041

999 74 86
                                    

Arlette trotó mientras se remataba la coleta alta hacia el centro del campo. Notó que el pelo la rebotaba sobre los hombros y tuvo ganas de hacerse un moño, pero había demasiada tensión en el ambiente y no se atrevía a sacar nada fuera de tono. Y un moño, cuanto menos, podría ser tema de risa durante un buen rato.

Ali, su entrenadora, había convocado un entrenamiento fuera de horario porque al parecer tenían que tratar un tema muy, muy importante. Se situó al lado de Cristina en el círculo que habían hecho todas las jugadoras y le dio un pequeño codazo en el brazo.

–¿Qué ha pasado?– susurró la castaña, manteniendo la vista fija en el suelo.

–Claro, como no viniste al partido no te has enterado.– replicó Cristina, rodando los ojos.

Arlette abrió la boca para replicar, pero se tuvo que callar para evitar cruzarle la cara de una hostia. ¿¡Cómo podía acusarla de esa forma!? Sus motivos tenía la chica, y eran bastante grandes. Peor hubiera sido que se presentase al partido y estuviera espesa y perdieran por su culpa. Pero pensó para ella misma que no hacía falta pegar ni insultar a Cris en ese momento, ya bastante bajón la iba a dar cuando se enterase de que Carlos estaba pillado. Arlette sonrió para sus adentros sintiéndose malvada y tuvo ganas de quitarse del lado de Cris para situarse junto a Celia, que se miraba las puntas del pelo con aburrimiento.

Finalmente apareció Alicia seguida de Ainhoa, la capitana del equipo. Y la cara de Arlette en ese momento fue un poema. La chica iba con muletas y llevaba la pierna derecha vendada desde el muslo hasta el gemelo. Arlette entró en pánico y se vio obligada a tragarse su orgullo y preguntar:

–Cris, joder, ¿qué ha pasado?– le dio un pellizco en la muñeca para que le hiciera caso.

Cristina frunció una mueca de dolor e inclinó la cabeza para hablar a Ar al oído.

–Fue en el partido del otro día: saltó para impedir un pase del otro equipo, pero la empujaron en el aire. Pisó mal y se le salió el hueso de la rodilla.– contó Crisitna.– Sonó un clac muy desagradable.

A Arlette le recorrió un escalofrío por la espalda y tuvo ganas de ponerse a llorar de imaginarse el dolor de semejante lesión.

Cuando finalmente capitana y entrenadora se situaron de forma que cerraban el círculo, Alicia miró muy seriamente a todas las presentes.

–Siento haber convocado esto con tanta prisa, pero es que es urgente. Estamos a viernes, y tenemos partido el próximo martes, sin ningún entrenamiento de por medio.– explicó, con su característica voz aguda.– Y dadas las circunstancias, estáis sin capitana.

–¿De cuánto tiempo hablamos sin Ainhoa?– preguntó Tania.

–No podré volver en toda la temporada.– confesó Ainhoa, soltando un suspiro desanimado.– Es demasiado grave, y podría empeorarlo si lo fuerzo.

Hubo un murmullo general de quejas y lamentos ante aquella noticia. Las chicas se revolucionaron pensando en qué iban a hacer ahora, como si estuvieran perdidas en medio del desierto.

–Por eso he estado hablando con la entrenadora.– continuó Ainhoa.– Y dada mi baja, vemos necesario nombrar una nueva capitana de emergencia.

El murmullo cesó de golpe, y las jugadoras comenzaron a mirarse entre sí intentando adivinar a la elegida. Arlette simplemente se quitó el muerto de encima, porque entre que no había ido al último partido y no había dado explicaciones de por qué...

–Exacto, hemos estado hablando y creemos que la más adecuada para el puesto es alguien que tenga experiencia y madera de líder.– dijo Ali.– Por eso, entre Ainhoa y yo, hemos decidido que Mynnon es la indicada para esto.

Que Dios nos pille confesadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora