Edité algunas cosas en los anteriores capítulos del epílogo, recomiendo que den una repasada para no perderse.—————————————————————
—¡Naruto!
El susodicho despegó inmediatamente la mirada de los documentos que tenía en mano y de manera inconsciente buscó a la portadora de aquella voz: una mujer de baja estatura y cabellos azabaches que corría desesperada hacia él.
Naruto, sin saber exactamente el por qué del sentimiento de angustia que comenzaba a apoderarse de su ser, imitó las acciones de la contraria.
—¡Touya!
La mencionada apenas alcanzó al rubio de ojos azules se abalanzó sobre él con su rostro envuelto en lágrimas y sin poder controlar el temblor de sus manos —¡Naruto! ¡Los niños! ¡Ellos...!
El Uzumaki sintió su corazón encogerse —¿Los niños? Cariño, ¿qué pasó? ¿Qué pasó con los niños? —se apresuró a cuestionar mientras envolvía al cuerpo contrario entre sus brazos.
—Ellos... ¡no están! ¡No los encuentro! —sollozó con dolor.
Y en ese momento, Naruto definitivamente sintió su cuerpo, corazón y alma congelarse en temor.
Abrió los ojos asustado, encontrándose en la oficina Hokage.
Naruto pasó la mano por su mejilla, retirando el sudor frío que corría por su rostro. Le costó algunos segundos darse cuenta que, nuevamente, había soñado con aquel fatídico día en el que sus tres soles desaparecieron de la faz de la Tierra.
Miró a través de las ventanas hacia afuera de su oficina. Era de noche.
¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Dos, tres semanas?
Suspiró cansado y volvió la vista hacia dentro; entre todo el papeleo y desorden, puso visualizar el cuerpo de Touya, su esposa, dormir. Se levantó, y con pasos sigilosos, se acercó a ella para admirarla.
Aquel rostro siempre animado y feliz, con mejillas rosas y ojos deslumbrantes ahora solo poseía ojeras. Ahora era un rostro pálido y cansado.Frunció el ceño y justo antes de dejar salir la primera lágrima, alguien abrió abruptamente la puerta de su oficina.
—¡Naruto-san! —exclamó con una mezcla de asombro y nerviosismo el peliverde en la entrada—. Hemos encontrado una manera de llegar a chibi-chan.
El Hokage, por la manera en la que el contrario se había referido a sus hijos supo que se trataba de Shiro: el fiel cuidador de Touya. Removió con delicadeza aunque insistente a su esposa, y esta al despertar pudo comprender la situación de inmediato. No hubo necesidad de palabras.
Los Uzumaki se dirigieron con velocidad al pequeño sótano oculto en el que intentaban conllevar la investigación, pero al notar que el de cabellos verdes salía de la Torre Hokage, tuvieron que ahorrarse sus preguntas y confiar en él.
Corrieron por las vacías y oscuras calles de Konoha, hasta el límite de la misma ciudad: incluso corrieron un tramo más hasta llegar a una pequeña cabaña de madera abandonada, escondida entre el moho y los árboles.
Al llegar, Kabuto fue el primero en recibirlos.
—¡Al fin llegan! Los hemos estado esperando durante un rato ya.
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En su mundo; t ©
AventuraUna chica "normal", entre comillas, ya que su vida era como todas las vidas de niñas de 11 años. Algo friki, adoraba leer mangas y ver anime. Un día, mientras se encontraba dibujando uno de los Kekkei Genkai más fuertes de su anime preferido en su l...