Capítulo 15.

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*Flashback Adam*

Un auxiliar empuja la silla de Adam por el pasillo hasta su habitación. Está en una silla de ruedas por culpa de la pantorrilla.

-Para. ¡Para! Puedo hacerlo solo, no necesito ayuda. - le chilla a la vez que, con sus musculosos brazos llenos de tatuajes, hace girar las enormes ruedas puestas en los laterales de la silla. El simpático auxiliar deja ir la silla y se pone delante para guiar a Adam hasta su nuevo hogar por tres días.

- Aquí está Adam, tu cama y tu nueva habitación. - Adam mira la sala y se encuentra con una niña rubia, de pelo lacio y ojos azules. Frunce el ceño. Esa niña no tendrá más de seis o siete años. - Ah, es Lucy. - dice el auxiliar reparando en la mirada de Adam. - Es realmente un ángel caído del cielo, pero ya la conocerás. - dice con una sonrisa mirando a la pequeña que está estirada en su cama durmiendo. Vuelve a posar sus ojos en Adam. - Oh, no necesitas ayuda, ¿verdad? Pues entonces yo me voy. - y se va sin esperar respuesta.

- Eh, ¡espera! ¿Cómo se supone que voy a subir solo a mi cama? Maldito...- Adam aprieta los labios y maldice por lo bajo mientras se acerca a la camilla. Con dificultad y después de un buen rato, ya está encima de la cama con una cara agria. No entiende porqué le han puesto en una habitación de la planta infantil.

Al cabo de no más de media hora aparece por la puerta una mujer alta de pelo negro.

-Oh, Adam estás aquí. - dice acercándose a él. Es su madre. - ¿Cómo estás? ¿Qué ha pasado? Oh, te dije que la moto traería problemas. - dice con aspecto muy preocupado. Le acaricia la mejilla a su hijo pero éste aparta la cara.

- Estoy bien mamá, ha sido un imbécil que me ha sacado de la calzada con el coche pero ya está, no te preocupes. En cuanto me curen la herida me largaré de aquí. - dice el chico enfadado.

- Adam, tienes que quedarte tres días. Lo ha dicho el médico.- dice ella.

- Ya veremos lo que pasa.

Después de un buen rato hablando o, a menos, intentándolo. Su preocupada madre se va a casa. Y efectivamente no dejan que Adam se vaya con ella, tendrá que cumplir esos tres días para conseguir la baja.

La pequeña Lucy se revuelve en sus sábanas hasta que abre sus curiosos ojos azules. Cuando se da cuenta de que tiene un nuevo compañero, se incorpora y se sienta en la cama dejando sus pies colgando. Adam la mira pero vuelve a dirigir la mirada a su móvil.

-¿Cómo te llamas? - dice la pequeña con una dulce voz. Adam la mira, es pequeña y no tiene culpa de nada así que responde.

-Adam.- dice, con la mirada fija en el móvil.

- Yo me llamo Lucy. - dice la pequeña a la vez que se baja de la cama y camina hasta Adam. - Me gusta tu nombre. ¿Van a venir tus amigos a verte?

- No, no tengo amigos. - responde él.

- Mis amigos venían antes, pero ya no. Deben estar ocupados con la escuela. ¿Por qué no tienes amigos, Adam? - dice la inocente Lucy.

- Los amigos no existen. - Ahora desvía la mirada del móvil para mirar hacia los profundos ojos de la pequeña.

- Eso no es verdad, sí existen tú y yo somos amigos. - dice ella volviendo a su cama de un salto y con una sonrisa en la cara. Adam la mira curioso, ríe pero aparta su interés rápidamente. - ¿Por qué estás aquí?

- Por nada, cosas de mayores, pero me iré pronto. - dice ahora Adam. La pequeña deja de sonreír por unos instantes, Adam se da cuenta y deja el móvil. Se siente culpable, por alguna razón no puede ser cruel con ella como lo es con los demás. - ¿Qué te pasa?

- Todos mis compañeros de habitación se van muy pronto, y tú me caes bien. - Lucy juega con sus pies, que cuelgan de la cama.

-¿Por qué se van? Quiero decir, ¿tú no te vas nunca?

- No, llevo aquí dos años, nunca me curo del todo. ¿Pero sabes qué? Mi madre dice que está segura de que me curaré, porque dice soy una luchadora y que soy la persona más buena y especial del mundo. Dice que le doy felicidad a todo aquél que me ve y que esto solo es un paso para que pueda ir al parque de atracciones, me gustan mucho. - la pequeña ríe. Adam está parado. ¿Dos años? - ¿Tú tienes que ponerte veneno en la sangre para matar a los malos?

- ¿Qué? No, pero qué.... - Adam se da cuenta de la situación.

- Hace mucho que dejaron de hacerlo, pero mañana volverán. No quiero, les diré que no pienso ir. No me gusta. - después de rato de silencio Lucy saca un artilugio antiguo y empieza a girarlo entre sus manos, pero no es un artilugio, es una cámara de aquellas que imprimen la foto al instante. - Mi mamá y yo tenemos muchas fotos, para cuando ella no puede venir porque trabaja mucho. Yo tengo algunas aquí y ella en su bolso mágico. Le cabe todo en el bolso ¿sabes? - Adam ríe. - ¿Quieres que nos hagamos alguna para cuando te vayas? - dice la pequeña mirando a Adam con una cara triste.

- Vale. - respondió él.

Adam y ella no pararon de hablar en toda la noche, era cierto, esa pequeña aportaba felicidad a todo aquél que estuviera cerca de ella. Al día siguiente se llevaron a Lucy entre gritos y sollozos. Adam se asustó, ella no merecía eso, ama la vida y la estaban matando poco a poco. No pudo evitar soltar una lágrima cuando Lucy desapareció del pasillo en brazos del feliz auxiliar.


Thin skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora