!

― Vamos, Grace. ―susurra con voz salvaje contra mis labios―. Ahora.

Dice algunas cosas más pero, no entiendo nada, no tengo nada en la cabeza sólo él y yo... aquí. Me pierdo en un segundo y el placer estalla dentro de mí, le entierro mis uñas en la espalda; grito algo y no paro de gemir, un segundo después él también se libera dentro mí gritando mi nombre junto con otra palabra inentendible. Oh por...

―Ay, por Dios. ―susurro.

Intento recuperar mi respiración regular pero, es imposible. Los latidos de mi corazón son rápidos. Se deja caer sobre mí y busca mi boca con la suya entre jadeos y me besa con vehemencia.

― Mía. ―habla―. Sólo mía... ―no digo nada. Con decir mentalmente que soy suya me basta en estos momentos.

Lo miro. Aún mi corazón busca calmar sus rápidos latidos pero, lo único que quiero es estar cerca de él en este momento, más nada importa a mi alrededor, sólo quiero permaneces así. No quiero que él se aleje un centímetro de mí.

― Te amo, Harry Coleman. ―digo aún con la respiración un poco alterada.

― Yo te amo mucho más, Grace Schneider.

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