Thin skin

Capítulo 52.

Mis pies se mueven solos, ni siquiera sé exactamente a dónde voy, sólo intento encontrar la voz de mi hermano. Me muevo impulsada por una energía inexplicable. Delante de mí solo veo calles oscuras y solitarias hasta que lo encuentro.

Hay dos siluetas en la oscuridad. Nathan y Brad. Mi hermano y un parásito. No reconocería a Brad si no fuera por el enorme tatuaje del águila que lleva en el brazo. No me freno y sigo corriendo hasta alcanzarlos. Nathan tiene a un Brad completamente borracho cogido por el cuello de la camiseta. Los nervios me descontrolan, sólo sé que corro para llegar hasta mi hermano. Son de la misma altura pero se ve a leguas que Brad está mucho más fuerte, si no fuera porque va borracho ya habría acabado con Nathan.

-¡Que no lo sé imbécil! - grita Brad con voz ronca.

-¡Claro que lo sabes maldito gilipollas! - grita Nathan.

-¡Nathan! - ahora grito yo. Esto parece un gallinero.

Gira la cabeza en mi dirección y en ese momento de despiste Brad le propicia un puñetazo en la mandíbula a mi hermano, que cae al suelo. Yo grito. Brad le pega una patada en la cabeza. No sé bien lo que pasa a continuación. Los nervios, la adrenalina, la rabia invade cada parte de mi cuerpo. ¡Es mi hermano! Me crezco con una fuerza que ni yo sabía que tenía y empujo a Brad hasta una de las paredes de la calle. Le pego un tortazo y entonces él me coge por las muñecas.

-Suéltame hijo de puta - las lágrimas caen de mis ojos. Forcejeo con él, que me mira con expresión de furia. Noto que me agarra con más fuerza y me duelen las heridas de los cortes. - ¡Te odio! ¡Te odio ¿me oyes?!

-Gi... - dice. - Estás aquí, nena.

Un escalofrío me recorre por todo el cuerpo. Le pego un rodillazo en el estómago, intentando darle en sus partes. Reprime la respiración pero no parece hacerle mucho daño, o quiere hacerse el fuerte. No sé qué más hacer, solo quiero hacerle daño, mucho daño.

-Yo no soy tu nena - le digo con ojos llenos de rabia.

-Sé que no me has olvidado - parece totalmente convencido de ello. -, como yo no te he olvidado a ti. Muñeca, te quiero.

- No me llames así. - está volviendo a pasar. Él vuelve a ser el que me controla. Lloro de impotencia. - Déjame Brad... me haces daño.

Pero ahora ya no soy la misma. No voy a dejar que pase. Quizá no pueda pegarle una paliza físicamente pero se la puedo pegar psicológicamente. Como me hacía él. Voy a pagarle con su propia moneda.

-¿Es qué no lo ves? Eres un puto animal. No te quiero, te odio, me has jodido la vida. Es que no te das cuenta, estás enfermo Brad. Tu locura llega hasta tal punto que tuve que huir de ti a otro país. - no sé si esto está surgiendo efecto. Intento ser lo más cruel posible. No quiero hacerlo, pero saco la artillería pesada. - Aunque quizá debería darte las gracias, porque a causa de eso estoy aprendiendo a ser fuerte, he madurado y he conocido a otra persona. Un chico que te da mil millones de vueltas, al contrario que tú él no sería capaz de tocarme un pelo. Me cuida, me quiere. Tú no me quieres, nunca me quisiste ni lo harás con nadie. Nadie te querrá nunca, porque eres una mala persona.

- ¿Qué me dices de Ally? - las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos. Noto como la presión en mis muñecas disminuye. Sus ojos están clavados en los míos, sin expresión alguna. - Le estás haciendo lo mismo que me hacías a mí. Eres incapaz de querer. Y por ello nunca tendrás a nadie a tu lado, vas a morir solo. Como tu padre.

-¡No! - chilla él.

-¡Eres exactamente como tu padre! - ahora sé que he dado en su punto débil.

Me suelto de sus muñecas y cuando me giro veo a Ally jadeando. Ni siquiera me había dado cuenta que había echado a correr conmigo.

-Dale su merecido. - le susurro al oído. Ella traga saliva y se limpia las lágrimas con la manga de la chaqueta. Me acerco a Nathan que está en el suelo con las manos en la cara.