Capítulo 59

18.1K 917 221
                                    

     Camino por la acera sin dejar de mira el suelo. No dejo de morder mi labio y lucho por mantener mis nervios fuera. He estado meditando mucho y he estado leyendo que estos momentos pasan. Tengo que acabar con esto. Hace varios meses pensaba que la única solución a esto era matando a Efraín, pero... ya no pienso igual. Además, no creo que él vaya a hacerme algo en plena cafetería a las nueve de la mañana.

Bueno.

Miro la cafetería del otro lado y claramente puedo ver a través del cristal la figura de Efraín. Cruzo la calle y sin vacilar entro a la cafetería. Camino directamente a la mesa que está situada junto al gran cristal, tomo asiento frente a la persona que en gran parte arruinó mi vida. Trago duro y lo miro mientras coloco mis manos sobre la mesa.

― Hola, Grace. ―dice y aprieto los dientes. Vamos, Grace deja tus nervios.

Él lleva una chaqueta negra, su cabello siempre corto y parece más joven de lo normal, a decir verdad nunca me había puesto a ver su apariencia.

― Dije que no te haría nada. ―habla y no puedo discernir su expresión―. Sólo quiero aclarar puntos en cuanto a Victoria.

― Bien.

― ¿Quién más sabe de esto? ―pregunta y frunzo el ceño―. ¿Quién sabe que estás hablando conmigo?

― Nadie.

― En realidad quiero saber a quién le contaste nuestra relación.

― ¿Relación? ―pregunto con una sonrisa de ironía.

― Sólo dime quién sabe. ―dice y me desconcierta su tranquilidad. Me doy cuenta que desde que me senté no he dejado de mover mi pie derecho.

― ¿Para qué quieres saberlo? ―pregunto y él aprieta la mandíbula provocando que yo trague.

― Es decir que, además de ambos, alguien más lo sabe. ―habla y quiero salir corriendo.

Él no ha hecho señales de que deba huir, pero... quiero irme. Mis emociones me están traicionando y creo que no debí haber venido sola. No entiendo por qué pensé que podía manejar la situación. Soy una tonta...

― Eso no es relevante, quieres hablar acerca de mi madre y...

― Porque pensé que nadie más sabía lo que pasó. ―espeta―. ¿Cuántas personas lo saben?

― Mis padres no lo saben, confórmate con eso. ―le digo―. Ahora, empieza a hablar o me iré.

― No quiero hablar más. ―dice y mi mirada cae en la suya rápidamente―. Ya tengo lo que quería. ―habla y los nervios empiezan aflorar―. Adiós. ―él se pone pie dejando algunos billetes encima de la mesa.

¿Qué?

Permanezco quieta sin creer que él se haya ido así no más. Ni siquiera le reclamé lo del video... «Dijiste que no lo harías».

Él planea algo y tú probablemente le hayas aclarado algunas dudas.

El tono de llamada de mi teléfono me saca de mis pensamientos, con toda la lentitud del mundo lo saco de mi chaqueta y miro la pantalla. Andrés.

― Confírmame la muerte de Kate.

― ¡¿Qué?! ―chilla y alejo un poco mi teléfono―. Escúchame bien Grace, no puedes hacerme esto, ¡No puedes!

― Cálmate, todo está bien, ya se fue.

― ¡Estará bien si no te ves con ese...! ¡Con ese ser despiadado hijo de las mil putas!

AléjateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora