Capítulo 3

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Ducati


Mi relación con Harry se ha mantenido a varios "Hola" formales y estrictamente si es en frente de Elena o mi padre, no me ha molestado eso, sin embargo él suele poner música en su habitación que me agrada, mucho de Michael Jackson, Queen, Coldplay, Maroon five, Drake, entre otros veinte cantantes, el noventa por ciento de ellos me encantan, sólo por eso no me molesta cuando coloca la música a todo dar.

En medio de un recorrido hacia la cocina en busca de algo dulce que calme mi ansiedad me encuentro con él acabándose de servir jugo de naranja. Al instante retrocedo para irme pero, ¿por qué? Por Dios, somos cercanos, las reglas no aplican en este caso.

Avanzo evitando mirarlo pero olvido a qué venia, ¿qué era lo que iba a hacer? Mi cerebro suele tener un cortocircuito en este tipo de situaciones, pero me limito a buscar un paquete de galletas ya que el helado Napolitano está en la nevera y... él está recostado contra ella mirándome quizás.

Miro la repisa más alta... ¿Por qué allí? Mi papá mide uno ochenta, él cree que yo mido lo mismo, ¿Por qué tiene que poner la caja de galletas en la última repisa de la alacena? Ni siquiera él alcanza y lo hace desde que tengo uso de razón y desde entonces he necesitado subirme a una silla para tomarlas cómodamente, y desde luego que no lo haré delante de Harry.

―No creo que alcances tus dulces, niña. ―Murmura él y me giro para verlo. Él no me mira, simplemente se mantiene recargado contra la nevera y bebe de su vaso. ¿De dónde vino ese "niña"?

―¿Estás hablando conmigo?

―¿Ves otra niña por aquí? ―replica y me cruzo de brazos.

―Yo no soy una niña.

―Oh cierto, tienes veinte años. ―Dramatiza―. Pero, ¿qué chica de veinte años mide un metro? ―lo miro con los ojos entornados, consiente que él no me está mirando.

―Mido uno sesenta y dos, para aclarar. ¿Qué haces que no te has ido? ―espeto y él me mira.

Wow.

Ya he dicho que tengo que halagarlo por sus ojos. Sé reconocer la belleza independientemente de quién se trate.

Sus ojos verdes reflejan que lo he cabreado al echarlo de la cocina, y eso me hace romper el contacto visual de inmediato. Sin embargo él me sorprende acercándose a mí, intento retroceder porque me ha tomado por sorpresa pero mi cintura choca con el borde de la encimera y mi corazón da un vuelco cuando él queda frente a mí. No soy capaz de decir nada ni de apartarlo porque inmediatamente él se alza un poco para agarrar la caja de galletas de chocolate que está en la alacena, lo único que miro es... la bragueta de sus jeans la cual está a pocos centímetros de pegarse a mi abdomen. Esto es mucho, se ha acercado demasiado y mi pulso ya va a mil por hora con sólo ver la escena pero no hago nada para salir del incómodo momento.

Él se aparta y me ofrece la caja como si nada.

―Tómala ―dice y reacciono. Agarro la caja y soy incapaz de mirarlo, quisiera insultarlo pero, él me hizo un "favor" sin yo pedírselo y... ¡¿No pudo hacerme a un lado y agarrar la estúpida caja?

―G-gracias... ―tartamudeo dejándole claro que me intimida y carraspeo.

―Sabes, podrías dejar de actuar como si yo fuese a golpearte. ―Comenta y lo miro fijamente.

―No actúo de esa forma.

―Sí lo haces, y es molesto. ―Agrega y simplemente se da la vuelta y desaparece de mi vista.

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