Capítulo 41

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― ¡Harry, ya estoy lista! ―exclamo recorriendo el pasillo hacia las escaleras.

― ¡Estoy esperándote! ―me contesta desde la sala y me sonrío.

Empiezo a caminar arrastrando una maleta, él no sabe que llevo una maleta y ahora me arrepiento de no decirle, porque pesa una barbaridad.

Arrastro la maleta por la sala hacia la puerta. Supongo que me está esperando en la calle. No falta mucho en que reciba una llamada y empiecen las preguntas.

― Esto irá en el baúl del carro. ―señalo la maleta―. Y esto contigo. ―le digo dándole mi cartera de cuero. Él está en la acera y la puerta del conductor ya está abierta.

― ¿Qué haces con esa maleta? ―dice haciendo una mueca.

― Mi ropa.

― Grace, no estamos huyendo, sólo dijiste que querías cambiar de casa.

― Sí, pero...

― Regresarás en menos de una semana. ―me corta con aburrimiento―. Cuando la marea baje.

― Como sea. Aquí van todas mis cosas personales. ―le informo moviendo mi cartera―. No la abras. ―le ordeno.

― No veré tus tampones.

― Que gracioso.

― Yo sólo debo dejar el auto por ahí, no estaba en los planes esa maleta. ―continua quejándose y yo resoplo.

― Pero la va a llevar el auto, no tú. ―él se cruza de brazos con expresión testaruda―. Por favor.

Él suspira y sacude la cabeza dándose por vencido.

Nos miramos por algunos segundos sin decir nada. Cierro la puerta y me acerco a él arrastrando la maleta conmigo y observo bien su rostro.

― ¿Te duele? ―le pregunto mirando sus labios.

― No. ―dice.

― Harry, dime.

― Sólo me golpeó en la nariz, ¿Contenta?

Niego con la cabeza mientras hago una mueca.

― Hombres. ―murmuro.

― Tenemos que irnos. ―refunfuña cogiendo mi maleta y arrastrándola hacia el maletero del auto.

Dejé todo en su lugar, nada sospechoso. Sin electricidad, clave segura... todo estará bien.

― Sólo espero que... no te arrepientas de esto, Grace. ―me dice deteniéndose.

― Harry, estaré contigo. ―le digo y él me mira―. No creo que me arrepienta.

Él se acerca a mí y me abraza.

― Te amo. ―me dice y sé que espera una respuesta igual, pero joder, me cuesta si quiera pronunciarlas―. No te arrepentirás de estar conmigo. ―alardea y clavo un dedo en las costillas.

― Oye, qué presumido.―le digo y él ríe con suavidad.

― Debemos irnos. ―me dice y asiento cuando me aparto―. Pero, déjame ver tu mejilla. ―sacudo la cabeza―. Grace.

― Ya la has visto varias veces, es sólo un golpecito.

― Por favor, no me recuerdes ese golpecito.

― Entonces no veas más mi mejilla. ―hablo y él suspira con exasperación―. Sólo sígueme, iré lento.

― Ese es otro problema. ―sé que la idea de irme en moto y él en auto no le agrada, pero es lo que se hará así no le guste.

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