Capítulo 36.

5.1K 273 14
                                    

Algunos rallos de sol pegan directamente a mi cuerpo mientras me encuentro intentando conciliar el sueño. Tapada con una fina tela para no quemarme y gafas protegiendo mis ojos, me hallo tumbada sobre una tela en la arena de la playa para cuando suena el teléfono de Carmen y nos interrumpe la tranquilidad.

-¿Si? – responde ella con voz adormilada.- Oh... Hola, Mario.

Sonrío y me incorporo par observarla a través de los cristales tintados de mis gafas.

-¿Qué hago? Nada, poca cosa... - tapa el micrófono de su teléfono me mira sorprendida.- Quiere quedar.

Río por lo bajo y estiro mi cuerpo mientras digo:

-Queda con él.

-Sí, me va bien – responde ella con una sonrisa mientras toquetea su pelo trenzado.- Vale. Llámame. Adiós, Mario.

Carmen cuelga su teléfono, se incorpora y rodea mi cuerpo con sus brazos mientras pega saltitos.

-¡Una cita!

-¿Pero no estabas mosqueada con él?

-Sí – afirma separándose de mí y posicionándose bien.- Pero al fin me propone una cita, tía.

Río.

-¿Cuándo habéis quedado?

-Pasado mañana.

La miro con picardía a través de las gafas y sonrío.

-¿Y habrá...?

-No – niega rotundamente.- No, no y no.

Río.

-¿Hasta el matrimonio?

-No – niega para después reír.- Si la cosa va bien, ya veremos... Pero no tengo prisa.

***

Malú – Quiero suena en la tienda mientras yo me encuentro junto Carlota ordenando la ropa. Escucho como ella tararea la canción concentrada en doblar la ropa que han dejado los clientes deshecha. Con una sonrisa, empiezo a colocar los shorts que están en la zona de las camisetas y los zapatos.

-Nos volvimos a ver unos años después... El destino lo quiso, y así fue.

-Debería volver a marcharme otra vez, pero a veces te empeñas... – tararea Carlota mientras peina su pelo negro.

Reímos.

-Me encanta esta canción – confieso.

-Lo mismo digo – concuerda conmigo.- Oye, ¿te apetece venirte después del trabajo, sobre las ocho y media, a cenar y después a una discoteca?

Centro mi atención en mi compañera doblando ropa y me encojo de hombros.

-Tendré que comentarles a mis padres si les va bien y a mi novio.

-Él ya no viene por aquí – me dice Carlota posando sus ojos marrones pequeños en mí.

-Trabaja.

Resoplo.

-Yo empecé a trabajar a tu edad – me cuenta.- Y lo dejé a los dos días. Sigo sin saber cómo aguantas.

Reímos mientras hacemos nuestras acciones.

-Para no depender de mis padres si necesito salir y tener mi propio dinero.

***

-¿Llegarás muy tarde?

Niego con la cabeza y beso la mejilla de mi padre con fuerza para después reír ante la marca de mi pintalabios en ella.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora