–Vamos, cógelo. Por favor.–rogó Arlette mirando al techo de su coche y agitando el móvil en la mano.
La llamada dio por finalizada y la chica bufó. Volvió a marcar el número de Blas suplicando a todos los dioses habidos y por haber que la cogiera el teléfono mientras murmuraba entre dientes y cruzaba los dedos de la mano que no sostenía el teléfono.
Pero volvió a saltar el contestador.
–Yo le mato.–murmuró la chica entre dientes.
Tiró el móvil al asiento vacío del copiloto y se llevó ambas manos a la cabeza para intentar calmar su respiración. Contó hasta diez antes de hacer nada más, relajándose. Necesitaba relajarse, lo necesitaba como al respirar, porque llevaba casi una hora con los nervios a flor de piel y todo el cuerpo en tensión constante. Sacudió la cabeza, intentando despejarse.
Había llamado nueve veces a Blas, le había dejado más de treinta mensajes y le había petado a menciones en Twitter. Y el chico no daba señales de vida.
Arlette recogió el teléfono que había tirado de mala gana y pensó que, todas las veces que había llamado a Blas, había susurrado 'cógelo'. Entonces, pensó, debería utilizar la psicología inversa.
Marcó el número de Carlos mirando la hora de su reloj. Eran las once solamente, seguramente seguiría durmiendo.
–No lo cojas, no lo cojas...–lesuplicó al móvil.
Y cuando escuchó que descolgaban en la otra línea, sintió la opresión de su pecho desaparecer por completo. Cerró los ojos teniendo ganas de llorar porque por fin lo había conseguido.
–¿Si?–preguntó Carlos, con lavoz adormilada.
–Gracias a Dios que tú sí respondes.–dijo soltando un suspiro.– Necesito ayuda.
–Y yo necesito un café, joder.–Carlos soltó un quejido de garganta y Arlette se le imaginó tirándose al sofá agarrándose la cabeza.– ¿Dónde estás?
–Abajo, en el coche.–dijo ella, notando que el pulso se le comenzaba a acelerar.
–Pff, Ar, si me vas a pedir ayuda y tengo que salir de casa, te voy a mandar un poco a la mierda.–dijo Carlos, alzando una ceja, y arrepintiéndose por ello, porque le comenzó a doler la cabeza por el gesto.
–No lo entiendes, por favor. Es importante.– rogó ella, mordiéndose el labio.
–Ar, ayer fue una noche muy rara. Tengo resaca y me quiero pegar un tiro en la cabeza.– dijo Carlos con un sabor amargo en la boca al recordar la noche anterior.
–Carlos, si no fuera extremadamente importante no te lo pediría.–dijo Arlette.– Por favor, baja.
–Ar, me encuentro como la mierda.– volvió a quejarse Carlos, en su interior, con la ligera esperanza de que ella le preguntara qué le pasaba.
–Carlos, no tienes opción. Baja.
–¿Por qué?
–Porque anoche me acosté con Álvaro.
Carlos abrió los ojos por la confesión repentina. Luego frunció el ceño mirando al teléfono.
–¿Y qué, coñobravo?–preguntó él.– Ya estabas tardando.
–No lo entiendes.
–Lo que no entiendo es por qué no te has quedado con él por la mañana.

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Que Dios nos pille confesados
FanfictionEstá bien entrar en el coro de la iglesia cuando tienes doce años. Y vale, incluso está bien continuar en él con dieciséis. Con veinte, que te pongan de maestro de canto religioso es hasta aceptable. A no ser que tengas vigilándote a un cura h...