エピローグ ⇔ 2

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—¿Así que ustedes son hijos del viejo?

—Sí.

—¿¡Entonces él engañó a mamá con otra mujer?!

—Que no, pedazo de imbécil. Somos de otra dimensión.

—O-O sea, de un Naruto diferente, de un mundo diferente...

Explicaste de una mejor manera, sintiéndote culpable por la manera tan grosera de hablar de tu gemela.

El chico frente a ti se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.

Tú y él tenían el cabello rubio y los ojos azules. Ambos poseían marcas en las mejillas, y sus rasgos eran extrañamente finos.

Sin embargo, entre ustedes habían muchísima diferencia.

A pesar de tu amable personalidad, te permitiste mirar con descaro a "Boruto"

Disimuladamente, claro está.

Él es tu "Yo" de esta dimensión. Pero al contrario de ti, él es desconsiderado. Malhumorado, maleducado y flojo.

Observaste cómo con desgano, el mayor jugaba videojuegos mientras que su hermanita y su madre preparaban la comida.

Él era tu contraparte, totalmente.

—Bueno, mamá. Ya me voy.

Anunció Boruto de la nada, dejando su videojuego apagado sobre la mesa, y levantándose perezosamente.

—Lleva a los chicos contigo —pidió Hinata desde la cocina.

—¿Ah? ¿Por qué?

—Después de lo que pasaron, estoy segura de que les vendría bien un respiro, ¿verdad? —la pelivioleta sonrió hacia ti, llena de puras y buenas intenciones.

—Yo preferiría quedarme con Ame aquí, si no les molesta —inquirió desde la sala de estar Natsuo, quién cargaba al dormido niño mencionado como si no pesara nada—. Pero estoy segura de que mi hermano adoraría salir un rato.

Parecían tan amable, considerada y tranquila en ese momento. Parecía. Hasta que viste su discreta sonrisa maliciosa.

No te pudiste negar a nada. Así eras tú, y Natsuo lo sabía.

Boruto te miró rápidamente, con tanto fastidio como el que parecías guardarle tú a él.

Salieron. Ambos caminaban alejados, pero al mismo ritmo.

Frunciste el ceño desde tu lugar. Te molestaba Boruto.

Parecía caminar sin rumbo, con una expresión tan cansada y aburrida que te abrumaba.

Estabas tan concentrado en quejarte y criticarlo mentalmente, que te sorprendiste cuando el rubio se adentró rápidamente en una tienda escondida.

Frunciste más el ceño si es que era posible.

Te acercaste cuidadosamente a la entrada de la tienda, y pegaste un brinco enorme hacia atrás cuando viste la puerta abrirse de nuevo.

Boruto te miró extrañado, y tú le devolviste la mirada. Había salido del local con un ramo de girasoles en mano.

—No preguntes.

Asentiste.

El camino restante pareció ser más corto que antes. Te asombró ver que Konoha no había cambiado en casi nada. Todo era exactamente igual que en tu hogar.

Aunque sí, te extrañaste al notar que, a donde se dirigía Boruto, era donde estaba la tumba que tu madre solía visitar bastante seguido en tu mundo.

Te sentiste lleno de nostalgia al recordar a tu progenitora. A ella y a su largo cabello azabache, tan elegante y triste, mostrándote el cenotafio de su preciado "Natural"

Tú no entendías al principio.
Eras solo un niñito de 5 años, ayudando a tu madre encinta a llevar flores a un monumento en mitad del bosque.

Boruto te descubrió con una mirada bastante melancólica. Dejó el ramo de flores sobre la tumba en el suelo, y decidió hablar.

—Es... la tumba de mi tío, Neji —dijo, en tono quedito y suave.

Incluso te sorprendió un poco.

—En mi mundo... —vacilaste, en el mismo volumen el contrario—. Este lugar es el túmulo de un Bijū.

Boruto se sorprendió.

—¡¿Una bestia con cola?!

Asentiste.

—Mi madre era una Jinchūriki, pero perdió a su Bijū —dijiste—. Como Naruto.

—¿Cómo el viejo? —preguntó él—. No sabía de eso...

Susurró lo último, como si lo hubiera pensado en voz alta.

—Yo no sabía que en tu mundo, Neji no estaba... —quisiste mostrarle tus condolencias de alguna forma.

—Descuida. Nunca lo conocí en realidad'ttebasa.

Reíste suavemente, intentando subir el ánimo del lugar.

—Así que a-además de ser rubios y tener los ojos azules, ambos tenemos el mismo tic verbal... ¿heh?

Te miró unos segundos antes de responder.

—¿T-Tú también dices "dattebasa"?

—Sólo cuando estoy nervioso —respondiste con una risita.

Boruto, en cambio, soltó una carcajada— ¿Sabes? Te pareces a un girasol.

Inquirió el mayor, alcanzando rápidamente una de las flores mencionadas.
Frunciste un poco el ceño, confundido.

—¿Estás insinuando que soy rubio, pero a la vez negro?

Otra de sus carcajadas invadió tus oídos. Eran agradables.

—¡No! ¡Si eres más pálido que la leche! —no sabías si tomar eso como un insulto o como un halago—. Me refiero a que, eres como rarito al principio, ¡pero bastante agradable cuando te conocen un poco más!

De nuevo: ¿insulto o halago?

—¿Gracias...? —dudaste.

Boruto sonrió de una manera muy parecida a Naruto.

—¡De nada! —el susodicho, en un impulso, se estiró y dejó sin mucho cuidado el girasol en tu cabello.

¿Qué era aquello que de un momento a otro, comenzó a quemarte el pecho y el estómago?

—Ahora, volvamos a casa. Si no, mamá se molestará conmigo.

Boruto dio media vuelta y se encaminó rápidamente.

Tú no reaccionaste al momento. Después de nos segundos y como todo un cretino, te limitaste a bajar el rostro y a seguir por detrás al rubio.

Estabas seguro de que tus mejillas rosas te delatarían bastante.

En su mundo; t ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora