Capítulo 36

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 Miro los relámpagos a través de la ventana de mi habitación, hace quince minutos Harry me dijo que había venido aquí por mí. Pero, algo me dice que esa no es la única razón. Sé que oculta algo. Al igual que yo.

Me acurruco más en la cama. Él ahora debe estar bañándose. Harry saldrá por esa puerta en cualquier momento para responder a todas las preguntas que tengo. Sé que Elena no sabe que él está aquí y mi padre menos.

Me encojo cuando la puerta se abre. Él sale con un poco de timidez, tiene puesto un pantalón de chándal de color negro, una camiseta blanca sin mangas y su cabello está un poco alborotado. Divino.

Me incorporo y miro mis manos.

― ¿Ahora sí podemos hablar? ―me pregunta―. Ya no huelo mal. ―murmura y me rio.

― No olías mal. ―musito y él se sienta en el borde de la cama. Muy cerca de mí.

― ¿Quién te golpeó en la cara? ―espeta y lo miro―. Estoy enojado por eso.

― ¿Qué?

― Sólo estoy calmado porque estoy aquí contigo. ―dice―. Pero, con un golpe en la cara.

― Emm...

― Claramente se ve que es la palma de una mano.

Respiro hondo, tengo que cambiar la conversación.

― ¿Qué le vas a decir a Elena?

― Lo mismo que tú. ―dice―. Nada.

― Harry, no puedes...

― Grace, por favor. ―susurra―. Sólo quiero estar aquí. ―dice―. No tengo nada que hacer en L.A. si tú no estás.

Oh.

― ¿Y la universidad?

― Tengo vacaciones. ―contesta con un encogimiento de hombros.

― ¿Piensas quedarte todas las vacaciones? ―pregunto con los ojos bien abiertos. Él piensa por un par de segundos.

― Mis vacaciones contigo ―piensa en voz alta―. Suena interesante.

― Harry, deja de bromear. ―él me mira. Trago y miro hacia la pared―. Tú y yo...

― ¿Qué pasa con nosotros?

― Eso quiero saber.

Él me despoja de las sabanas y luego se monta en la cama. Todo lo hace tan rápido que no me da tiempo ni de tomar un respiro. Él queda sentado a horcajadas sobre mis muslos mirándome con sus ojos verdes.

― ¿Quieres saber qué somos? ―pregunta en voz baja y recargo mi espalda contra la cabecera de la cama.

Aprieto los dientes. Si Harry supiera que en este momento estoy perturbada por los golpes de Efraín.

― Tus ojos en los míos... ―susurra y lo miro―. ¿Puedo...? ―pregunta y frunzo el ceño.

Él pega sus labios a los míos y me besa suavemente. Podría besarlo así todo el tiempo que él quiera pero, primero... ahora tiene que decirme la verdad.

― Harry... ―susurro contra sus labios―. Por favor, detente un momento.

Él aparta sus labios de los míos y me niego a abrir los ojos.

― No.―digo con firmeza―. Primero... primero dime qué haces aquí.

― Grace ya te dije que...

― Eso no es suficiente.

― Sí. Sí lo es. ―afirma―. Por lo menos para mí lo es.

― Pero, para mí no.

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