Capítulo 50.

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-Lo sé – afirma asintiendo con su cabeza para después beber de su vaso y mirarme a través de sus ojos azules.- Pero mejor hacerlo ahora que no cuando sea tarde; te quedan tan solo mes y poco, Noelia.

Mi vista se posa en la mesa de la casa de Carmen y suspiro mientras pienso en qué decir, pero no encuentro nada.

-Irme allí supone romper nuestra relación – hablo tras un tiempo en completo silencio.- Y no quiero romper con él cuando siento que por fin estoy feliz.

Carmen sonríe sin dar a ver sus dientes y achina sus azules ojos para después inclinarse un poco y apoya parte de su brazo en la mesa mientras me observa.

-No tenéis por qué romper, tía – me dice.- Os veréis por verano, semana santa e invierno.

-Es mucho tiempo, Carmen...

Mi mejor amiga toma mi mano y hace un movimiento de cabeza, intentando darme a entender que no hay por qué romper la relación que tenemos.

-Díselo – me aconseja.- No tiene que ser ahora, pero hazlo en cuanto te sientas preparada.

-¿Y si no me veo preparada nunca, Carmen? El tiempo corre y no puedo pararlo.

Ella hace una leve mueca torciendo sus finos labios blanquecinos.

-Tarde o temprano lo sabrá.

***

-Hola, cielo – me saluda mi madre quitándose sus gafas de ver, se levanta del asiento en el que está y yo sonrío mientras ella besa mi mejilla.- ¿Qué tal el trabajo?

Resoplo, dejo el bolso encima de la mesa de la cocina y llevo mis manos detrás de mi espalda estirándolas.

-Agotador – contesto tras haber hecho aquella acción.- Esto de las rebajas es un maldito caos.

Mi madre, con sus ojos puestos sobre la pantalla del ordenador y sus gafas puestas, teclea y me dedica una ojeada con una media sonrisa.

-¿Has revisado todo lo de la universidad?

Cuando mi madre pronuncia la palabra "universidad", un escalofrío recorre mi espina dorsal y la imagen de mi novio viene a mi mente. Carraspeo, me remuevo incómoda en la silla y ella rueda los ojos.

-Y supongo que Rafa tampoco sabrá nada – dice dándome aquella típica mirada de madre.

Niego con la cabeza.

-Mamá, no quiero romper la relación.

-Pero es tu futuro, Noelia – me dice haciéndome ser consciente de ello.- Rafa ya se ha sacado todos sus estudios y está trabajando, en cambio tú no.

Asiento siendo consciente de lo que me dice mi madre.

-Pero...

-Sé que le quieres, Noelia – me interrumpe mirándome fijamente a través de sus gafas.- ¿Te acuerdas lo que te he dicho siempre?

-Los estudios ante todo – le contesto tras haber asentido con la cabeza.

Mi madre resopla, aparta el portátil y toma mi mano derecha mientras se quita sus gafas; sus ojos me observan con atención y yo presto atención a sus palabras.

-Es normal que estés así – me dice comprensiva.- Rafa es el chico por el que más has sentido y no contabas con que te tendrías que ir a Noruega para estudiar, pero la vida es así, Noelia. Además, si tenéis que romper y estáis destinados a volver, el tiempo lo dirá.

-Pero tengo miedo – susurro sintiendo el miedo apoderarse de mí.

"No quiero perderle." Pienso.

El simple hecho de imaginarme lo duro que serán los meses que esté en Noruega sin él y con el posible caso de que nuestra relación se rompa a causa de la distancia provoca que la piel se me erice y mis ojos empiecen a empañarse.

-No, mi amor - niega mi madre abrazándome.- No llores, Noelia.

Sollozo.

-No puedo ni quiero perderle, mamá.

***

Resoplo y pego un gomet rojo en Cuba, La Habana mientras sonrío y después, a su lado, una imagen que nos hicimos los dos en una de las magníficas playas del lugar. Cuando he acabado de pegar los gomets rojos, escribo en la leyenda "Lugares en los que hemos estado juntos.", después empiezo a pegar gomets amarillos en: Nueva York, California, Argentina, Australia, Madagascar y muchos más lugares; tras eso, vuelvo a escribir en la leyenda "Lugares a los que iremos seguro. Tú y yo." Sonrío y, por último, los gomets azules para ponerlos en los lugares que Rafa me contó que le gustaría visitar, a los que he llamado "Antes de los treinta."

Miro en mi teléfono la hora y ensancho los ojos, rápidamente me incorporo de mi cama para vestirme, doblar el mapamundi y guardarlo en mi bolso. Bajo corriendo las escaleras y salgo de mi casa mientras le tecleo un mensaje avisando a mi padre de que me voy.

[...]

Bajo del bus, me alzo un poco buscando a Rafa hasta que le veo tecleando en su teléfono, sonrío y corro hacia él. Cuando me ve, sonríe dando a mostrar sus dientes desalineados y achina sus ojos verdes.

-¡Hola! – le saludo con un exceso de alegría.

Él ríe, nos separamos y me besa con lentitud.

Sus labios sobre los míos causan un compás sincronizado que provoca la alteración de mi sistema y el aumento de los latidos de mi corazón, causando que lleve mi mano izquierda a su nuca y empiece a juguetear con su pelo negro largo y ondulado.

-Hola – susurra a unos centímetros de mi rostro.- Que pequeñas te vuelves cada vez.

Entrecierro los ojos y le pego en el brazo.

-Mido uno setenta y cinco, idiota.

Rafa ríe mientras entrelaza nuestras manos, causando que por unos segundos note las mariposas en mi estómago y expulse un suspiro calmándome.

-¿Y esto? – pregunta con su ceño fruncido mientras toma el mapamundi que compré ayer.- ¿Qué es?

-Un regalo – digo obvia y él alza las cejas.- Mira, te explico.

Rafa, con una pequeña risa, asiente y se posiciona a mi lado en el sofá de su casa, extiendo el mapa en la mesa que tiene frente a la televisión. Cuando está extendido sobre ella, observo de reojo como mi novio se sorprende al ver alguna que otra foto nuestras en miniatura por el mapa junto los gomets.

-¿Y esto?

Río y relamo mis labios.

-Los gomets rojos son en los lugares que hemos estado juntos; es decir: Cuba y Cantabria – aclaro observándole.- Los amarillos son a los lugares que iremos, y los azules a los que hay que ir antes de los treinta.

Rafa me sonríe y observa el mapa.

-¿Quieres ir a Australia?

Asiento.

-¿Y por qué no?

Él me besa sin responderme.

-Gracias por este regalo, cariño – me agradece rozando nuestras narices.- No me lo esperaba.

Le sonrío orgullosa y las palabras de mi madre y Carmen hacen acto de presencia en mi mente, por lo tanto, trago saliva y tomo su mano.

-También tengo que contarte algo.

Suspiro intentando aliviar mis nervios.

-¿El qué?

-Me han aceptado en la universidad de Noruega.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora