Capítulo 58.

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3 semanas después...

Hacia cosa de unos cinco días que había empezado la universidad, la chica con la que compartía habitación al final llegó y Adolf junto los demás seguimos quedando. Rafa y yo, casi cada día, manteníamos una video-llamada a través de Skype y, con el tiempo, la distancia se me hacía más, más y más pesada.

Mis pies tocan el frío suelo de baldosas y yo llevo, automáticamente, las manos a mi cabeza para empezar a soltar miles de maldiciones a causa del madrugón que me he dado. Elena, mi compañera, sale del baño compartido mientras suena desde el interior de éste una canción que apenas reconozco.

-¿Cuánto tardarás? – pregunto al ponerme en pie y observo su cuerpo de metro setenta y ocho.

Los ojos marrones de ella me observan por unos instantes mientras coge su ropa interior del armario, acaba la acción y cierra el cajón a la vez que yo estoy cruzada de brazos esperando su respuesta.

-Ahora salgo – espeta con un tono francés.

Ruedo los ojos y voy directa a mi escritorio para desenchufar mi teléfono, leer los mensajes de WhatsApp y sonreír ante lo que me ha escrito Rafa.

WhatsApp.

Rafa: Tengo planes ya para estas navidades ;)

Noelia: ¿Ah sí? ¿El qué?

Bloqueo mi teléfono, cojo la ropa que necesito para ponerme tras ducharme y espero con paciencia a que mi compañera se digne a salir del baño.

[...]

-¿Pero te cae bien? – me pregunta apuntándome con su tenedor de plástico.

Adolf, Askel y yo nos encontramos comiendo en un parque que se encuentra al lado de nuestra universidad. Cuando el chico de los piercings me pregunta, yo acabo de tragar mi comida y planteo mi respuesta.

-A ver, mal no me cae – aclaro para después dar una ojeada a mi pasta comprada en un supermercado.- Pero si ella tampoco pone de su parte para relacionarse, ¿qué queréis que haga?

-Pues yo hacía a los franceses más amigables – comenta Adolf tras haber bebido un trago de su botella de agua.- Pero se ve que no todos son así.

Río bajo.

-Los españoles somos los mejores.

Askel ríe.

-Mejor no opino, si no llegaríamos a un debate sin fin.

Asiento concuerdo con él.

-¿Te apetece venirte esta noche a una discoteca con el grupo, Noelia? – me propone Adolf tras haber pinchado de su ensalada.

Mordisqueo mi labio pensativa mientras recojo mi pelo en una coleta y acabo asintiendo.

-Vale – acepto y los dos sonríen.- No creo que sea tan malo.

-Esa es la actitud, señorita – puntúa Askel con su pelo rubio desordenado.

Mi teléfono móvil vibra, lo cojo y rápidamente leo un mensaje de Carmen; gracias a la persona que se le ocurrió poner WiFi en el parque. Accedo a WhatsApp y leo el mensaje de mi mejor amiga, que me deja con la boca abierta.

WhatsApp.

Carmen: Tía, tía y TÍA.

Carmen: ¡Carlota se ha encontrado a Dianaaaaa!

Carmen: Se ve que ella se enteró de qe nos relacionábamos con ella ( lo debió ver x fb*) y ha ido a la tienda donde trabajabas.

-¿Pasa algo, Noelia? – me pregunta Adolf mientras mi mirada está puesta en el mensaje de Carmen.

-No, no, no – niego haciendo un movimiento con mi mano de desdén.- Ahora os cuento.

Noelia: ¿Pero qué ha pasado?

Noelia: Por cierto, ¿qué tal en Francia? ¿Has comido algún croissant, pillina?

Carmen: Ojaláaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

Carmen: Que Mario se haya venido conmigo no me falicita ligar, joer.

Carmen: Pues resulta que Carlota se ha hecho la longui*, pero aún así Diana le ha hablado mal de nosotras.

Noelia: ¿Qué le ha dicho exactamente?

Carmen: Carlota ahora me enviará un audio, luego t lo paso.

Noelia: Okkkkkk.

Bloqueo mi teléfono totalmente sorprendida ante lo arpía que se ha vuelto mi ex mejor amiga. Cuando lo he metido en mi bolsillo, me encuentro con la mirada de los dos hombres que tengo enfrente esperando que les cuente qué ha pasado.

-¿Y bien? – pregunta el chico de ojos azules.

[...]

Observo mi pelo recogido en una simple trenza con algunos mechones sueltos sobre mi rostro, mis ojos delineados a la perfección y un vestido verde champán que me llega hasta menos de la mitad del muslo, casi enseñando mi trasero. Acto seguido, me aplico brillo de labios y tomo un bolso negro de mano.

Tocan la puerta de nuestra habitación y Elena le abre a Adolf, se sonríen con amabilidad y ella se marcha de nuevo a su cama para seguir viendo no sé cuál serie; el chico de ojos azules me escanea con la mirada y alza las cejas realmente sorprendido mientras lleva sus manos a los bolsillo de su pantalón negro.

-¿Soléis ir así a las discotecas en España? Menudos taconazos.

Río bajo y salimos de nuestra habitación.

-Sí, ¿te gustan?

Asiente sin dejar de observar mis ojos verdes maquillados.

-Tendré que ir a España para ver cómo es la marcha por allí.

Sonrío inmediatamente al escucharle y tomo su brazo para emprender ambos camino hacia la salida, donde nos espera la gente del grupo que conocí el primer día que llegué. Al salir a la calle, me encuentro a las chicas más o menos igual que yo arregladas y la mirada de Joaquín puesta en mí.

-Hola, Noelia – me saluda en un extraño español.

Frunzo el ceño mientras una sonrisa empieza a abarcar en mi rostro.

-¿Sabes español, Joaquín?

Él mueve algo su cabeza y se encoge de hombros.

-Google Traductor ayuda.

Sonrío y no sé por qué me empieza a caer algo mejor que antes.

-Bueno, si necesitas una profesora para mejorar ese español, puedo ayudarte – bromeo cuando todos empezamos a caminar por las oscuras calles de Noruega.

Él ríe echando su cabeza hacia atrás.

-No creo que aprenda – se sincera observándome con sus ojos miel a tan solo la luz de las farolas.- Lo dejé cuando empecé a estudiarlo en el colegio.

-¿Por qué?

-Es muy complicado – responde sensato sin dejar de mirarme, nos paramos frente a un semáforo en rojo y yo le miro de reojo, a lo que él me corresponde.

-¿Soy yo o aquí hay algo? – susurra Adolf en mi oído con algo de diversión en su voz.

***

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Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora