T2/Capítulo 44 - El Jinchūriki del Jūbi

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—¡Cada vez me caes peor! Obito...— espetó algo furioso el Uzumaki, viendo como el Uchiha flotaba en la mitad del aire con la gran cantidad de chakra rodeándole.

—Naruto-kun, tenle paciencia, por favor...— pidió Touya, mirándole con ojos suplicantes —Piensa en que no está haciendo esto a consciencia total, Madara está dentro de sus pensamientos. Él sólo era un pobre chico que fue tomado por la oscuridad de perder a su ser más querido...

Naruto y Minato le miraron sorprendidos; el segundo volteó en seguida, pensando en ese "ser más querido", y el primero hizo una simple mueca de frustración. Era difícil discutir o llevarle la contraria a aquella expresión de empatía de la menor, y sólo le quedaba tragarse todas las maldiciones que tenía y esperar con la paciencia que no formaba parte de su ser.

Sasuke, por su lado, levantó una ceja —Eres muy suave, Touya— le dijo, mientras volvía hacia Obito —También ten en cuenta que es nuestro enemigo, y aunque tú no lo mates, el no dudaría en matarnos a nosotros.

La peliblanca bajó las comisuras de sus labios, sintiendo tristeza por la verdad que le había dicho su compañero. Iba a soltar otro argumento al aire, cuando un sonido enfrente los sorprendió; varias paredes de sellado como las que usaban los Jinchūrikis en su interior para atrapar a los Bijū estaban cayendo sobre el Uchiha, lo más obvio es que fueran de Hashirama.

—¡Genial!— gritó Naruto, levantando sus dos puños.

—No— negó Minato antes de que su hijo se emocionara. Las estructuras de madera comenzaron a crujir, hasta que todas y cada una de ellas fueron lanzadas al aire, rotas. Touya levantó ligeramente la mano y tomó un trozo que había salido volando, de una forma tonta pero les podría haber golpeado.

—Y a ese es al que le quieres tener paciencia...— musitó de lado Sasuke.

En las cinco escamas que tenía Obito sobresalientes de su espalda, se prendió fuego de color rojo claro. Esas llamas se alargaron hasta formar unas manos que tomaron con fuerza las paredes de la barrera Hokage, estaba sirviendo de igual forma de la habilidad gavitacional de los compañeros. Las manos de chakra siguieron jalando y apretando cada vez más, hasta que barrera desapareció y todos quedaron expuestos al aire libre de nuevo —¡La destruyó!

Obito, una vez terminada su labor, dio un salto grande hasta quedar sobre la única estructura de madera (donde estaban Sasuke, Touya, Naruto y Minato sobre Gamakichi) —¡Detente, Obito! ¡Déjalo ya!— pidió el Namikaze, pero el susodicho se levantó lentamente, y con una mirada que parecía perdida y a la vez inocente, farfulló:

—¿O... Bi... To?— y antes de que hablara más, Tobirama, Hashirama y Hiruzen saltaron entre los compañeros y el Uchiha, colocándose en posición de defensa.

—Sinceramente, ese tipo es más fuerte que yo— dijo el Primero.

—Es de mala educación, pero es verdad— aceptó el Tercero.

—Aunque absorbamos todas nuestras copias, no somos rivales para él, hermano— admitió el Segundo.

—Lo sé, pero...— Obito les miró de mala gana, inclinándose un poco y haciendo aparecer una bola negra sobre su mano. Antes de que siquiera lo vieran, se adelantó y cortó el cuerpo de los hermanos Senju por la mitad.

—¿¡Cómo!?— preguntó incrédulo Naruto.

—¡Qué rapidez!

—¡Saru! ¡Cuarto! ¡Salten!— ordenó en una advertencia Tobirama. Todos observaron el cuerpo de Obito, y notaron que tenía varios papeles sello puestos en su cuerpo. En un segundo, explotó, y supieron que era una ténica del Segundo.

En su mundo; t ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora