Capítulo 41.

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-¡¿Ya?! - pregunto con una gran intriga.

Mis ojos observan la habitación color turquesa de Rafa mientras acaricio con lentitud las sábanas negras de la cama. Cansada de esperar, me incorporo del colchón y me dirijo a un espejo de cuerpo entero que hay en una esquina del lugar.

-¡Que no, espera! - exclama Rafa desde el baño de su habitación. - Cuando te diga, cierra los ojos y apaga las luces.

Ruedo los ojos por enésima vez en el tiempo que me ha estado haciendo esperar mientras camino de vuelta hacia la cama y me lanzo de espaldas a ella.

-Vale - acepto cansada mientras cruzo mis brazos y observo mi cuerpo cubierto de ropa encima de su cama.- ¿Ya?

-¡Que exasperante eres, cariño!

Río.

-No te mosquees.

-Apaga las luces y cierra los ojos, Noelia.

Una mini Noelia aparece en mi interior aplaudiendo y montando una fiesta. Ya era hora. Con entusiasmo, apago las luces de la habitación y bajo la persiana; tras eso, cierro los ojos a la vez que sonrío.

Peeling Godo - The Cinematic Film Band suena mientras que escucho como la puerta del baño se abre y, entreabriendo un poco los ojos, observo a mi novio vestido con unos simples bóxers negros, un cinturón de policía alrededor de su cintura y un gorro a juego que cubre su pelo negro algo largo como se empieza a moverse con sensualidad.

-Puedes abrirlos, eso sí, no me toques porque te llevaré a la cárcel si te portas mal.

Cuando los abro del todo, empiezo a reír ante lo gracioso que se ve mientras Rafa se cruza de brazos parando de bailar. Al acabar, mis ojos observan, gracias a la tenue luz que ha puesto, lo bien que le queda el traje.

-¿Y esta parte que no sabía de ti, cariño? - le pregunto curiosamente mientras me incorporo de la cama y me acerco a él. - ¿Te gusta jugar?

Cuando estamos a unos centímetros, uno de sus brazos me rodea la cintura mientras me dedica una sonrisa socarrona. Mis ojos y los suyos conectan y Rafa va acercándose con lentitud a mis labios, mezclando así nuestras respiraciones.

-Muchísimo, ¿pero sabes qué pasa? Que a ti se te va a castigar.

Alzo las cejas divertida a la vez que sonrío.

-Ah, ¿sí?

Asiente mientras empieza a llevarme hacia la pared y la sonrisa no abandona el rostro de mi novio.

-Primero me desharé de la ropa - murmura en mi oído. - Y luego te castigaré. ¿Sabes por qué?

-¿Por qué? - gimo.

-Porque cuando se hace algo mal, todo tiene su castigo.

Río cuando empieza a besar mi cuello con lentitud, provocando que la piel se me erice y un cosquilleo se produzca en la zona donde me besa.

-¿Qué he hecho exactamente?

-Provocarme.

Con el paso de los minutos, Rafa se deshace de mi ropa con lentitud y provocándome una sensación que ya conocía tras haber hecho cosas parecidas con Yago.

La unión que tuvimos media hora después, provocó en mí un delirio inexistente que, mediante me colmaba con más ternura que la de mi primera vez, ha causado un revuelo en mi interior. Sus ojos, cuando me observaban en el acto, no dejaban de mirarme en momento alguno; provocándome seguridad y ningún malestar.

La sensación de esta tarde ha sido claramente diferente a las dos otras veces que hemos mantenido una relación, pero ha sido la clave para darme cuenta de mis sentimientos hacia él.


***

-Ahora te tienes que poner tú de alumna guarrilla - comenta Carlota apuntándome con su tenedor de plástico blanco.- A los tíos les pone eso.

Ruedo los ojos, niego con la cabeza y llevo un trozo de pasta a mi boca.

-No tenía pensado eso.

-¿Entonces qué?

Me encojo de hombros mientras sus ojos marrones pequeños me observan. El pelo me molesta cuando como y me hago un moño para después hablar.

-¿Un baile? - pregunto observando a mi compañera comer.

Carlota alza su mirada y me observa.

-Tal vez, pero en tanga y sujetador, eh.

Río y bebo de mi botella de agua.

-Hombre, tampoco le bailaré vestida de butanero.

Carlota rueda sus ojos y se pega en la frente con su palma de la mano.

-Déjame decirte, Noelia, que eso ya lo había dado por seguro.

Río.

(...)

-¿Ya has decidido algo?

Le devuelvo el cambio a una clienta a la vez que niego con la cabeza. Cuando la mujer mayor se marcha, apoyo mis manos sobre el mostrador y observo a Carlota desde el otro lado.

-No, ¿y tú has pensado?

-Sí - asiente con una gran sonrisa mientras se acerca a mí. - ¿Y si te llevas de aquí un conjunto bonito y le bailas con sensualidad?

Ruedo los ojos.

-Lo que yo había dicho.

-Pues eso -dice con una sonrisa.- ¿No te parece buena idea?

Me encojo de hombros y asiento.

-No está mal.

***

-¿Qué tal el día de trabajo? - pregunta mi madre cuando dejo mi bolso en la mesa del salón y me siento al lado suya.

-Agotador - suspiro.- Mira que hay gente en Santander, eh.

Mi madre ríe.

-Tendrías que disfrutar del verano, nena.

-Pero quiero trabajar para sacarme algo de dinero - recuerdo mientras apoyo mi cabeza y cierro los ojos sobre el hombro de mi madre.- ¿Han dicho algo de alguna universidad?

Puedo notar como niega con la cabeza, provocando que yo suspire.

-Tranquila, nena - me dice con su calmada voz y tomando mi mano.- Todavía hay tiempo.

(...)

-¿Qué tal estás? - me pregunta desde el otro lado de la línea de teléfono.

-Bien - respondo mientras subo mi pantalón del pijama y voy directa a mi cama.- ¿Y tú? ¿Qué tal el trabajo?

Él suspira.

-Agotador pero bien.

Río, tomo asiento en la cama y coloco mi portátil sobre mis piernas.

-Sé que me echas de menos aunque lo niegues - bromeo.

-Has dado en el clavo.

-Lo sé - asiento.- ¿Cuándo nos podremos ver?

-Pues... - murmura.- Tenía pensado raptarte una semana para irnos a alguna parte de España. Tú y yo.

-¿Y nuestros trabajos? Además, tengo que pedirles a mis padres si les va bien.

-Tómate unos días libres - sugiere.

Sonrío y deslizo mis dedos sobre el teclado.

-¿Y a dónde me llevarías?

-Es un secreto.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora