Capítulo 48.

4.3K 257 8
                                    

Mierda, Rafa.

     Mi vista se posa en el montón de papeles que he recibido mientras mordisqueo el labio inferior haciéndome consciente de la realidad del asunto. Puedo ver, de reojo, como la mano de mi padre se posa en mi hombro y yo alzo la mirada para observarle.

-¿No te alegras ya? - pregunta con su ceño fruncido, dando a ver sus arrugas.

Niego con la cabeza y sonrío.

-Sí que me alegro, papá. La verdad es que a estas alturas no me lo esperaba.

Él sonríe mientras se incorpora.

-Cuando venga tu madre cuéntaselo, haremos un festín esta noche los tres.

Río ante la ilusión de mi padre.

-De acuerdo, papá.

      Mi padre pasa una mano por su pelo con algo de canas y se va de la habitación sin decir nada más,  a la vez, yo estoy sin dejar de pensar en que esto tendré que decírselo a Rafa, lo que conllevará hablar de nuestro futuro como pareja.

[...]

-Hey - saludo en voz baja cuando entro en mi habitación. - ¿Te molesto?

     Escucho como resopla desde el otro lado de la línea y mueve unos papeles.

-No, tranquila.

Paso la lengua por mis labios, humedeciéndolos, y recuesto la espalda en la puerta de mi habitación desviando la mirada al techo mientras el teléfono móvil sigue en mi mano junto a la oreja.

-Bueno, ya sabes que...

-Noelia - me menciona. - Tranquila.

Resoplo, paso una mano por mi frente y me soliloquio sin encontrar respuesta.

-Te echo de menos - susurro.- ¿Cuándo nos veremos?

Puedo intuir que Rafa sonríe,  causando que yo también lo haga y mi sistema se altere como desde la primera vez que le vi.

-Pues no lo sé,  la verdad - responde con algo de gracia en su voz.- Mi novia me dio mucho sexo la última vez que nos vimos y estoy agotado.

     Sin querer, una risa brota de mis labios y escucho como Rafa también ríe, haciéndome olvidar por aquellos segundos la situación en la que realmente me encuentro.

¿Se lo digo ahora?

¿Espero a verle para hablarlo en persona?

¿Le envío un mensaje?

No sé qué coño hacer.

-Eres idiota.

     Sé que en estos momentos él está sonriendo y recuerdos de nuestro viaje a Cuba vienen a mi mente,  haciéndome sentir privilegiada de tenerle.

    Mis ojos verdes repasan la habitación y se quedan estancados en un marco donde hay una foto nuestra. Me acerco sin prisa y mientras charlo con él por teléfono,  lo tomo con mi mano libre y observo la fotografía. Mis ojos se centran en su sonrisa, sobretodo y como siempre en sus dientes imperfectos y sus ojos verdes.

      Me acuerdo perfectamente de la primera vez que hablamos, en la cual él me preguntó si la propuesta de sexo seguía en pie y lo extrañada que me puse al no saber de qué hablaba.

-¿Hola?

     Dejo de estar en las nubes y pestañeo varias veces reaccionando,  resoplo y le respondo:

-Hola.

Él ríe.

-Pensaba que me habías colgado.

-Podría hacerlo - le advierto.- Pero soy demasiado buena.

Sonrío.

-Aceptaré ese comentario a pesar de que no es verdad.

-¿Sabes qué aceptaría yo? - le cuestiono dirigiéndome hacia mi cama y deshaciendo el nudo del pantalón de pijama.- Una charla caliente.

      Escucho como, de repente,  deja de respirar y yo sonrío sabiendo que él no se ha quedado sorprendido,  si no que está dispuesto a hacerlo.

-¿Ahora? -susurra en una pregunta.

-Si tienes trabajo no - respondo adentrándome en las sábanas, apagando la luz y abriendo mis piernas.- Mis padres se han ido a dar una vuelta.

Él suspira aliviado.

-¿Me echas de menos?

Cierro los ojos con mi cabeza recostada en la almohada y asiento sonriendo.

-Muchísimo - respondo. - Pero ahora podemos divertirnos, ¿no?

-Claro - concuerda.- Dime,  ¿qué harás cuando te empiece a hablar suciamente?

***

-¿Y bien? - pregunto instando a Carmen a hablar.

     A través de mis gafas ahumadas, observo a mi mejor amiga beber de su batido de frutas mientras me observa. Cuando acaba, limpia su boca llevándose con ella algo de su pintalabios color rosa palo y apoya su cabeza en una de sus manos.

-Ni idea - me dice.- Yo estoy igual que tú.

-¿A qué universidad irás?  - le pregunto recostando mi espalda en el respaldo de la silla de su comedor.

-Hace poco me enteré que la universidad de Irlanda me ha aceptado. No me acordaba de que había enviado solicitud.

-¿Y Mario? - pregunto bebiendo del vaso de agua que hay enfrente mía.

-No le he dicho nada, por eso he dicho que estoy como tú.

Resoplo, quito mis gafas y Carmen alza las cejas por unos segundos.

-¿Y esas ojeras?

-Ayer estuve toda la noche mirando por internet la universidad a la que iré -respondo. - Y también cómo decírselo a Rafa.

    Carmen hace una mueca y peina su pelo.

-Yo por lo de Mario no ando demasiado preocupada; al fin y al cabo no somos nada todavía.

-¿Lo habéis hecho?

Sus ojos azules me observan y esboza una pequeña sonrisa.

-Varias veces.

-Describe varias- le digo apuntándola con mi dedo índice mientras río.

-Seis o siete - dice pensativa.- Tampoco tantas.

-Qué va, para nada- ironizo.

Ella ríe.

-Volviendo a lo de antes - carraspea y rasca su nuca. - Tú, obviamente,  lo tienes más complicado. Rafa y tú estáis sintiendo mucho.

***

      Mis brazos rodean su cuello y escondo mi cabeza en el hueco que hay entre ese y su hombro,  oliendo su colonia e intentando tranquilizarme porque mi cabeza no para de darle vueltas al asunto. Rafa me rodea la cintura y posiciona su cabeza como yo he hecho; siento el calor que su cuerpo desprende y mis latidos se calman, pero suelto realmente un suspiro cuando entrelazamos nuestras manos al separarnos.

-Hey -me susurra observándome cara a cara.- Cuánto tiempo.

Le sonrío observando sus ojos mientras el pulso se dispara y no rompo nuestro contacto.  Rafa sonríe y, sin preámbulo alguno, me encuentro de nuevo entre sus brazos en plena calle de Santander.

-Te he echado de menos - susurro.

-Yo también, cariño - me dice al oído mientras todavía estamos abrazados.

      Nos separamos y, directamente,  me alzo un poco acercando mi rostro al suyo consiguiendo sentir sus labios sobre los míos,  provocando un revuelo en mi sistema y alterándome por completo. Sin separarnos todavía y sin mover nuestros labios de nuevo, llevo mi mano a su nuca y él rodea mi cintura con un brazo suyo; me atrae más hacia él y nuestros pechos hacen contacto cuando lo de hace unos días aparece en mi mente.

No sé si voy a ser capaz de decírselo.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora