Capítulo 11

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Yo te protegeré


Alfa Centauri está tan cerca y tan lejos, una estrella de la...

― Grace.

― No... ―ronroneo aferrándome a las sábanas, me acaban de despertar de un sueño tan lejano.

― La cena está lista.

Joder. Al final me quedé dormida, justo lo que no quería.

― ¿En realidad sabes cocinar? ―le pregunto aun con los ojos cerrados, quisiera enrollarme en estás sábanas pero mi brazo no me deja hacerlo bien.

― Si quieres saberlo entonces baja al comedor. Levántate, vamos a cenar.

― ¿Tú y yo? ―susurro.

― Al menos que tengas un amigo imaginario.

― ¿Sabías que mi estrella favorita es Sirius? ―le pregunto cuando me incorporo.

― ¿Eh?

― Nunca se lo he dicho a nadie. ―pienso en voz alta. No pretendía que él lo supiera pero, aun estoy dormida.

― Oh, que honor. ―dramatiza y lo miro incrédula.

― Oye, en realidad es un gran honor saber mi estrella favorita.

Me levanto de la cama y él sonríe.

Él no me dice ni una sola palabra mientras caminamos hacia el comedor. Oh, realmente sabe cocinar, ¿Eso es estofado? Me siento y él me ayuda en el proceso acomodando mi silla

― Creo que sí sabes cocinar.

― ¿Crees? Eso me ofende. ―dice tomando asiento.

― Bien. ―musito y no sé qué decir―. Gracias por hacer la cena.

― De nada.

Empezamos a comer y debo decir que es un excelente chef. Demonios ni siquiera puedo chuparme los dedos y sí que quiero hacerlo.

El silencio me incómoda.

― ¿Por qué te gusta la arquitectura?

― Porque me gusta. ―dice sin más y se lleva un bocado a la boca, es el quinto, ¿Los estoy contando? Qué bien.

― Es un buen resumen.

― ¿Por qué no almorzaste? ¿Quieres morirte? ―me pregunta en un tono antipático.

Sé que somos muy diferentes y que nunca nos llevaremos perfectamente pero, puede haber momentos de paz, como este.

― Puede que sí.

― ¿Por qué quieres morirte? ―indaga y me encojo de hombros―. ¿Es en serio?

Me llevo un bocado a la boca y lo miro como si no me importara el tema. Él mira su plato y parpadea tres veces, luego carraspea, traga y respira hondo, y esos son síntomas de la incomodidad.

― Nunca me ha importado lo que las demás personas piensen de mí. ―explica―. Sin embargo, ahora me importa lo que tú pienses de mí.

― ¿Desde cuándo? ―le pregunto y él se acomoda en la silla y piensa.

― Emm. ―piensa mirando hacia la pared―. Desde que te encontré en mi closet. ―habla y sonó como si se lo estuviera preguntando―. No, desde de tu cumpleaños. ―me mira esperando lo que voy a decir.

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