Capítulo 30

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 ¿Qué es todo esto?

Todo es diferente.

No sé si soy yo o... el aire de Londres es diferente al de L.A. el clima es diferente... todo es diferente. Las calles son empedradas, los árboles. Todo esto es hermoso.

Mi casa es... pues, no tiene un enorme patio, pues es una especie de apartamento o algo así. Sin embargo es acogedor y lujoso por dentro.

Respiro hondo cuando miro mi recamara. Es hermosamente grande, tiene una cama de dosel, todo parece tan impecable, tan perfecto. Los muebles... las cortinas, los cuadros. Un ambiente adulto y con un toque de adolescente.

Doy dos pasos y me detengo cuando mi cabeza trae a mi el dolor de estar tan lejos. Trago duro para no acabar con mi record... No he llorado en ocho horas.

No lo romperé... no romperé mi record.

Sólo basta con recordar un par de ojos verdes para romper en llanto sin importarme nada. Ya la suerte está echada... nada puede cambiar lo que me toca vivir ahora. Sola a Miles de kilómetros lejos de mi familia, justo en la boca del lobo.

*******

One last time
I need to be the one who takes you home...
One more time
I promise after that, I'll let you go
Baby I don't care if you got hurt in your heart...

Escuchar música no está ayudando. Sólo me hace enojar con el significado de todas. Todas, absolutamente todas están tocando la herida en mi corazón.

― Okay. ―me digo mirando mí alrededor y suspiro ruidosamente.

Está será mi casa ahora. Será algo parecido a mi nido. Un gran nido.

Mientras reviso algunos papeles referentes a esta propiedad mi teléfono suena. Mi nuevo teléfono. Me deshice del teléfono que Harry me había comprado.

― ¿Madre? ―contesto. Ella es la única que tiene mi número, por ahora.

― No, soy tu papá.

― Oh, justo iba a llamarte para decirte que...

― ¿Por qué no me dijiste que tenías número nuevo?

― Dije que iba a decírtelo. ―farfullo rodando los ojos.

― ¿Cómo estás? ¿Ya me extrañas?

― Papá... sabes que sí. ―musito.

― ¿Qué piensas hacer hoy? ―pregunta y hago una mueca.

― Bueno, es casi medianoche aquí, no es como si hubiesen muchas opciones.

― Oh, cierto. Aquí ya van a ser las cuatro de la tarde. Me imagino que no tienes sueño.

― No, pero... me acostumbraré rápido. ―mascullo―. Aunque el cansancio me dice que debo dormir.

― Bien. Te llamaré mañana, hija. Que descanses.

― Adiós, papá. ―me despido y cuelgo.

Miro mi nueva cama, aún me falta mucho que desempacar pero no quiero hacer nada. «Llama a Andrés» oh, se me había olvidado es pequeño detalle.

Busco en una pequeña agenda el número de Andrés y un pedacito de papel cae al piso. Miro ceñuda el papel con recelo... yo odio dejar notas en los cuadernos porque eso es lo que pasa: Salen volando.

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