A lo lejos escucho una familiar voz. - Gi. Gi levanta. - Ya no parece tan lejana, va acercándose cada vez más y ahora la escucho con claridad. - GEORGIA LEVANTATE LLEGARÁS TARDE. - reconozco esos gritos y mi mente procesa las palabras. ¡Mierda! Abro los ojos y veo a Nathan ya vestido sacudiendo mi cuerpo para que me despierte. Salto de la cama.
-Oh dios mío, Nathan, ¿qué hora es? ¿QUÉ HORA ES? - le pregunto desesperada a la vez que corro en busca de mi ropa. Hoy a primera hora me toca una de las clases que no me quiero perder por nada del mundo. Nos hablarán del proyecto de investigación final y es una gran parte de la nota del curso.
-Si no me equivoco, te quedan quince minutos para que abran las puertas del instituto. - dice Nathan mientras mira su reloj de pulsera.
- ¿Se puede saber porque no me has avisado antes? - le pregunto y él se encoje de hombros.
- No te había sonado la alarma, pensaba que hoy entrarías más tarde. - dice con cara de arrepentimiento.
- ¡Sal de aquí! Vamos, tengo que vestirme. - le digo mientras salto para quitarme los pantalones del pijama y cerrando la puerta con él ya fuera.
A los cinco minutos ya estoy vestida y peinada, eso sí, la cama está sin hacer y me he ido sin desayunar, cosa que hago siempre pero que Nathan no sabe. Corro a la parada del autobús a mirar los horarios, ha pasado uno hace diez minutos así que el siguiente pasará de aquí a poco. Normalmente llega uno cada quince minutos, si calculo bien aún tengo una mínima probabilidad de llegar a tiempo. El autobús llega puntual, ¿tendré suerte?, y cuando me bajo de él ya han pasado unos cinco o diez minutos de la hora, quizá no hayan cerrado la puerta todavía. Me echo a correr por la calle en dirección al instituto. Me quedan unos cincuenta metros para llegar a la puerta cuando a lo lejos veo que el conserje ya la está cerrando. Aprieto el ritmo y corro más rápido con la mochila cargada a la espalda dando votes. Cuando llego a la puerta ya no hay nadie así que llamo al timbre.
-¿Sí?- dice una voz metálica a través del telefonillo.
-Hola, soy Georgia Avery, de último curso. Me he dormido, ¿podría abrir...?- intento formular una frase rápida y educada pero vuelve a hablar esa voz metálica que me interrumpe.
-Lo siento señorita, las puertas están cerradas, tendrá que esperar en la biblioteca hasta la segunda clase. Buenos días. - me dice.
- No, espere yo... - pero ya ha colgado. ¿Buenos días? ¿De verdad me lo dice? Descargo mi rabia pegando un puñetazo a la puerta. - ¡Ay! - No debería haberlo hecho, dolida pongo la mano entre mis piernas para aliviar el dolor inútilmente, claro.
Con la mano aún roja y latiéndome de dolor me dirijo hasta el edificio de enfrente, la biblioteca, donde se quedan todos los que llegan tarde. Solo he estado allí en un par de ocasiones, pero nunca por un retraso. Abro la puerta y entro, después del frío que hace en la calle, al entrar me golpea una ola de calor. Me quito la chaqueta mientras busco un sitio libre cuando entre la multitud distingo una mata de pelo rizado. ¿Puede ser? A medida que me acerco respondo a mi pregunta anterior, efectivamente es Adam. Mi mente me dice que me vaya a la parte opuesta pero parece que mis piernas siguen otra orden, camino hacia Adam contrariada por mi subconsciente y dejo la mochila a su lado. Cuando ésta toca el suelo, él deja de escribir en su libreta y mira hacia arriba. Sus ojos verdes conectan con mis ojos azules, pero en un acto reflejo aparto la mirada y me siento en la silla.
-Hola - me dice mientras sacude su pelo.
Después del 'un pequeño paso para Gi y un gran paso para la humanidad' del otro día después de sonreírle, decido no hacerlo y poner a funcionar mi voz. - Hola - digo seria - ¿Qué estás haciendo aquí "alumno ejemplar"? - le pregunto.
-¡Sht! - exclama alguien detrás de mí, es la bibliotecaria. Se me había olvidado que estaba en una biblioteca.
- ¿Y tú, "chica de notas excelentes"? - me susurra sin borrar la sonrisa. Como ve que no le respondo, responde él a mi pregunta, siempre en un susurro. - Me he dormido, estuve en el hospital hasta tarde. - ¿En el hospital? Se abre la caja de la curiosidad dentro de mí pero decido cerrarla. No es asunto mío.
- También, me he dormido. - digo en un susurro mientras saco una libreta. - Por cierto, de notas excelentes nada, mi ritmo académico ha bajado, ahora son notables. - ¿Por qué diablos he dicho eso? Adam se ríe en silencio y me fijo en sus pequeños hoyuelos.
-¡SSHT! - vuelve a exclamar el vejestorio guardián de la biblioteca. Adam levanta la mirada en dirección a la bibliotecaria y seguidamente se pone a escribir en su libreta y decido ponerme yo también a adelantar trabajo. Pero Adam no se ha puesto a hacer deberes, porque me pasa la libreta con algo escrito en ella. La miro, miro a Adam y vuelvo a bajar los ojos para leer.
« ¿Es obligatorio estar aquí dentro si llegas tarde?» - leo. Está escrito en bolígrafo azul con una caligrafía desastrosa.
Saco de mi estuche un bolígrafo negro, escribo «No» y le paso la libreta.
Se detiene a leer, forma una sonrisa y escribe. Me pasa la libreta de nuevo y leo.
«Entonces salgamos de aquí, ¿vienes?» - la verdad es que no estaría mal, tampoco estoy haciendo nada productivo, pero va en contra de mis principios. Levanto la vista y le miro confusa. Me quita la libreta, se pone a escribir y me la vuelve a pasar.
«Va, por favor Georgia. » - leo. Ha escrito bien mi nombre, es un paso. Le miro a los ojos y él mantiene una sonrisa reprimida, se le abren los agujeros de la nariz y revuelve su pelo otra vez. No puedo frenar una sonrisa, me muerdo la mejilla interior y para sorpresa de los dos, asiento con la cabeza.
Los dos recogemos nuestras cosas y nos levantamos de las sillas. No puedo parar de mirarle mientras nos ponemos las chaquetas y caminamos hacia la salida. Cruzamos la puerta juntos y salimos de la biblioteca.

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Thin skin
Fiksi RemajaCuando tienes la piel más fina que los demás todo te afecta de manera diferente, todo es mucho más duro y doloroso. Georgia es esa clase de persona de piel fina y ya no confía en nadie. Quiere ser una chica solitaria, convencerse de que es fuerte, d...