Capítulo 34.

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     Observo sus ojos verdes profundos y siento el mundo de alrededor desvanecerse. Nuestras manos, lentamente,  se entrelazan de nuevo mientras nos observamos en una de las calles de Santander. Poco a poco y sin prisa, Rafa empieza a dejar mostrar una sonrisa suya, que causa un revuelo en mí.

      Escucho el ruido de la calle mientras nosotros estamos parados y sin dejar de mirarnos. Acorto, sin prisa, la distancia entre los dos mientras intento imitarle. Cuando unos centímetros nos separan,  Rafa se inclina y me besa. Mientras lo hace, cierro los ojos intentando aferrarme a aquella sensación y siento, a su vez, el latir apresurado de mi corazón mientras nos besamos. Al separarnos, abro los ojos con lentitud y él hace lo mismo.

-Adiós,  Noelia.

     Su voz retumba en mis oídos y va directa a mi corazón,  como siempre. Me quedo sumergida, de nuevo, en sus ojos verdes mientras recuerdos de la comida que hemos tenido se hacen presentes en mi mente.

     Sonrío,  mostrándole todos mis dientes y él también lo hace, enseñándome aquellos imperfectos dientes blancos que tanto me gustan de él.  Rápidamente, rodeo su cuello con mis brazos y vuelvo a besarle con los ojos cerrados; intentando aferrarme a él.

    Cuando el beso se finaliza,  me separo de Rafa, pero aún así,  nuestras manos siguen entrelazadas. Mis ojos buscan los suyos con ansías de sentir aquello en mi pecho de nuevo, y lo consigo. Él me sigue observando con una sonrisa, pero cuando me doy cuenta de que llevo más de cinco minutos intentando despedirme de él,  hablo.

-Adiós,  Rafa.

     Suelto su mano y abro la puerta de cristal del portal para después observar cómo él agita su mano derecha a modo de despedida y se va, dejándome con miles de sensaciones en mí. Subo a mi casa y voy directa a saludar a mis padres, tras eso, me lanzo en el sofá y el sueño empieza a reinar en mí.

-A Carmen la han aceptado en una universidad- digo en voz alta acordándome de lo que hablamos hace unos días. - ¿A llegado algo para mí?

    Mi madre, que es la única que está en el salón, me observa y frunce el ceño.

-¿De universidades?  - asiento.- Todavía no, cariño.

Suspiro y me siento en el sofá.

-¿Y si no me han aceptado en ninguna?

    Ella me observa y veo la preocupación en sus ojos, pero luego se incorpora del lugar donde está para posicionarse a mi lado y acariciar mi espalda.

-Noelia, cariño,  estamos a finales de julio. Todavía hay tiempo.

-Mamá,  que a Carmen la han aceptado ya.

-Lo sé - me dice.- Lo he escuchado pero hay que tener paciencia,  Noelia.

***

-Y bueno, ¿follasteis?

      Desvío mis ojos de la pantalla del portátil para posarlos sobre los azules de mi amiga y niego con la cabeza.

-No.

Ella ríe.

-¿Vamos esta noche a una verbena?

Poso de nuevo mi mirada en la pantalla y me encojo de hombros.

-¿Te atreverás a ir de aguantavelas?

-¿Por qué lo dices? -pregunta extrañada.

-Rafa supongo que también vendrá.

Asiente y la miro de reojo.

-¿Y cómo fue con Mario?

     Ella rueda sus ojos azules, se lanza de espaldas a su cama y lleva una de sus manos a su frente.

Mi primer amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora