Capítulo 26.

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-¿Pero qué coño le ha pasado?

Tras salir de casa de Diana, Carmen me pregunta con voz sorprendida y yo tuerzo mi boca hacia abajo sin saber el motivo.

-No lo sé, Carmen.

Las dos empezamos a caminar hasta que ella se para enfrente de mí con los brazos cruzados. Sus ojos azules me miran sorprendidos todavía a causa de lo que ha sucedido hace unos minutos.

-¿Tú crees que será el final de las tres? -pregunta con un hilo de voz.- Hemos sido mejores amigas desde los doce años y...

-Se le pasará, tranquila - respondo con voz calmada y posando mi mano sobre su brazo.- Tal vez no le ha sentado bien la mentira. No lo sé.

Carmen suspira y asiente para después emprender camino hacia ningún lugar en concreto.

-¿Y si hablamos con Adán? -sugiere.- Tal vez le sucede algo o intentamos que él hable con ella.

Asiento conforme a lo que dice.

-Sí, claro -afirmo.- ¿Pero no decía que no salían?

-Lo están intentando -murmura.- ¿Tienes el teléfono de él?

-No -niego.- Ahora iré a ver a Rafa, se lo preguntaré.

Carmen asiente y se para en seco, otra vez, para posarse frente a mí.

-Las cosas no van bien -murmura con voz baja, y yo, extrañada, frunzo el ceño. - Entre Mario y yo.

Alzo las cejas y acaricio su brazo con preocupación.

-¿Por qué?

Ella traga saliva.

-Hace tres días que lo hicimos.

-¿Al final si? –asiente con tristeza.- ¿Y qué pasa?

-Que me ignora –murmura.- Yo sé que es mayor y tal vez no comprenda las cosas que hace, pero tampoco es motivo para no contestarme los mensajes.

Hago una mueca.

-¿Le has llamado?

Niega.

-No quiero parecer una arrastrada.

Suspiro.

-Venga, pruébalo.

-¿Y si solo me ha querido para eso? –pregunta con voz quebrada mientras en sus ojos se van acumulando lágrimas.

-Eh, tranquila –murmuro abrazándola.- No avancemos acontecimientos.

-Noelia, tengo miedo.

-Lo sé –digo tras separarnos.

***

-¿Entonces?

-No lo sé, Rafa – murmuro.- Diana se puso como una loca.

Rafa alza algo las cejas y me atrae hacia él rodeando mis hombros con su brazo. Tras eso, alzo mi rostro un poco y unimos nuestros labios en un simple y cálido beso.

-¿Le diste el teléfono?

Asiento.

-Supongo que le estará llamando ahora – comento mientras observo la hora en mi teléfono móvil.- Me dijo que me diría cosas.

Asiente.

-Hace calor, ¿no crees?

Una sonrisa cómplice se instala en mi rostro y le miro con picardía, a lo que Rafa me responde con una gran sonrisa. Su rostro, lentamente, se acerca hacia el mío y volvemos a unir nuestros labios en un beso furtivo.

-Noelia – murmura.- Yo...

-No digas nada.

Abrazo a Rafa y cuelo mi cabeza entre el espacio de su cuello y hombro para después cerrar los ojos y aspirar su aroma. El latir de mi corazón se acelera y siento mis mejillas enrojecerse cuando sus brazos me rodean la cintura fuertemente y le escucho inspirar.

-Empiezo a sentir mucho por ti – susurra.- Y tan solo ha pasado un mes y algo.

Cuando nos separamos, sonrío con adoración hacia él y nuestros ojos verdes conectan en la mirada. La palma de mi mano derecha acaricia su mejilla sin vello alguno y él sonríe, provocándome que quiera volver a unir nuestros labios, pero no lo hago.

-No es nada malo – aseguro.- ¿Por qué lo dices?

Él sonríe.

-Porque me sorprende.

Sonrío y río bajo.

-¿Y eso se debe a...?

-Nunca había tenido sentimientos tan rápido.

Capturo mi labio inferior con mis dientes y paso mi mano izquierda por su pelo negro ondulado.

-Eso es bueno.

-No lo niego – murmura con una sonrisa.

***

-¿Qué ha sucedido?

Carmen deja de beber su mojito, limpia con una servilleta blanca sus labios pintados de color rosa pastel y resopla.

-Adán no lo sabe – encaja.- Me ha dicho que tal vez ella se sienta algo temerosa porque se lo hayamos sonsacado pero...

-Eso no es motivo del comportamiento que tuvo.

Asiente y toma una galleta que hay en un recipiente que nos han puesto.

-Lo sé.

Suspiro y el teléfono de Carmen suena.

-No puede ser –suelta Carmen con voz quebrada.- No puede ser.

-¿Qué pasa?

Los ojos azules de Carmen, cuando se posan sobre los míos verdes, veo que están rojos y lágrimas se acumulan en ellos. Me tiende su teléfono y yo, extrañada, lo tomo para después posar su mirada en él.

WhatsApp.

Diana: ¿Quién coño te has creído que eres? Se ve que Mario no te da lo que necesitas y tú vas a por los novios de tus amigas. Para que quede claro, no quiero saber nada ni tanto de ti ni como de Noelia.

Diana: ¿Enrollarte con Adán? No pensaba que caerías tan bajo. Tan cortante y "madura" que dices ser para luego clavar cuchillos por las espaldas a tus amigas.

Diana: Perfecto. Y, por cierto, Noelia para mí tampoco lo es ya que sé que ella está al tanto de ello.

-¿Te enrollaste con Adán?

-¡No! – exclama con voz quebrada.- Solo hablamos una chica que los conocía a los dos nos vio abrazándonos, joder. Solo nos abrazamos porque yo estaba mal.

-Carmen... - murmuro con ojos vidriosos.- ¿La hemos perdido?

Ella limpia una lágrima que se desliza por su mejilla y asiente con lentitud para después beber más de su mojito.

-Podemos arreglarlo, Carmen – sosiego a mi amiga.- Tú lo sabes.

-No quiero saber nada más de ella – comenta con voz fría y veo sus ojos mirarme con seguridad.- Primero aquello y luego esto, pues no. Ya me he hartado, Noelia.

Hago una mueca y asiento.

-Tú y yo siempre juntas, ¿vale?

Carmen sonríe con tristeza y solloza, lo que provoca que las lágrimas que estaba conteniendo se deslicen por ambas de mis mejillas. Abrazo a mi amiga y ambas empezamos a llorar con disimulo en el bar que estamos.

-Siempre, Noelia.

-¿Estás bien? – pregunto separándonos.

Carmen sonríe.

-¿Y tú?

Limpio mis lágrimas y niego con la cabeza.

-Hemos perdido a una amiga, Carmen.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora