Capítulo 29.

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       Tras decirme aquello Rafa, una sonrisa se instala en mi interior y empiezo a trazar círculos en el borde de su ombligo cubierto por un poco de vello negro. Él deja de peinarme para después empezar a masajear mi cabeza mientras apoya su cabeza sobre la arena.

-¿Por qué dices que tienes suerte?

Rafa sonríe al escuchar mi pregunta mientras su mirada sigue posada en el mismo lugar.

-Tú ya sabes el por qué.

-Para nada – miento.

Rafa se apoya sobre sus codos y me mira fijamente con sus ojos verdes a la vez que un mechón de su pelo negro cae rebelde sobre su rostro.

-Quítate el mechón, ¿no te molesta?

-Quítamelo tú.

Río a la vez que ruedo los ojos para después gatear hacia él y rodear su cintura con mis piernas para apartar el mechón de pelo. A continuación, tras haber hecho eso, nos quedamos observándonos para después esbozar una sonrisa y percatarme de que mi novio tiene su mirada puesta en el piercing de mi nariz.

-¿Te dolió?

Niego con la cabeza.

-Soy muy fuerte –aseguro para después darle a mostrar el escaso bíceps que tengo.- ¿Lo ves?

Rafa, nada más ver lo que hago, estalla a carcajadas para después negar con la cabeza y rodear mi cintura con sus brazos. Mientras estoy rodeada, recuesto mi cabeza en su pecho y suspiro a la vez que escucho los latidos calmados de su corazón.

-¿Un bañito?

Miro a Rafa a la vez que me alejo de su pecho y niego con la cabeza para después incorporarme y darle una vista de mi parte trasera. Cuando estoy de pie, tomo una toalla de playa para extenderla en la zona donde pega el sol.

-Prefiero hacer topless.

Veo como alza las cejas sorprendido y sus ojos se dirigen hacia mis pechos.

-Noelia...

Río.

-Solo quiero provocarte.

Rafa me dedica una media sonrisa para después venir hacia mí y abrazarme por la cadera; atrayéndome hacia su pecho a la vez que unimos nuestros labios. Mientras nos besamos, siento una oleada, como las otras veces, en mi interior a la vez que llevo mis manos a su cuello.

-¿Nos bañamos y luego nos tumbamos al sol?

Asiento.

Rafa entrelaza nuestras manos y nos dirigimos al agua. Tras habernos bañado, nos vamos de nuevo hacia el lugar en el cual nos hemos instalado para tumbarnos donde había dejado la toalla de playa y dejar que el sueño me inunde.

***

Entreabro mis ojos un poco y siento el calor del sol agolpar mi cuerpo. Aturdida, apoyo parte de mi cuerpo sobre mis codos y busco a Rafa con la mirada hasta que le veo en el agua nadando. Sonrío y me percato de que me ha tapado con una toalla para no quemarme, lo que me causa que algo en mi interior se ablande. Me incorporo del lugar para dirigirme hacia la orilla de la playa y ver que Rafa se percata de que me he despertado ya que veo, de lejos, como dice que vaya hacia él.

La fría agua cubre mi cuerpo, provocando que la piel se me ponga de gallina y un escalofrío recorra mi cuerpo causando que me despierte. Tras eso, me zambullo y nado hacia Rafa, el cual nada más salir del agua me besa.

-¿Cómo has dormido, cariño?

-Bien – bostezo tapándome la boca.- ¿Tú has dormido?

Niega con la cabeza.

-Para nada – sonríe.- Cuando he visto que te has dormido te he tapado para que no te quemases y después me he ido a nadar.

Frunzo el ceño.

-¿Cuánto he dormido?

-Media hora.

Asiento y le abrazo con fuerza.

-Estoy algo cansada.

-Lo sé – ríe.- ¿Te parece que nos vayamos en una hora?

Le miro y asiento.

Hora después nos encontramos Rafa y yo de vuelta a casa. Septiembre – Melendi suena en la radio y le escucho tararearlo en voz baja, causando que yo ría. Paramos ante un semáforo y miro su perfil, observando su pelo medio mojado negro y ondulado, su camiseta algo mojada a causa de su torso y después subo el volumen de la canción del artista Melendi.

-¿Te gusta?

-Es bonita – confieso.- Pero las historias de profesor y alumna nunca acaba bien.

-Cierto.

Rafa pone en marcha el coche y seguimos nuestro rumbo.

-¿Tú te has sentido atraído por alguna profesora?

Niega con la cabeza.

-¿Y tú por algún profesor?

Asiento.

-Sí, cuando tenía trece años – comento recordando aquella época.- Me prendé de él, pero después me di cuenta de que él jamás se fijaría en alguien como yo.

-¿Por qué?

-La edad.

Rafa asiente y llegamos a los veinte minutos a mi casa. Bajo del coche, cojo mis escasas cosas para después besar sus labios y subir. Cuando llego, abro la puerta principal para después encontrarme a mi padre en pantalones de chándal y mi madre saliendo de su habitación con una bata.

Ya sé en qué han invertido el tiempo.

-Hola, nena – me saluda mi padre.

Sonrío.

-Hola – miro a mi madre.- Hola, mami.

-Hola, cielo.

-¿Qué tal el día con Rafa?

-Bien – afirmo y dejo las cosas en el salón.- ¿Me ducho y cenamos?

Mis padres asienten.

Tras ducharme y cenar junto a mis padres, me encuentro en mi habitación respondiendo los mensajes de Rafa a la vez que hablo con Carmen vía Skype.

-¿Sabes algo de Diana?

-No – niega para después soltar un suspiro.- Por cierto, ha dejado el grupo de las tres.

-¿Qué?

Poso mi mirada en la pantalla de mi portátil.

-Eso – me dice para después hacer una mueca.- La he llamado pero me cuelga...

-¿La llamo?

Niega con la cabeza y trenza su pelo.

-Déjala, Noelia – me dice.- Ya lo he intentado yo y no surge efecto.

-Podemos ir a su casa...

-No – se niega.- Yo ya me he cansado, tía. He cedido y he tragado algo de mi orgullo para llamarla y querer saber el por qué está así y ella no ha querido.

-No tendrías por qué haberlo hecho, Carmen, sabías que ella no respondería.

-Lo sé – concuerda conmigo.- Pero tenía la esperanza.


Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora