T2/Capítulo 27 - Dattebane

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Naruto llevaba unos minutos en su pelea por el poder contra Kurama. Killer Bee había intentado ayudar en varias ocaciones, y sí que había servido, pues lo salvó en varias ocaciones. En ese momento ya solamente se encontraban Jinchuriki y Bijuu, uno con una mirada de determinación y otro con una mirada de odio puro. Ese momento en el que se encontraban era crítico; Kyūbi estaba absorbiendo el chakra de Naruto, y este simplemente estaba dando todo su esfuerzo en no perder contra el odio. Sintió como lentamente, la atmósfera cambiaba a una más tranquila y dulce —Está bien, puedes quedarte aquí— escuchó una voz femenina. Levantó lentamente la vista, encontrándose con una mujer pelirroja que le veía amorosamente —. Naruto...

—¿Qué? ¿Qué haces aquí?— preguntó el rubio –¿Y cómo sabes mi nombre?

—Cierto, tienes razón. No puede ser...— rió ante la mirada confundida del ojiazul.

–No puede ser...— repitió el menor.

—¿Lo has descubierto?— le preguntó con una sonrisa.

—¡Eres la verdadera forma del Kyūbi!— gritó, apuntándola. La otra, simplemente soltó una carcajada —¡Esa es una risa cruel!— Naruto seguía con la idea —Intentas engañarme disfrazándote de una mujer, ¿verdad Kyūbi?

—¡Te equivocas'ttebane!— le dio un golpe en la cabeza, mientras 9 mechones de su cabello se alzaban ligeramente.

—¡Duele!— gritó el otro, alejándose —¿Huh? ¿Dattebane?

La pelirroja rio nerviosa —No puedo evitar golpearte. Soy impaciente de nacimiento, y hablo rápido, así que uso algunas frases extrañas. Trato de controlarlo, pero se me escapa cuando me emociono. ¿Qué hay de ti? Espero que no hayas heredado mi mala forma de hablar.

—Entonces...

—¿Minato no te dijo nada? Ese hombre...— las manos de Naruto temblaban, e intentaba contener una mueca de tristeza —Si, soy yo...— no pudo terminar ya que el rubio se abalanzó a abrazarla.

La ojiazul miró a su hijo, tembloroso y con algunas lágrimas en su cara —Siempre... Siempre he querido conocerte, mamá... Dattebayo...

—¿Dattebayo, eh?– sonrió —. En verdad eres mi niño— correspondió el abrazo. Unos segundos después, sintió como Naruto se alejaba con una sonrisa en su iluminado rostro.

—Hay un montón de cosas que he querido preguntarte— extendió sus brazos, feliz.

—Claro, puedes preguntarme lo que quieras. Pero primero— cambió su mirada a una decidida, una parecida a la de Naruto —, tenemos que domar al Kyūbi.


Del cuerpo del rubio comenzaron a salir unas cadenas largas que aprisionaron a Kurama. El susodicho pareció exaltarse —Este chakra... ¿Kushina?


—Minato incrusto mi chakra dentro del sello. De esa manera, cuando vinieras a tratar de tomar el control, podría ser de ayuda— decía ella, pero Naruto simplemente sonreía y reía de vez en cuando —¿Me estás escuchando?

El ojiazul extendió su brazos —¡Es que estoy tan feliz de que seas tan hermosa, mamá!

La susodicha sonrió a ojo cerrado y mostrando su dentadura —Gracias por el cumplido— rió –. Tu cabello es igual al de tu padre, pero siento que hayas heredado mi aspecto, Naruto.

En su mundo; t ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora