Abro mis ojos y la perturbación de mi corazón me alerta acerca de lo que está ocurriendo. Inmediatamente soy consciente que estoy acostada sobre una cama, me levanto de un salto y empiezo a tocar mis bolsillos. Tengo la chaqueta puesta, no hay señales que me digan que Efraín me haya hecho daño.
Miro mí alrededor con pánico, estoy en un cuarto, huele un poco a polvo, la cama es individual y tiene sábanas blancas. Hay una peinadora un poco vieja, el espejo está sucio y no hay nada encima de ellas, las paredes del cuarto tienen un color azul, pero parece que fue pintado hace años... hay una silla al lado de la cama... ah y una mesita de noche. No hay ventanas y a un rincón está un armario de madera que tiene un gran espejo.
Corro hacia la puerta y efectivamente no abre, respiro hondo una y otra vez tratando de tomarme las cosas con calma.
― Primero tienes que calmarte. ―me digo―. Vas a salir de aquí, pero tienes que tener calma...
Después de intentar, e intentar abrir la puerta empiezo a patearla con fuerza, pero parece que la puerta está hecha con la madera más resistente. Puedo deshacerme de la manilla, pero no tengo nada puntiagudo al alcance.
Reviso cada gaveta de la peinadora y doy un respingo cuando siento que abren la puerta, me giro rápidamente y miro a Efraín apuntándome con un arma.
― Déjame ir.
― Veo que estás más calmada. ―dice y cierra la puerta a sus espaldas sin dejar de apuntarme.
― Te daré una oportunidad. ―le digo sintiendo el corazón en la garganta―. Déjame ir...
― No te dejaré ir. ―espeta―. Y de una vez quiero que sepas que te acostumbres a esto. ―dice haciendo énfasis a su alrededor.
― Déjame ir. ―repito sin dejar de sentir angustia y el miedo en cada gramo de mi ser.
― No sé quién más sabe de lo que tuvimos, pero me aseguraré de lavarme las manos ante todos. ―habla y frunzo el ceño―. Tú tienes la culpa de esto.
― ¿Qué?
― Tenía otros planes, se parecían a estos, pero no tan drásticos. ―dice―. Luego me dijiste que habían personas que sabían la verdad y pensé que... todo lo que hice se iba a saber gracias a ti. ―continúa―. Por lo cual, decidí no ir a la cárcel y secuestrarte.
― ¿Vale la pena? ―espeto―. ¿Realmente vale la pena? ―le digo alterándome―. ¡Yo no le iba a decir a mi madre! ―exclamo y él entrecierra los ojos.
― Me importa muy poco tu madre. ―ladra―. Lo único que quiero es que tú no seas de más nadie y si no te tengo conmigo entonces nada vale la pena.
Este tiene que ser un maldito imbécil hijo de la grandísima...
― ¡Estás demente! ¡Prefiero morir antes que vuelvas a tocarme! ―le grito y él aprieta los labios―. Lo que estás haciendo no tiene ningún sentido, acabas de arruinarte tú solo. ¡Sólo dejarme ir!
― No. ―sonríe―. Lo que hice no tiene vuelta atrás, desde hace mucho me di cuenta que jamás volvería a tener acceso a lo que más deseaba, no eras la misma y eso me llenó de preocupación, mi último recurso fue traerte a Londres, pero empeoró todo. ―suspira―. Ahora, serás mía para siempre.
― Estás loco. ―afirmo―. ¿Crees que no van a buscarme? ¿Crees que no irás a la cárcel después de esto?
― No iré a la cárcel, ¿Sabes por qué? ―habla―. Porque jamás te encontrarán y bueno creo que tendré que ir a consolar a tu madre. ―dramatiza haciendo un puchero.
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Aléjate
Fiksi Umum[EN EDICIÓN] Desde el principio siempre tuvieron razones para no mirarse ni hablarse, pero ambos saben que lo prohibido y lo peligroso siempre es codiciado por todos y ellos no serán la excepción. Romper las reglas siempre fue y será elección de amb...