Capítulo 33.

5.4K 293 7
                                    

         Me despido de Carmen besándonos ambas las mejillas y, a continuación, me dirijo hacia una de las paradas de bus que hay por el lugar. Cuando llego a mi casa, saludo a mis padres y voy directa hacia la ducha para después bajar a la cocina y hacerme algo para comer.

Cuando me adentro en ella, observo a mi padre fregar el suelo a la vez que voy directa a la nevera.

-¿Fregando?

Sus ojos me miran, me dedica una media sonrisa y resopla.

-Sí – afirma.- Tu madre está planchado y yo hago esto, así luego tenemos tiempo libre.

Saco de la nevera un racimo de uvas y lo pongo sobre un plato blanco para después sacar un zumo de la nevera y servirlo en un vaso.

-¿Qué tal con Rafa?

Bebo y después asiento.

-Muy bien – sonrío.- Ha empezado a trabajar en otro lugar y el pobre está hasta arriba.

-¿Y cómo están Carmen y Diana?

Mis ojos verdes se posan sobre los suyos y siento melancolía cuando mi mente recuerda momentos junto Diana y Carmen; cuando éramos tres.

-Diana ya no habla con nosotras – murmuro desviando la mirada.- Nos peleamos hace dos semanas o más. No lo recuerdo.

Mi padre, mientras escucha, se acerca hacia mí para posar una de sus manos sobre mi hombro izquierdo; intentando consolarme. Tras acabar, él me mira con preocupación en sus ojos.

-¿Por qué no lo contaste?

Resoplo.

-Sabes que no me gusta preocuparos.

-Noelia...- me nombra.- Ten confianza en nosotros.

***

Le doy el cambio a una chica y después voy a colocar la ropa desordenada que hay en un estante. Mientras estoy arreglándola, la voz de una persona me llama y yo me volteo para atender a la clienta, pero cuando lo hago, mis cejas se elevan y mis ojos se abren.

-¿Diana?

Los ojos marrones de mi antigua amiga me observan con también sorpresa para después susurrarle algo a un chico rubio que está a su lado. Tras hacerlo, el chico me da una mirada y se marcha dejándonos solas.

-Noelia.

La tensión se hace evidente durante estos instantes, en los cuales no hemos vuelto a pronunciar palabra alguna. Mis ojos observan su rostro moreno y lleno de alguna que otra peca que reconozco. Sus ojos se encuentran cansados y con maquillaje difuminado a causa del tiempo que lo lleva y sus labios están secos y algo agrietados, por eso se pasa la lengua en ellos y su mirada se desvía hacia otro punto. Como veo que el tiempo pasa y ella no dice nada, continuo con mi trabajo.

-Querría comprar algo.

-Pues lo podrías haber dicho hace cinco minutos.

-¿Hay sección premamá?

Al escuchar la última palabra, me volteo de nuevo mientras mi mente hace teorías sobre lo que ella intenta decir. Cuando estoy de cara a ella, lleva su mano derecha al vientre plano y hace una mueca. Yo, en shock ante la noticia, trago fuertemente y recuerdos de lo que nos dijo vienen a mi mente.

-Está en el primer piso al fondo – digo posando mi mirada en sus ojos.- Enhorabuena por el embarazo, Diana. Me alegro mucho.

Me giro, otra vez, y continúo ordenando la ropa.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora