Capítulo 29

22.2K 1.4K 225
                                    

     Miro la puerta de mi cuarto con nerviosismo. Estoy sentada en mi cama... Estoy esperando que Harry llegué. No son más de las once de la noche. ¿Dónde puede estar? Ya me preparé mentalmente y estoy tratando de despedirme de él. Pero, él no está colaborando.

Suspiro con cansancio, tal vez debería llamarlo. No, mejor espero a que llegue.

Ya es medianoche y no tengo sueño. Llevo mucho rato sin llorar, creo que se me acabaron las lágrimas. No pude despedirme de Karla, ella sigue con su teléfono apagado y de nada servirá ir a su casa si ella no está allí.

― ¿Dónde estás Harry? ―me pregunto―. Sólo quiero despedirme de ti y agradecerte por protegerme durante estos meses...

Me armo de valor y agarro mi teléfono. Marco su número y respiro hondo antes de acercar el teléfono a mi oreja.

Tono... tono... buzón.

Algo me dice que no me quiere contestar. Hago cuatro intentos más y resoplo con exasperación. Si no me contesta la llamada entonces... leerá mi mensaje, pero no puedo irme sin despedirme de él.

Sé que han pasado muchas cosas entre nosotros, pero creo que no es justo irme sin despedirme de la única persona que me mantuvo a salvo. Adiós, Harry.

Le envío el mensaje y trago duro para no llorar. Quisiera escribirle que escuché lo que le dijo a su madre pero no tengo el valor.

Doy un respingo cuando mi teléfono suena. Miro rápidamente la pantalla y me entran los nervios. Harry me está llamando. ¡Me está llamando!

Trago antes de contestar.

― Harry...

―¿Por qué me haces esto? ―me pregunta con voz débil.

― ¿Harry? ¿Estás bebiendo? ―hablo―. ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ―escucho su suave risa.

― ¿Preocupada por mí? ―dice y respiro hondo.

― Ya te dije que sí. Sabes que me preocupas.

― En realidad buscas explicación para las balas faltantes, ¿No? ―dice arrastrando las palabras y su voz me da... un poco de miedo―. Eso es lo único que te importa, las malditas balas.

― No, sabes que ya no me interesa ese tema. ¿Dónde estás?

― Sabes... hubo un tiempo en el cual pensé que nadie valía tanto como para arriesgar mi vida... ―dice y trago―. Ni siquiera mi madre... ella no siempre fue lo que es, créeme que no...

― Harry, ¿Dónde estás? No puedes manejar así. Dime para ir a buscarte.

Maldita sea. No me importa qué hizo con mi pistola, soy consciente que me iré, pero no puedo dejar de preocuparme por él.

― ¿Quieres saber qué hice con las balas? ―repite y mis nervios me desconciertan―. ¿Quieres saber si le hice daño a alguien?

― Harry, no quiero hablar de eso. ―espeto―. Por favor.

― Nadie tiene permitido tocarte. ―dice entre dientes―. Nadie... y sólo tu amigo el retrasado tiene suerte de estar cerca de ti.

― Harry, no me hagas decirte cosas que... no quiero decirte y dime donde carajos estás.

― Tranquila Grace, tus balas están... bien.

― ¿Qué hiciste con ellas? ―la curiosidad me invade. Escucho que ríe.

― Te diré que hice con las malditas balas cuando tú me digas quién se merecía las cincuenta y... siete balas. ―arrastra las palabras―. ¿Quién te hizo daño? ¿Porque cincuenta y siete?

AléjateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora