Capítulo 25

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Llego a mi casa y como era de suponerse me duele la entrepierna, es un dolor insoportable, me molesta al caminar y solo me queda disimular.

Cruzo la sala mirando alrededor. Todo está en silencio, camino hacia las escaleras con sigilosamente, las subo poco a poco y sonrío al sentir el dolor. ¡¿Por qué me estoy riendo?! Esto es increíble... Bueno, no voy a llorar. No es para tanto.

Al llegar al pasillo escucho una música proveniente de la habitación de Harry, no la había escuchado antes, bueno, no es como si él tuviese que escuchar una sola. Estúpida. Entro a mi cuarto y le pongo seguro a la puerta.

Han pasado muchas cosas y aunque no cavilé mucho hoy sobre el dilema con los proyectiles de mi arma aún tengo que averiguar qué pasó en realidad.

En cualquier momento Elena subirá y me dirá que baje a cenar. No tengo hambre, bueno si tengo pero, no quiero bajar las escaleras porque después las tendré que subir y no quiero caminar. No quiero mover las piernas.

― Grace, cariño, la cena está lista.―allí esta.

Me levanto de la cama y camino hasta la puerta, aguantando las ganas que tengo gemir por el dolor. Abro la puerta y me encuentro con el rostro de Elena.

― Bajaré en un momento. ―le digo con una sonrisa forzada, ella asiente y se dirige al cuarto de Harry.

Cierro la puerta y respiro hondo. No pude negarme, si le decía que no quería comer, seguramente me daría un sermón. Tendré que sufrir bajando y subiendo las malditas escaleras.

Después de peinarme y respirar hondo varias veces abro la puerta y bajo a la cocina. Llego al comedor y ya todos están allí. Siento la mirada de Harry en mí pero no lo miro, no quiero que todos se den cuenta que me pone nerviosa.

Tomo asiento y Elena da las gracias por la comida. Bueno, yo tenía ganas de hacerlo sólo que ella se adelantó.

― Y ¿La pasaste bien? ―me pregunta ella cuando llevo más de tres bocados.

― Emm, sí. ―musito sin alzar la vista, sólo tengo mi vista en el plato de comida.

― Jake, es un buen muchacho, ¿A dónde fueron?―habla mi padre. Lo que faltaba.

Lo menos que quiero es estar aquí cenando como si fuéramos una familia. Empezando porque me gusta el Ojos Verdes y hablar de Jake es lo menos que quiero hacer con él.

― Fuimos a una Club. ―murmuro y observo que me faltan a lo mucho cinco bocados para terminar de cenar―. No me siento bien. ―finjo que me duele la cabeza.

― De eso tenemos que hablar. ―me dice mi padre.

― Mañana hablamos, papá, de verdad ―le digo poniéndome de pie, no puedo evitar hacer un gesto de molestia―. Ahora, sólo quiero dormir estoy muy cansada.

― No te preocupes yo recojo la mesa. ―me dice Elena―. Sube y descansa. ―le regalo una sonrisa y camino hacia las escaleras.

Empiezo a subir las escaleras y quisiera gritar. No voy ni por la mitad y ya no puedo más. Me armo de valor y las subo lo más rápido que puedo. Entro a mi cuarto y me lanzo a la cama como si acabase de hacerme la lipo. Supongo que debe doler.

― Ay, Dios. ―exclamo golpeando la almohada.

¿Por qué a montar caballo? ¡¿Por qué?!

Ya no importa, la pasé bien a pesar de todo. Al final pude controlar los malos pensamientos que mi subconsciente me obligaba a revivir. Ahora lo que tengo que hacer es tener el mismo control de mi mente cuando esté en Londres, tengo que sacar el miedo de mi sistema. Tengo que luchar para sobrevivir. No soy capaz de hacerme daño pero, no quiero que él me toque otra vez, no lo soportaré. Tengo que ser capaz de amenazarlo, tengo que ser fuerte. Tengo que repetírmelo un millón de veces si es posible.

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