17 años después...
Compruebo la hora de nuevo en el reloj que llevo puesto en mi muñeca izquierda y, con impaciencia, doy leves toques al suelo con mi pie derecho mientras espero a Carmen. A pesar de haber pasado solo diez minutos de retraso, me impaciento provocando que empiece a toquetear mi pelo teñido de un color chocolate.
Me encuentro frente al Reina Sofía de Madrid esperándola en pleno mes de febrero tras nueve meses sin vernos a causa de la distancia que hay entre Galicia, donde ella vive, y Sevilla, donde resido yo. Un grupo de adolescentes pasa a unos metros por delante de mí y sonrío pensando en que hacía unos años yo tenía su misma edad.
Recibo un mensaje de Carmen en el que me avisa que está saliendo de la estación de Atocha en dirección hacia aquí. Contesto con un simple "te espero" y bloqueo mi teléfono de nuevo, no si antes sonreír ante la foto que tengo de fondo de pantalla con mi marido y mi hijo adoptivo.
Minutos después, vislumbro a Carmen caminando hacia aquí, su pelo está más corto que la otra vez que la vi y me sorprendo al verla llevar gafas para la visión. Empiezo a caminar en su dirección y, cuando estamos una enfrente de la otra, la abrazo.
-Hola, Noelia - me saluda tras habernos separado.
Sus ojos azules maquillados me escanean y sonríe para quitar sus gafas.
-Hola, Carmen. No sabía que llevases gafas.
-En estos nueve meses que no nos hemos visto he perdido un poco de visión - me comenta a la vez que las dos emprendemos camino.- ¿Te parece que vayamos a tomar un café por aquí cerca?
Asiento observando lo poco que ha cambiado en este tiempo.
-Bueno, pues te sigo contando - continúa.- Las gafas no me hacen mucha falta, pero intento usarlas para todo, así no me fastidio más la vista.
Carmen y yo caminamos por las calles de Madrid mientras ella relata lo que le ha sucedido en estos meses que no nos hemos visto: ha tenido a su primer hijo, se ha mudado a Galicia por trabajo y muchas cosas más.
Una llamada entrante proviene de mi teléfono, lo saco del bolsillo de mi chaqueta y veo que es César, mi marido.
-Dime - respondo mientras le pido disculpas a Carmen.
-Hola, cariño - me saluda desde el otro lado de la línea y yo sonrío.- He dejado a Dani con la niñera, me voy a trabajar. ¿Sobre qué hora volverás?
Nos paramos frente un semáforo y compruebo la hora.
-Sobre las siete, ¿y tú?
-Seis y media - responde y puedo jurar que está sonriendo.- Y Dani no viene a casa hasta las ocho.
-¿Tenemos tiempo libre entonces?
-Una hora para nosotros solos, amor - susurra con aquel acento mallorquín que tanto me gusta.
Sonrío con una gran alegría. Al final, tras un tiempo, tenemos una hora solo para nosotros.
-Allí me tendrás.
Segundos después cuelgo la llamada con César y la chica de los ojos azules espera que le cuente de qué hemos hablado.
-¿César?
Asiento con una sonrisa, seguimos caminando y giramos en la esquina de una calle.
-¿Cómo os va?
-Perfectamente -respondo.- No sé si te conté que ha encontrado trabajo en Sevilla, como yo.
Alza sus cejas por unos segundos.
-¿De verdad? - asiento.- ¡Qué bien!
-Sí, ha sido pura suerte - comento.- Cuando nos mudamos a Sevilla no encontraba trabajo, hasta ahora.
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Mi primer amor.
RomanceEl amor es aquel sentimiento tan odiado como amado. Yo, por mi parte, me encuentro en el punto medio sobre el cual no sé hacia donde ir; si odiarlo o amarlo. Cuando acabé con Yago, mi ex pareja, disfruté de mi soltería y aproveché al máximo mis estu...