Capítulo 31.

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Rafa.

Noelia, tras confirmar reiteradas veces que está preparada, vuelve a unir sus labios con los míos para después yo incorporarme y llevarla en brazos hacia mi habitación.

Cuando llegamos, cierro la puerta dándole una patada y ella ríe ante el gesto, lo que causa que mi pecho vibre y sonría. Tengo mucha suerte. Dejo a Noelia en la esquina de la cama y rápidamente me deshago de mis pantalones y camiseta para ver cómo ella me observa con una sonrisa pícara.

-Menuda suerte tengo.

Ríe.

Me inclino hacia ella para volver a besarnos y sé que ahora mismo se encuentra nerviosa y debatiéndose interiormente si hacerlo o no. Sin prisa alguna y con inexperiencia, empiezo a deshacerme de su camisa; intentando que todo salga perfecto.

-Bueno... - murmuro dejando su camiseta en el suelo.- Ahora te quitaré los pantalones, ¿de acuerdo?

Sus ojos verdes me observan con las pupilas dilatadas para después jadear y asentir. Aquel jadeo provoca que un delirio se forme en mí y vaya directo a mi entrepierna. Lentamente, empiezo a deshacerme de la prenda que le he dicho y la dejo en el suelo con la otra.

Resoplo con algo de nerviosismo y paso mis manos por el pelo negro para después pensar en cómo hacerle especial esta primera vez ya que nunca he desvirgado a nadie.

-¿Qué te pasa? -ríe bajo.- La que se supone que tiene que estar nerviosa soy yo.

Sonrío ante la tranquilidad en la que se encuentra.

-Quiero hacerlo especial.

-Ya lo es.

Sonrío y observo como Noelia se posiciona de rodillas sobre la cama para tomar mi mano y tumbarme sobre encima de ella. Con delicadeza, nuestros labios se unen y empiezo a hacer una fricción entre nuestras intimidades que nos lleva al delirio a ambos.

Los segundos pasan y sé que ya es la hora. Con lentitud, me separo de ella y observo sus labios rojos al igual que sus mejillas.

-Ahora te quitaré el sujetador, ¿de acuerdo?

Noelia asiente con un nerviosismo bastante evidente para después hacer una hueco entre su espalda y la cama, dejándome espacio para deshacerme del sujetador.

-Con cuidado, Rafa.

Asiento seguro y la beso castamente.

-Lo prometo.

Volvemos a besarnos por unos instantes más y me vuelvo a separar de ella para quitarle la última prenda y observarla desnuda y con un gran nerviosismo, lo que me hace sentirme mal.

El tiempo pasa y ya los dos nos encontramos unidos en uno, en el cual me paso la mayor parte observando las expresiones de su rostro e intentando no ser demasiado brusco.

Sus labios se posan sobre los míos y el cielo se hace presente en mí mientras nos seguimos uniendo de nuevo. El delirio que me causa el tacto de sus labios a la vez que el de sus manos sobre mis hombros apretando fuertemente causa que ralentice el ritmo.

-¿Bien?

Sus ojos verdes me observan y puedo ver, de nuevo, las pupilas negras a causa de la excitación. Ella me sonríe, intentando tranquilizarme, pero yo sé que sigue teniendo miedo.

-No tengas miedo, Noelia.

Ella sonríe divertida.

-Tampoco te enfades -murmura con su dulce voz, provocando que el corazón se me acelere.- Solo intento que no te preocupes tanto.



***

-Mañana empiezo a trabajar - le comunico mientras observo su perfil de lado.

Noelia voltea su cabeza y me observa con gracia para después sonreírme y besarme.

-Qué bien, ¿no?

Asiento con ganas y entrelazo nuestras manos por debajo de la tela que nos cubre. Sus ojos verdes con algo de maquillaje corrido me observan sin preámbulo alguno, causando que las ansias de besarla y hacerle el amor de nuevo vuelvan a mí.

Mi vista se posa sobre sus labios, avivando el recuerdo de cómo salían sus gemidos de su boca y el tacto de sus labios sobre mi piel que me conducían al infierno sin salida.

Tiempo después, ambos nos arreglamos para ir a dar una vuelta por El Parque de Las Llamas. Mientras caminamos con tranquilidad, ella para en seco y me observa con sus ojos verdes entrecerrados.

-¿Qué?

-Duele.

Al escuchar lo que dice, interpreto su respuesta y comprendo el por qué dice eso.

-Es lógico, ¿no?

-Sí -murmura. - Pero es mejor que la regla, al menos para mí.

Río y la atraigo hacia mí para rodear sus caderas con mis brazos.

-Estás loca.

Noelia me observa con sorpresa ante lo que le digo y entreabre la boca para después golpearme el brazo y rodar los ojos, causando que me sienta cuando tenía su edad.

-Imbécil, no es verdad.

Seguimos emprendiendo camino por el parque mientras me dedico la mayor parte del tiempo a observarla de reojo. Cuando observo sus pestañas cubiertas de rímel y que en sus párpados superiores están trazadas unas líneas negras, una media sonrisa se hace presente en mi cara al ver el contraste con sus preciosos ojos.






-Buenas noches, cariño.

Su voz al otro lado de la línea cambia un poco, pero eso no influye en mi corazón, el cual se acelera al escuchar su voz desde la distancia.

-Buenas noches, Noelia.

Cuelgo el teléfono y lo observo por unos instantes, en los cuales la lavadora me avisa de que las sábanas negras que usamos antes están limpias.

Tras tenderlas en el terrado, bajo a mi departamento y me hago un sándwich vegetal para después escuchar cómo alguien toca el timbre de mi puerta. Extrañado, me dirijo hacia ella y miro por la mirilla a Adán, el cual me espera.

-Hola, ¿qué pasa?

Niega con la cabeza y se adentra en el interior de la casa.

-Diana -murmura.- No sé qué coño le pasa.

-¿Ahora que ha hecho?

Me cruzo de brazos con el ceño fruncido y ambos nos dirigimos hacia la cocina, donde se encuentra la mitad de mi cena.

-Se ha enrollado con otro.

-Pero si no erais nada.

Sus ojos azules ruedan y se recuesta de espaldas a la encimera mientras yo me acabo el sándwich y bebo de mi cerveza.

-Hace una semana que somos pareja oficial.

-Oh - murmuro dejando el plato en el fregadero. - ¿Y cómo te has enterado de que...?

-Se ha drogado - comenta - Ahora se junta con gentuza, Rafa, y no sé qué hacer. Realmente a mi ella me gusta.



***

Espero que os haya sorprendido muchísimo.

¡Saludos desde Coachella!

¡Buenas noches!

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora