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A los cinco minutos de esperar a Andrés se estaciona el lado de la Ducati.
― Me sorprende que hayas conseguido un puesto aquí.
― No fue difícil.
― Bien, vamos. ―dice.
Respiro hondo, allá voy.
― Karla, quiero que me perdones, de verdad soy una estúpida que no merece tener amigos como ustedes. ―le digo rápidamente.
Ella se da la vuelta y se cruza de brazos con expresión seria.
― Por favor, perdóname no quise echarte de la habitación del hospital.
― Grace, sabes que no me importa eso. ―me regaña―. Yo sé que lo hiciste porque te presioné, fue mi culpa.
― No fue tu culpa yo tenía que responderte y no lo hice.
Bajo la mirada avergonzada, Andrés carraspea.
― Bueno, ¿No se van a abrazar? ―pregunta―. Karla, sabes muy bien que le costó un mundo pedirte perdón...
Karla me abraza haciendo callar a Andrés.
― No te preocupes. ―me dice.
Andrés se acerca a nosotras y se une al abrazo.
― Son unas tontas. ―nos dice y Karla le da un codazo.
Caminamos hacia los dos ascensores, el primer ascensor se cierra con unas tres personas adentro. El otro ascensor abre sus puertas, cuatro chicas salen de él y nosotros entramos.
― ¿Qué vamos a hacer? ―les pregunto.
― ¿Cine?
― Me parece bien pero, me gustaría ir al Bowling.
― Perfecto. ―dice Andrés―. Lo mismo de siempre.
― Luego una hamburguesa. ―dice Karla. Andrés y yo la miramos confundidos―. ¿Qué me ven?
― Nada, pensé que no comías hamburguesas.
― No comía. ―admite.
― Prefiero una Pizza.
― Apoyo a Andrés. ― le digo.
― Eso no es justo.
El ascensor desliza sus puertas y salimos.
― ¿Sólo Bowling? ―le pregunto ceñuda―. Lo cliché, entonces.
― Bowling, caminar, observar, comprar... entre otros. ―contesta Karla.
― Bueno. ―musito.
― ¿Qué tal si vamos por la Pizza ahora mismo?
― No, ¿Estás loco? ¿Cómo quieres que juegue Bowling después de haber comido pizza?
― Karla tiene razón. ―le digo.
― Las mujeres siempre son así. ―refunfuña mientras caminamos.
Antes de ir al Bowling, damos un paseo por el tercer piso del Centro Comercial. Andrés entra en la tienda de zapatos Skechers.
― ¿Qué opinan? ―nos pregunta enseñándonos un modelo de color negro.
― Horroroso. ―dice Karla.
― No le hagas caso. ―le digo―. Aunque tiene razón. ―murmuro.
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Aléjate
Ficção Geral[EN EDICIÓN] Desde el principio siempre tuvieron razones para no mirarse ni hablarse, pero ambos saben que lo prohibido y lo peligroso siempre es codiciado por todos y ellos no serán la excepción. Romper las reglas siempre fue y será elección de amb...