Cuando logro reaccionar Elena está llorando como una Magdalena. Me armo de valor y termino de bajar los últimos escalones y camino hacia la puerta de la cochera. Corro a mi auto y me monto. Estando adentro suelto el aire y me doy cuenta que lo estaba reteniendo en mis pulmones inconscientemente.
Respiro hondo una y otra vez, esto no me calma ni un poco.
Conduzco por la autopista, necesito pensar sólo en mi viaje... sólo en mi viaje. Pero es imposible, yo sé lo que oí.
Me estaciono bruscamente y grito con todas mis fuerzas tirando de mis cabellos.
― ¡Esto no me puede estar pasando! ―bramo dentro del auto―. ¡Santo Dios! ―me paso las manos por la cara con exasperación―. No, no, no, no... lo que él dijo no es cierto.
Lo que dijo no es cierto, no es cierto, no puede ser cierto...
― Eso es. ―asiento como descifrando un acertijo―. Eso es lo que siento, eso... ―sacudo la cabeza―. ¿Cómo no lo supe? ―yo también me he enamorado sin darme cuenta, eso era toda mi confusión.
Soy una idiota de por vida.
― Él me ama. ―digo apretando con fuerza el volante―. Harry me ama... ―susurro y algo en mi pecho se estruja. Esto es mucho para mí, siento que no puedo con nada.
Justamente descubro qué es lo que siento por Harry cuando voy a comprar las maletas para irme lejos. Que desdicha. ¿Alguien me odia allá en el cielo? Porque sin duda alguien tiene que odiarme, estas cosas no me pueden pasar como si nada.
Suspiro y pongo el carro en marcha. Él me ama.
*******
Camino por el Centro Comercial perdida en mis pensamientos, he chocado con varias personas que no ven por donde caminan. ¿Por qué se atraviesan?
La despistada soy yo, lo reconozco. Pero, tengo mis razones para andar en otro mundo.
― ¡Grace! ―exclaman desde algún lugar. Miro mi alrededor confundida y otra vez alguien choca conmigo.
― Disculpe. ―digo de mala gana a la mujer que me ignora y sigue su camino.
― Hey, idiota ¿No me ves? ―me doy la vuelta y ruedo los ojos al ver a Giselle con su melena negra.
No quiero hablar con nadie menos con ella.
― Hola. ―digo secamente.
― ¿Qué haces aquí?
― Iba a comprar unas maletas.
― ¿Necesitas ayuda?
― ¿Qué? ―espeto incrédula―. ¿Estás bien?
Bueno no tengo la culpa de haberme sorprendido, Giselle no es muy amable conmigo y tengo todo el derecho de sorprenderme por su amabilidad.
― Deja la estupidez y vamos. ―me dice entrando a la tienda que tenemos al frente.
La sigo ceñuda, ¿Qué le pasa? ¿Esa es Giselle?
― ¿Azul o Roja?
― Negra. ―respondo y ella rueda los ojos.
Ni siquiera le pongo atención a la tienda, simplemente quiero mis maletas y ya. Como si quisiera perder mi tiempo eligiendo la más bonita.
― Oye, ¿Cómo está mi padre?
― No sé, ¿Lo has llamado?―pregunto sin mirarle.
― Emm...
― Bueno, eso lo dice todo. ―murmuro―. Si quieres saber de él, deberías llamarlo.
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Aléjate
Ficción General[EN EDICIÓN] Desde el principio siempre tuvieron razones para no mirarse ni hablarse, pero ambos saben que lo prohibido y lo peligroso siempre es codiciado por todos y ellos no serán la excepción. Romper las reglas siempre fue y será elección de amb...