Capítulo 49

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Camino en círculos por la pequeña sala. No sé cómo me estoy sintiendo, son muchas emociones que me arropan, son casillas siete de la mañana. Anoche... anoche pasaron muchas cosas, no puedo negar que hubo momentos en que... por mi mente pasaron otras imágenes... imágenes que no pienso decírselas a Harry. De hecho... jamás pasó por mi cabeza siquiera decirle algo al respecto. No quiero que vaya y mate a Efraín.

Mi madre debe estar en la clínica y se supone que debo ir. Lo único que me detiene es Harry, aún no se ha despertado. Y... no quiero verlo, siento algo de timidez, después de lo que pasó anoche siento que... si lo miro sentiría... ¿Vergüenza? ¿Pena? No sé cómo estuve anoche, joder, no es que tenga experiencia en eso.

Debí despertar a Harry, pero está profundamente dormido. Así que... literalmente lo intenté.

Respiro hondo, hace rato saqué la moto al patio y ya tengo las llaves. Llegó la hora. Echo un vistazo hacia la sala..

― ¿A dónde crees que vas sin mí? ―pregunta una voz ronca desde el pasillo y doy un suspiro de derrota.

― Eh... ―me doy la vuelta y me encuentro con los ojos de Harry―. ¿Cuándo despertaste? ―pregunto mirando que lleva puesto un jeans oscuro y una camiseta gris. Tiene una sudadera agarrada en la mano.

― Hace... ¿Media hora? ―dice―. Estoy despierto desde que saliste de la cama.

Miro hacia el suelo y trago. Esto es... intimidante. Estoy muy nerviosa... ¿Qué debo decir?

― ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ―pregunta acercándose.

― Emm, sí... claro. ―farfullo y mi corazón se acelera cuando él me abraza.

― ¿Qué pasa? ―dice y frunzo el ceño―. ¿Por qué...?

― Estoy nerviosa. ―suelto―. No sé... qué piensas ahora de mí, después de lo que pasó anoche.

― ¿Qué debería pensar? ―él se aparta y yo miro hacia la pared―. Grace, mírame.

― No entiendes... ―musito sintiéndome triste.

― Por favor, mírame. ―dice y hago un puchero―. No tienes por qué sentirte así.

― Se supone que anoche tendría que ser mi primera vez, ¿No es así? ―le digo con sarcasmo―. Pero, no sé qué me pasa ―él retrocede un paso.

― ¿Estás diciendo...?

― Que estuve fatal.

― No, no... claro que no. ―dice y me acuna el rostro son sus manos―. No pienses así, no hables de esa manera.

― Es que, bueno.

― Me gustó todo de ti, tus gemidos, tus besos, tus... ―lo interrumpo besándolo y él me aprieta contra él dejándome claro que tiene una erección.

― Harry... ―cierro la boca al sentir el vibrar de mi teléfono en mi muslo―. Espera. ―le digo y él se aparta tomando una bocanada de aire. Igual yo.

Hace diez minutos encendí el teléfono. Se supone que recibiría una llamada en cuanto lo encendiera, pero no fue así.

Trago duro al ver el número de mi madre en la pantalla.

― Es mi madre. ―digo y carraspeo antes de contestar―. ¿Hola?

― Necesitamos hablar urgentemente. ―dice. Por lo menos esperaba un: ¿Dónde estás?

― ¿Dónde estás?

― Grace, esa pregunta es muy estúpida. ―espeta―. Ahora, quiero que llames a Antonio y lo tranquilices. ―ella está enojada.

― Está... bien. ―musito mirando al piso―. Iré...

― Nunca pensé que algo así podría pasar. ―habla y frunzo el ceño―. No tardes.

Ella cuelga y yo me mantengo con el teléfono pegado a la oreja. Pensé que iba a estar más furiosa.

― ¿Grace? ―Harry me saca de mis pensamientos―. No quiero preguntar si todo está bien, porque... ya sabemos la respuesta.

― Entre tú y yo todo está bien. ―le digo con sinceridad―. Pero entre el mundo y yo... todo es un caos.

― Mientras tú existas el caos no tiene cavidad. ―cierra la boca cuando mi teléfono vibra nuevamente.

― Una llamada. ―le digo haciendo una mueca. Miro el número de mi padre y me llevo la mano a la boca―. Esto es otro nivel. ―farfullo.

― ¿Qué pasa?

― Es mi padre, ¿Qué le digo? ―mascullo―. O sea, sí sé lo que voy a hablar, pero n-no sé si él me...

― Tranquila. ―me dice y lo miro―. Creo que es mejor que hables con tu madre primero. ―miro hacia el suelo. Joder.

Eso es un poco más tranquilizante. Creo que... debo irme ahora a hablar con mi mamá y luego hablaré con mi padre. Las cosas serán más fáciles así. Eso significa que no le contestaré la llamada a mi querido papá. Oh.

― Iré a la clínica.

― Vamos. ―me dice él agarrándome de la mano.

― Espera...

― Voy a ir contigo. ―afirma agarrando la manilla de la puerta.

― No camines tan rápido. ―balbuceo y él se detiene. Se gira un poco y evado su mirada―. Siento un molestia en mis muslos. ―musito y sé que está sonriendo.

― Eso me satisface de cierta manera y no fui nada brusco como pensé que sería.

Joder, como le gusta hacerme sonrojar. Salimos al patio y me miro los zapatos. Debí traerme unas zapatillas deportivas.

Escucho que cierra la puerta y luego doy un respingo cuando él me abraza por atrás.

― Siento haberte causado esa molestia. ―susurra en mi oído y trago.

― Emm... ―respiro hondo cuando me acaricia la cadera con suavidad y aprieta mi trasero hacia su erección.

― ¡Harry Coleman! ―le riño en voz baja como si alguien pudiera oírnos.

Me giro para mirarlo y luego me hala hacia él. Antes que pueda hablar me besa logrando que se me erice la piel. Me masajea los glúteos y es momento de interrumpir esto porque si no llegaremos tarde.

― Harry, por Dios.

― Siempre hay tiempo...

― No, mi madre... ―jadeo―. Mi madre está al borde de un infarto, tengo que ir cuanto antes. ―él se aparta y hace un mohín.

― Entonces, vamos antes que la mande a la... ―no termina la frase y se monta en la moto―. Las llaves, señorita Tentación.

― No seas payaso. ―le digo riéndome. Le entrego las llaves y trago antes de resignarme que tendré que abrirme... y montarme en la moto. Demonios.

― Grace, no insistas en recalcar tu dolor de...

― Cierra la boca. ―espeto y me monto en la moto justo cuando él la enciende.

Él ríe con suavidad y ruedo los ojos. Me pongo el casco y coloco mis manos en sus hombros.

Auch.

― Por lo menos podrías...

― Está bien señor piloto. ―farfullo y coloco mis brazos alrededor de su torso. Él se pone el casco con rapidez.

Pone la moto en marcha y salimos de los alrededores de la casa. Mi corazón se mantiene en un ritmo irregular debido a que no dejo pensar en lo que se avecina. Me repito una y otra vez que no me importa nada y que debo decirlo todo, pero por otra parte mi cerebro insiste en recordarme las posibilidades de consecuencias que todo esto llevaría.

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