Capítulo 23.

5.3K 324 15
                                    

    Cierro la puerta de casa y suspiro, dejo las llaves de mi casa sobre la mesa del recibidor para después dirigirme hacia el salón.

-Hola, nena. ¿Qué tal el trabajo?

Mis ojos se posan sobre los de mi padre y sonrío con cansancio para después dirigirme a besar su mejilla. Agotada, me caigo a su lado en el sofá y apoyo mi cabeza en su hombro.

-¿Muy duro?

Asiento.

-Estoy cansada con todas las letras – suspiro.- No sé por qué se me ocurrió la idea de trabajar.

Mi padre ríe.

-Si tu madre estuviese aquí diría: "Te lo dije. Eres muy joven para trabajar"

Río con cansancio.

-Por cierto, ¿dónde está?

-Su jefe la ha llamado.

-¿Le va bien?

Asiente y yo observo su rostro preocupado.

-La presionan mucho – hago una mueca.- Pero ella puede con todo. Imagínate, tu madre estuvo muchas horas para parirte a ti, para no soportar el trabajo..

Abro la boca ofendida.

-¡Papá!

***

Me despierto con un gran bostezo y me remuevo en mi cama para después incorporarme y frotar mi frente. Con los ojos semi abiertos, tomo mi móvil y compruebo la hora. Son las seis y media de la tarde. Suspiro, me dirijo a mi escritorio y lo enciendo para buscar tonterías por internet, mientras, marco el teléfono de Rafa.

-¿Si? – responde con voz brusca.

Frunzo el ceño confusa.

¿Qué le pasa?

-¿Rafa?

-Sí – suspira al otro lado de la línea.- ¿Qué quieres?

-Pues nada – murmuro mientras tecleo algo en mi ordenador.- Quería hablar contigo.

-Ya, ya. Pues estoy ocupado.

¿Qué narices le pasa? No le he hecho nada para que se ponga así.

-¿Y eso se debe a...?

-¿Qué más te da, Noelia?

Me está hartando.

-Oh, perdóneme, señor – me disculpo con sarcasmo.- ¿Acaso le molesta mi llamada?

Escucho como Rafa suspira con enfado al otro lado de la línea. La llama que tengo de paciencia se está empezando a prender a causa de su actitud inexplicable.

-Noelia, ¿qué coño quieres?

-Pues quería hablar contigo, Rafa – contesto con algo de mosqueo.- ¿O es que ahora no puedo llamar a mi novio?

Él suspira y pongo la mano en el fuego a que se está tirando de su pelo negro con frustración.

-No estoy de buen humor.

-No me había dado cuenta – murmuro con sarcasmo.

-No me vaciles.

-¿Pero qué dices? – pregunto con cara de no entender nada.- Rafa, que estés de mala uva no implica que lo pagues conmigo.

-Déjame, coño – dice bruscamente.- Me estás hartando.

Asiento y siento como algo empieza a doler en mi pecho.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora